Paso de cebra

José Carlos Rosales

josecarlosescribano@hotmail.com

La historia se repite

Los que miran el mundo como si fuera monocolor ya están contribuyendo a la desaparición del pluralismo

Casi el 20% de los votantes de Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) podrían votar hoy a Marine Le Pen, la mentirosa candidata del filonazi Frente Nacional (FN). Estoy hablando de las elecciones presidenciales de Francia, de la segunda vuelta que, más allá de los Pirineos, se estará celebrando allí hoy domingo. No serán muchos (por fortuna) los izquierdistas de Mélenchon que voten a Le Pen, otros se abstendrán bajo viejas excusas y argumentos gastados: el candidato Emmanuel Macron (único adversario de Marie Le Pen) no es fiable porque ha trabajado para la gran banca (Rothschild & Cia); Macron tampoco es fiable porque pretende acentuar el europeísmo de Francia; Macron no es nada fiable porque no se propone la refundación radical del sistema político francés. Ya se sabe, lo que ahora está de moda en ciertos ambientes (supuestamente) de izquierdas es la refundación total del mundo.

En fin, lo he leído en la prensa más respetable de los últimos días: según algunos sondeos de opinión más o menos solventes, habrá un trasvase de votos entre Mélenchon y Le Pen, trasvase comprensible o incomprensible según el color del cristal con que se mire, así vamos, todavía hoy mirando la realidad con gafas monocromas, parece que todos (o casi todos) queremos ver el mundo de un solo color, nuestro color favorito, qué más da que el arco iris tenga siete colores (como mínimo)… Los que miran o ven el mundo como si el mundo fuera monocolor ya están contribuyendo a la desaparición del pluralismo, esa incómoda circunstancia (inevitable) que hace que la democracia actúe con lentitud: la lentitud que supone hilvanar una cadena de pactos, acuerdos que sólo son posibles con la cesión y la renuncia, sentarse y dialogar, cumplir aquello que se acordó.

Pero el mundo se ha vuelto vertiginoso, crecen las urgencias y las desigualdades, la paciencia ha dejado de ser una virtud y hay quien piensa que cualquier patraña podría ser mejor que la enfermedad. Hay que conseguirlo todo ahora, no mañana o pasado, a ser posible hoy. Todos queremos más. Los viejos sueños europeístas se han debilitado ante la incompetencia de unos y de otros. Y los vaivenes de una economía tan enmascarada como ubicua están empezando a desatar entre nosotros las peores pesadillas. Como la que vivió Europa en agosto de 1939, cuando la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaron un pacto de no agresión, el llamado Pacto Ribbentrop-Mólotov. ¿La historia se repite?

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