Manadas de imbéciles

Manadas de imbéciles, de ladrones, de desnortados, que se aprovechan del río revuelto

Hay manadas de salvajes que conmueven a una nación con la bestialidad de sus hechos. Y otras que, sin llegar a la brutalidad de la violación y el abuso, hacen de la vida una pocilga insoportable.

Manadas, por ejemplo, de altos cargos del PP como los que actuaban en Madrid y en Valencia y en Galicia, impunemente. O de bobos, bobas en este caso, como la Secretaria de Estado de Comunicación, una impresentable que el sábado pasado le dedicó un "corte de mangas" a los pensionistas que se manifestaban en Alicante contra las políticas del PP que les afectan. Corte de mangas al que le hubiera gustado añadir, según dijo, un "os jodéis", que recuerda el "que se jodan" que Andrea Fabra, diputada del PP por Castellón, gritó en el Congreso, en 2012, refiriéndose a los parados.

Manadas repugnantes de saqueadores del dinero público capaces de acreditar una y mil veces su españolidad con declaraciones exaltadas y banderitas en la muñeca, y de despreciar una y mil veces con los hechos y las palabras al pueblo que los mantiene.

Manadas separatistas, envueltos los inocentes en sus banderas y sus himnos mientras "los listos" pasean su desvergüenza millonaria por las calles de Cataluña, o se inventan nacionalidades celtas en Galicia, o recogen las manzanas en el País Vasco que otros, con sus bombas y asesinatos, hicieron que el árbol arrojase al suelo...

Manadas de imbéciles, de ladrones, de desnortados, que se aprovechan del río revuelto para pescar los beneficios que resultan de la fragmentación del Estado y la laxitud de las conciencias.

Y lo peor es que si tomados uno por uno los hechos son abominables, reunidos en una visión de conjunto son los síntomas de un fracaso colectivo.

Fracaso en el planteamiento de la lucha contra el machismo con incidentes graves en progresión. Fracaso en la enseñanza como consecuencia del "buenísimo" tolerante y el desprecio hacia valores como la disciplina, la adquisición de conocimientos o el uso de la memoria. Fracaso de unas clases dirigentes, políticas o no, en su obligación ejemplarizante. Fracaso, en fin, en la definición de un proyecto de nación claro, razonable y sin complejos.

Esta es la realidad. Aunque muchos, como las avestruces, prefieran enterrar la cabeza para no interesarse mientras a ellos las aguas turbias del río les favorezcan.

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