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Crítica de arte

Esa pintura ajena a todo

Carmen Bustamante ante una de las obras de su exposición en Cajasol en Cádiz.

Carmen Bustamante ante una de las obras de su exposición en Cajasol en Cádiz. / Miguel Gómez

Los espacios expositivos de la Casa Pemán, sede de la Fundación Cajasol en Cádiz, pueden ser de los más importantes de cuantos existen en la ciudad. En la capital de la provincia se encuentran varios y muy buenos -los del ECCO, los de la Casa de Iberoamérica, antigua Cárcel Real, los del Castillo de Santa Catalina, los Claustros de Exposiciones de la Diputación Provincial- y como ocurre con estos, todos se encuentran, desgraciadamente, infrautilizados. La que fuera vivienda del escritor en la plaza de San Antonio dispone de una magnífica sala y otra, abierta recientemente, que, con una programación adecuada y de apuesta por el arte contemporáneo, así como con una continuidad asegurada, marcaría las rutas indiscutibles para un paisaje artístico que aportaría infinitamente más de lo que, ahora, concede; toda vez que es Cádiz y su provincia una de las zonas con más ambiente y dinamismo de cuantas existen en España. Pero es lo que hay y, aunque nos duela, no tenemos más remedio que afrontar la aplastante sequía expositiva existente. Cajasol, por su importancia en el tejido cultural, debería ser poderosa locomotora que tirara de un carro artístico que es necesario e imprescindible por la gran cantidad de buenos artistas existentes. Se echa mucho de menos muestras de la importancia de esta con la obra de Carmen Bustamante. Hasta el momento y referente al arte contemporáneo, contadas han sido las muestras que se han llevado a cabo en los espacios de la plaza de San Antonio. A vuela pluma, recordar las de Rocío Cano, Fermín García Villaescusa, Pepe Baena, la Colección Sur de la Confederación de Empresarios de la Provincia de Cádiz y muy poco más. Demasiada escasez para la importancia de la labor artística en esta provincia.

Esta exposición de Carmen Bustamante es totalmente justa y necesaria para el arte en general y para Cádiz, en particular. Ella es una de nuestras más señeras artistas, una pintora imprescindible, a quien tener como auténtica referencia y en quien confiar para saber de los infinitos planteamientos de la pintura grande y de siempre. Una artista que siempre aporta, que se adelanta a los acontecimientos y que abre las máximas perspectivas de una pintura atemporal, de las que no tiene ni tiempo ni edad; una pintura que llega a todos los estamentos porque dispone de carácter, esencia plástica y suma potencia expresiva y que, además, es portadora de un lenguaje indiscutible, particularísimo, que la define y la hace única.

La exposición de Carmen Bustamante en la Casa Pemán nos transporta a su definitivo universo; ese que no deja indiferente; que es brillante en su ejecución; lúcido en el concepto desde el que parte; riguroso en la técnica; contundente en su disposición formal; justo en su planteamiento pictórico; sabio en su estructuración dispositiva y personalísimo en su formulación iconográfica. Porque la pintura de Carmen Bustamante es personal e intransferible; una pintura llena de potencia creativa, que gusta e interesa a todos; que satisface los paladares más exigentes; que es clásica y moderna; que goza de los registros verdaderos de ese arte indiscutible donde se plantean los eternos postulados de la creación.

En la Casa Pemán nos encontramos los esquemas típicos de la pintura de Carmen Bustamante; esos que han categorizado una pintura sin reveses, únicos, que recrean los planteamientos pictóricos a lo Carmen Bustamante, que desentrañan esa obra llena de sutilezas, con el horizonte de playas cercanas, con orillas limpias, de claridades manifiestas, arenas luminosas, márgenes marítimos que se conocen y adivinan, con paisajes que se sienten cercanos y que, cada vez más, se nos hacen más íntimos, más escuetos, más mínimos. Porque la pintura de Carmen Bustamante ha ido evolucionando serenamente, sin estridencias, buscando la máxima esencialidad y abriéndose a un minimalismo figurativo que magnifica la representación y busca el mayor grado de sentido plástico y formal. Ya, en otras ocasiones, he escrito que la obra de Carmen Bustamante ha conseguido un sumo grado de excelencia para que lo real asuma una nueva dimensión, pierda muchas de sus connotaciones ilustrativas y se haga grande con sabios registros pictóricos que nos adentran por un contenido expresionismo, de sutiles manifestaciones plásticas y supremas posiciones tangentes a la más absoluta emoción artística. En definitiva, Carmen Bustamante en estado puro: sutil y rigurosa, mínima y máxima, contundente y poderosa, lúcida e inquietante, íntima y extrema, calculadora y sugerente... eterna.

La exposición de la Casa Pemán, bien estructurada, con sabios recursos museográficos donde textos de escritores solventes y conocedores amplían las perspectivas de su pintura, nos transporta a los infinitos esquemas de la gran pintura de esta artista. La costa gaditana, la vecina de la otra orilla, las dunas, los arenales, las huellas en la playa, el paisaje cercano elevado a lo máximo, la realidad inmediata... iconografía a lo Carmen Bustamante, compendian una realidad pictórica personal e intransferible. Toda una muestra para gozar de la gran pintura, esa que permanece ajena a todo, manteniendo sólo los grandes postulados de un arte sin complejos, sabio y eterno.

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