Esta semana comienza una Navidad marcada por los espeluznantes pactos de Sánchez con el prófugo Puigdemont, el ex-sedicioso Junqueras, el convicto Otegui y un PNV de dudoso pasado presuntamente vinculado al nacionalsocialismo, o sea, del ‘bloque progresista’ del que presume un socialismo en descomposición, sostenido por un independentista de ultraderecha que ha aupado a Moncloa al primer dictador español del siglo XXI, a cambio del despiece de España. ¿Dónde queda la voluntad democrática del pueblo español cuando de facto gobierna en España un señor que ha obtenido 530.225 votos de un total de 24.743.612 votos válidos? Rajoy pudo cambiar la injusta ley electoral que padecemos, pero no quiso… Y ahora tenemos puño de hierro para nuestra Constitución y guante de seda para los enemigos de España.

Ensalzado por los suyos temerosa y temerariamente, y chantajeado por golpistas, Pedro I el cínico espera que el Grinch le conceda todos sus deseos: controlar los tres poderes –sólo le falta el Judicia–, un referéndum inconstitucional para Cataluña, una amnistía para los delincuentes del procés, pisoteando la igualdad ante la ley, un país confederado o despiezado –da igual, sólo importa seguir en Moncloa–, Decretos-Ley a mansalva y una negación a carcajadas de su patética realidad, que llevará a España a una situación límite.

Y mientras el Grinch –Papá Noël no parará en Moncloa– le concede todos sus inconstitucionales deseos, –aunque no le regalará El príncipe de Maquiavelo, no lo necesita–, los ciudadanos intentaremos olvidarnos de la situación de extrema gravedad y preocupación nacional que vivimos, celebrando la Navidad como la astronómica inflación y los estratosféricos tipos de interés nos permitan. Para más inri, según el FMI, en 2024 nos espera un importante frenazo de la economía, y seguro un subidón de impuestos a la clase media, enmascarados con progresía social.

Pero 2024 nos regalará antes la ruptura del orden constitucional y la imposición autócrata de un cambio de régimen al margen de la Constitución y la ley, a medida de independentistas, bilduexetarras…, para que Pedro I continúe en su trono de ambición, imposición dictatorial y deriva inconstitucional. Esta es su perversa justicia progresista.

No auguro pues felicidad alguna para España en el año próximo, sólo muros, confrontación, ilegalidad e inconstitucionalidad, todo por la ambición egocéntrica de un sujeto que se cree plenipotenciario, y a quien España y los españoles nada le importamos.

Disfruten lo que puedan en estos tiempos previos al desmantelamiento de nuestro Estado de Derecho y nuestra democracia. Tomen, si sus presupuestos lo permiten, mantecados, mazapán y turrón.

A pesar de todo, feliz Navidad… y preocupante 2024…

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