Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

El monte sagrado redivivo

Lo sagrado por el sur se entremezcla con lo profano para deleite de los propios y confusión d elos extraños

Granada se acuerda poco de su Sacromonte, pero por febrero, como este año, lo hacía en masa y como tomándose la revancha después de dos años sin romería. Así y casi literalmente la ciudad se echaba al monte para comer salaíllas con habas y agua de regalo que aliviara los calores de ese sol que todo lo presidió el pasado domingo.

De par en par las cuevas de suyo vacías, se operó la resurrección del barrio que pudimos ver en vivo, en directo, con bocata y de paseo entre amigos, muchos, muchísimos, pues se diría que nadie quiso faltar a esta celebración de que, después de las penurias de dos años malditos, hay ritos a los que regresar para sentirse de bien vivos.

Lo sagrado por el sur se entremezcla con lo profano para deleite de los propios y confusión de los extraños. Porque entre cerveza y baile, abrazos de enamorados que pugnan a beso limpio por adelantar el despertar de la primavera, ese buscar una sombra salvadora entre los grupos de amigos tendidos sobre la hierba, algo espiritual con su libérrimo estruendo se respiraba mientras que lo religioso se producía allá arriba, en esa Abadía que, también, recupera esplendor con una línea de horizonte de grúas, reformas y arzobispo de ansiado y flamante estreno que la están dejando lista para la inexcusable visita.

Las piedras negra-esperanza del ansiado compromiso y la blanca del descasamiento volvieron a arrancar colas y risas de las jóvenes, 'jóvenas' y algún tipo, como si nada hubiera sucedido en estos años de plomo cruel del virus mientras los políticos, oficio obliga, se paseaban lanzando sus redes caza-votos con la inevitable foto rebozándose de gentío.

Inevitable hacer memoria de pasadas romerías, de los momentos allí sentidos, del corazón que también palpitó hace décadas como este reciente domingo, cuando la juventud iba por dentro y también por fuera, cuando todo estaba por hacer y poco había por recordar como ahora sucede. Pero, una vez más, ese sentir que el presente se agigantaba hasta casi detener el segundero para que un ángel salido de las cuevas cargado de su sabiduría telúrica nos preparara encuentros y compañías, felicidad de tener tan solo alimento y cobijo y, sobre todo, gratitud por estar vivos, tan solo eso, que es tanto, como cantan por allá, monte arriba con un lamento, por alegrías.

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