Mientras que en los partidos de siempre se dan los empujones de siempre y deshojan la misma margarita de siempre para ver quiénes van en las listas a las próximas elecciones municipales, la realidad es que los mismos nombres de siempre suenan para los puestos de siempre, aunque probablemente para el 28-M los de siempre tornen unos sillones por otros, pero siempre permaneciendo en el candelero.
Carazo, Díaz, Cuenca… quizás Salvador… -aunque, tras su desastroso paso por el consistorio local, más le valdría continuar en stand by local- y posibles sorpresas como Sebastián Pérez o incluso Doña C'Olona, la ex Macarena de Graná, que no creo que lo intente; tiene escasas posibilidades de salir elegida por Granada, todavía por Alicante… o, por su Salobreña querida, que ya sabemos que es su residencia oficial y habitual.
En fin, los de siempre…, que no sólo parece nombre de grupo rociero, sino que es sinónimo de política rancia, desfasada e ineficaz, de la política de siempre, con las caras y las promesas incumplidas de siempre…
No esperen pues otra gestión de la ciudad que la de siempre… El resultado: una ciudad escandalosamente abandonada, víctima de una dejadez y degradación extrema.
Pero Bonilla quiere recuperar Granada a toda costa, como si fuera suya…, y es que el voraz centralismo sevillano no cesa ni para algo tan local y particular como es la gestión municipal. Debe ser controlada desde Sevilla y necesita una alcaldesa -a candidata será mujer- fiel a su gobierno andaluz.
No me compete resolver el dilema popular entre la vallisoletana consejera y la directora de la Alhambra -cuando creo que el Patronato de dicho monumento, de primer orden mundial, debiera ser dirigido desde el Estado y no desde Andalucía-, son cuitas internas y/o de posible primera crisis de gobierno andaluz, pero soy pesimista sobre el resultado de otros cuatro años de gestión popular, o también socialista.
Los ciudadanos deberían darle una oportunidad de gestión pública local a otras opciones de gentes que no vivan de la política, porque la experiencia deja claro que para los políticos lo primero son ellos y sus partidos, y no Granada ni los granadinos.
No sucumban pues ante las promesas de siempre, sus pésimas gestiones municipales les delatan, gestiones que ha arrastrado a Granada hacia su lamentable situación actual.
Instaurar una nueva política de realismo municipal, de proximidad efectiva a los problemas de Granada y sus vecinos, es imprescindible para avanzar hacia nuestro progreso, y también para dejar atrás lo de siempre y a los de siempre.
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