Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

coleraquiles@gmail.com

La casa de muñecas de Barbie, la feminista

El feminismo ha crecido tanto que cabe en la sala de la casita de muñecas de una barbie arquetípica

Hoy en día, tendemos a hacer lo que nos pide el cuerpo y luego a justificarlo con la ultima teoría de moda. Damos rienda suelta a nuestros instintos básicos: comer, beber, hacer el amor, comprar, regatear, vender, esnifar o mojarle la oreja al vecino y, a continuación, lo justificamos con alguna teoría peregrina. La película Barbie es, para algunos, un profundo apólogo feminista. Tan feminista como el perreo para los ideólogos de la ‘culidad’ que sostienen que el trasero femenino es el espejo del alma. En tiempos, uno de los objetivos de la lucha feminista era que a la mujer no se la considerara solo por su culo o por sus tetas, que se la valorara también por su inteligencia. Recuerdo a las tertulianas de la SER, en Reyes, abominando de que a las niñas se les regalaran muñecas. El feminismo ha crecido tanto que ahora cabe en un cuarto de la casita de muñecas de una barbie arquetípica. Pero a esa barbie, como en su día le sucedió a Buda, le asalta de improviso la idea de la muerte y, desolada, se escapa del mundo virtual para conocer la dura realidad analógica de los seres de carne y hueso. No quiero hacerles un spoiler total, gástense 7€ y dejen que sea la propia Barbie cebolleta la que les cuente su historia, como soldado de la España campesina que volviera a su pueblo a contar su mili ‘en rose’. Ya en el mundo real, es la madre de una adolescente rebelde la que la informa en un discurso que recuerda el poema de Sor Juana Inés de la Cruz Hombres necios que acusáis, de lo mal que están las cosas para las mujeres en el mundo real. Obligado yo como filólogo a encontrarle antecedentes literarios a esta película, diré que Dante escribió su Divina Comedia en toscano, y no en latín, para que su obra llegara a más público. Y Greta Gerwig, directora de Barbie, ha teñido todo de rosa para que la píldora del feminismo llegue hasta el último rincón del Planeta. Les adelanto, y que Gerwig me perdone, que cuando Barbie decide, finalmente, salir de su casita de muñecas para luchar por la igualdad, lo primero que hace es acudir a la consulta de un ginecólogo. Los espectadores que vayan al cine pensando que van a disfrutar de un inspirador manifiesto feminista, tendrán que contentarse con un eficaz y productivo melodrama ginecológico. Lo de siempre. El puto mercado profanando lo más sagrado.

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