La chauna

José Torrente

torrente.j@gmail.com

Machistas o marxistas

Vestidas de púrpura, o desnudas de torso, incluyen a los que vestimos pantalones en el género machista

En el entorno del ocho de marzo no se contemplan medias tintas para las enemigas de la libertad ideológica. Animadas por la movilización que propone dicha fecha, van con la intención no amagada de conseguir declarar marxista al feminismo y machista todo lo demás. Un desequilibrio que cimenta la división de quienes creemos en la lucha por la igualdad.

En las vecinas semanas de la primera de marzo encuentran las femininis su tiempo de gloria vindicadora. Vestidas de púrpura, o desnudas de torso, quieren incluir a todos los que vestimos pantalones y afeitamos barba en el género machista, sólo por ser genéticamente distintos, por haber nacido del sexo contrario. La sorpresa es que, en ese grupo, también incluyan a mujeres, si declaran no ser de izquierdas.

Yo no voy a perdonar a aquellos congéneres de mí mismo sexo que hacen de su bíceps un estado de ánimo permanente para imponer su machismo. No voy a ser defensor de aquellos machitos que se creen subidos al trono superior del estatus social por haber nacido hombres. Pero tampoco creo posible justificar esa hipérbole continúa llamada feminazismo, una exacerbada mirada de odio con la que piden igualdad pero se sitúan en un plano supremacista que resta razones al potente argumento de la equidad entre sexos.

Ahora llaman brecha a ese resumen de injusticias que la sociedad rechaza. Coincide con la diferencia que hay entre lo que cobra Pablo Iglesias y lo que ganan ellas en Podemos. Aún así hemos creado un estado de ánimo social en el que la desigualdad tiene corto el andar, y desprestigiado su paso. Ese es ya el primer triunfo de la lucha histórica por la igualdad.

Pero ceñir el credo feminista hacia el maximalismo marxista a cambio de no ser condenado por machista, es faltar a la verdad de la lucha. No es más de izquierdas quien defiende la igualdad por encima de todas las cosas. Ni se es más de derechas por pedir a ese debate pisar terrenos reales y no sospechados.

Dicho sea tras ver cómo mandamases de izquierdas apelan al tamaño de los pechos femeninos para ser nombrada consejera; al mismo tiempo que un presidente de centroderecha propone a una mujer como vicepresidenta del BEI por su CV. Queda claro pues que una cosa es predicar y otra muy distinta es dar trigo.

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