Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Ágrio júbilo

Aquí la cosa va de orgullos. De progre, de rancio o de iluminado del nuevo credo de tú avanza que algo queda

Sondeas un poco las redes de amigos, reales o virtuales, y palpas el júbilo desencantado de unos y otros después de la emoción electoral del fin de semana en que todos iban a ganar y, sorprendentemente, todos han ganado, aunque solo sea según ellos mismos, claro.

Por ejemplo, te cruzas con algún podemita reciclado en sumarista y le ves feliz cual perdiz pero enfurruñado con sus banderas de orgullo de lo que sea y con el espumarajo del ninguneo sufrido por la ‘pija/progre’ que más odia después de poner orden en su propio gallinero de los excesos del beaterio femitrans. Y te alejas dejándole en su laberinto interior con soflamas contra todo y contra todos.

Porque aquí la cosa va de orgullos. De progre, de rancio, de secesionista convicto o de iluminado del nuevo credo del tú avanza que algo queda. Pero, a más orgullo, ya se sabe, más ceguera, de ahí que en este reino de sainete el tuerto sea un rey narciso sin corona que hace prestidigitaciones políticas con su chistera en ristre para conseguir siempre salirse con la suya, con el mando, claro, su única razón de ser y de existir. Despropósitos de un Sancho metido a Quijote sin honor alguno.

Los más depres en esta resaca de elecciones son aquellos de ‘las cosas como Dios manda’, esa facción de la España de siempre que mira de reojo entornado todo lo que se sale de su estrecha norma. Haberse mostrado zalameros con ellos, dejándose rondar y dejando que se viera, ha sido letal para el gallego paciente, el más votado de todos y, sin embargo, el que tiene menos papeletas en esta rifa para poder gobernar.

A todos se les llena la boca con esa manida frase de que quieren ‘el bien de los españoles’ que, en puridad, sólo sería repetir elecciones.

Y, en mitad de tanta confusión, aparece el prófugo del flequillo como llave de la gobernabilidad de las izquierdas patrias. Si Valle-Inclán levantara la cabeza completaba el esperpento nacional con ese Putxi apátrida troceador de patrias para salvar la suya propia. Un lío aún más grande que el de antes a meditar en la playa el de este PSOE aún más arrodillado (si eso fuera aún posible) prisionero de unos pactos que ni ellos mismos querían.

A ver qué pasa en mitad de esta incertidumbre temerosa de las facturas a pagar a unas minorías ensoberbecidas que planchan muy bien, por cierto, la ropa.

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