Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Las pijas también lloran

Ha nacido una mártir de la machirulada campante a sus anchas que además, dice, aspira al cielo

Tamara, con sus "o sea" y sus "¿sabes?" nasales de niñata absoluta está haciendo hasta digerible sus privilegios de cuna por los cuatro costados. Lo lleva con naturalidad, como si fuera 'lo normal' ser marquesa, hija de Isabel Preysler, rica hasta 'jartar' y además beata. Y encima no lo oculta. Ella nos narra en tiempo real este lance amoroso de telenovela con traición profunda, engaños varios, pedida de mano a la antigua, golfería atemporal, corazón de mujer roto y tensiones desveladas en la bragueta varias. Hay reality, influencers y discoteca de moda. Humanidad reconocible pero con glamour y mucha pasta. Miseria y hasta grandeza humanas que consuelan. Ella digna y entera. Él confeso arrepentido que pierde para siempre a la mujer amada. Y millones de mujeres reflejándose íntimamente en semejante drama.

Tamara es la tonta/lista que, tras la apariencia vana de su interés por los trapitos esconde a una ferviente católica que, rosario en ristre, hace negocio y avanza segura en el proceloso mar de las contingencias humanas. Y, además, nos lo cuenta con ese tono despreocupado, monocorde e insustancial que sólo saben darle las pijas de cuna a todo lo trágico, habilidad o 'discreto encanto de la burguesita' de contarte sin emoción alguna y con la misma ausencia de inflexión de la voz el funeral de un ser querido o la salida de compras con el grupito de compi-yoga.

Se permite incluso desde su altura de marquesa millonaria citar a Dios mismo, pero el de siempre, el gran ausente del tráfico mediático contemporáneo, ese que se puede sentir pero no mencionar a riesgo de ser tachada de beata o contradictoria si vivía amancebada.

Con Tamara en portada del Hola de negro aprendemos cómo hacer caja también con la desgracia. Ese es su arte. Porque tiene mucho esta niñata lúcida que habita entre las Fefa, Pituca o Peté, tan lejana de las Jennifer, Vanesa o Paqui del extrarradio urbano. Y no digamos de las Avril y demás guerreras contra el macho malo-malísimo que tantas enarbolan.

Tenemos Tamara Falcó Preysler, VI marquesa de Griñón, para rato. Ha nacido una mártir de la machirulada campante a sus anchas que además, dice, aspira al cielo, así, a las claras, con esa elegante levedad de ser tan singular que tanto cotiza al alza en redes sociales.

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