Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

Omega

El largo de Sánchez Montes es un tributo a la ciudad y a las tribus que, en los ingenuos 90, atravesaban sus noches de dos lunas

Hay una Granada abierta y seminal que envía trenes al futuro cargados de flores azules. La Granada de Enrique Morente, de los hermanos Jesús y Antonio Arias, de Eric Jiménez, de Raúl Alcover, de Miguel Ángel Cortés. La Granada que creó Omega, un disco que vino a revolucionar la música, a unir punk y flamenco, y que ahora, veinte años después, retrata José Sánchez Montes en una película de acción camuflada de documental que se puede ver, oír, reír y llorar en las cadenas de televisión de pago. El largo de Sánchez Montes constituye también un tributo a la ciudad y a las tribus que, en los ingenuos noventa, atravesaban sus noches de dos lunas.

Omega. Una obra de arte sobre otra obra de arte que cualquier granadino debería buscar, puesto que ahora todo se encuentra, y que relata el proceso de creación de un fruto que ha ido creciendo y aliándose con el tiempo tras unos inicios tortuosos en los que los puristas, los "flamencólicos" que diría Morente, lo calificaron de basura. El disco fue maltratado por los críticos y rechazado por las grandes compañías, como Virgin, Sony o Universal, cuyos ejecutivos, "ellos saben sus nombres", comparten ya el destino de André Gide. En 1913, tras una lectura desatenta, el autor de Los monederos falsos rechazó el manuscrito de A la búsqueda del tiempo perdido de Marcel Proust, una novela capital en la historia de la literatura, y lo lamentó avergonzado el resto de su vida.

Omega es un regalo inmenso. Permite la dicha de volver a contemplar a Enrique en aquel tiempo en que le dio por parecerse a Van Morrison; cuando lucía las botas de puntera y reía con los ojos, como siempre lo hizo, como el duende que era. Y en los que se defendía del escándalo con raptos de inspiración, con frases aureoladas por la gracia: "Hay que molestar un poquillo, porque, si no, somos molestados solamente". ¡Enrique! Sólo se recuerda su inmenso talento, pero tenía tanto corazón que lo daba todo en casa y aún le sobraba para repartirlo por la calle. Enrique mejorando lo inmejorable y haciendo suyas letras de Lorca con música de Leonard Cohen. Enrique junto su mujer, a sus tres hijos y a Lagartija Nick. A todos, y a Granada, convertida en un personaje más, rinde homenaje Sánchez Montes en una película de una belleza hiriente, insoportable. La ves y te reconcilias con una ciudad fabulosa en la que merece la pena vivir pese al abandono institucional y el maltrato de sus élites. ¡El arte sucede!

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