Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

Pedalada de futuro

No lo ponen fácil. Ni carril bici ni respeto a los con bici. Ni cultura de ciclistas. Aún vivimos en la catetada

Una ciudad que pedalea se apunta al futuro. No queda otra. El progreso a cualquier precio ya solo es cosa de los que se apuntaron a última hora. Los del grupo de cabeza, Europa y demás, ya están con la revisión del modelo, porque hay cosas que ya se lograron y podemos hasta pensar cómo queremos progresar, porque progresamos.

Los ruidos y los humos son cosa del pasado. Resulta obvio a poco que viajes y te encuentres con la orientación que cualquier gran urbe ha cogido como bandera. Nada de cláxones ni runrunes de motor. Nada de embotellamientos amargantes con tanta mala leche que se te crea, como ese permanente parón de nuestra circunvalación que se quedó pequeña hace una década. Nada de eso. Todos como los chinos o los holandeses, hala. A pedalear y respirar puro si quieres estar a la última. Y mirar la vida sin cristales ni pantallas.

Es toda una filosofía de vida. Pero aquí, en Granada, donde siempre vamos a remolque de todo, llega tarde la bici y aún es casi anecdótica y la bici pública no te digo. Pero al fin llega. Amarillas y esperando a usuarios las he visto por algunas calles del centro y con alegría me he descargado ya la 'app' con que se reservan, el primer mes gratis, estas bicis que, al menos, vienen a subsanar la gran zanja que aún nos separa de los planes de movilidad de las ciudades sanas tipo Amsterdam o Berlín, donde los embotellamientos son ya de ciclistas pues los coches están tan fuera de sitio en los cascos históricos que hasta parece que les diera vergüenza asomar el morro por las esquinas.

Es una utopía, vale. Pero cuando me entra la prisa por ver mi ciudad tal y como muchos la hemos soñado, se me aparece llena de paseantes, bicis y tranvías y sin humos ni ruidos ni más agobios que las prisas por llegar a pie a los sitios, que es como ya se llega mejor a todo.

Es la última revolución a la que apuntarse, y en ello estamos cada vez más, sin modas, por convicción urbana. Pero no lo ponen fácil. Ni carril bici ni respeto a los con bici. Ni cultura de ciclistas, que aún algunos los siguen mirando como aquellos que no alcanzan a tener posibles para llegar al coche. Aún vivimos en la catetada.

Pero uno ya se conforma con ver que, si no hay revoluciones, al menos sí evoluciones. Y pedalada a pedalada transformamos la ciudad hacia una dimensión más humana.

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