Me apasiona de la política su capacidad de sorprendernos a cada paso con ese saltarse el guión de los analistas que, si fueran humildes, reconocerían que no saben casi nada de lo que va a pasar en un colectivo humano. Susana no lo sabía, y eso que ya tiene tablas, y miren el trompazo que se ha pegado con el mal cálculo de Pedro Sánchez que le ha ganado limpiamente unas elecciones a base de coherencia, justo eso que los socialistas de bien les pedía a gritos a esta 'nomenklatura' desligada de lo real.

El ansia de regeneración ha elegido a Sánchez. Un voto del hartazgo, del premiar al menos malo entre tanto malón con tan malas artes en la política (maniobras en la sombra, manejo del candidato, pago de favores con cargos, recolocaciones, disimulo de las miserias agigantando las ajenas) que se olvidaron de practicar las virtudes del gran político, es decir, la integridad moral, la coherencia entre discurso y actos, la capacidad de ilusionar con ideas nuevas o ese no conformarse con el escándalo del desayuno y el encarcelamiento antes de acostarse.

A Susana le han dicho basta. Se habrá sentido traicionada al sacar en Andalucía menos votos (secretos) que avales (públicos). En el régimen andaluz hasta los propios empleados (en Andalucía deben estarlo casi todos, tiempo han tenido) están hartos del mangoneo general y las formas de capataz que se gastan.

Detecté hace tiempo a un tipo de cargo medio socialista con un perfil uniforme. Cuadros intermedios que, con escasa formación, hicieron años en la escuela del partido. Medraron más allá de su valía. Se les notaba en la verborrea del tipo "implementación de la coyuntura" o de la "puesta en valor" y tal. Esa gente -por llamarles algo- que saben más de arrimarse a tal o cual bando que de ideas políticas, sí, y que muerden por un cargo. Seguro que todos tenemos ya a alguno en mente.

Toda esa gente, para mí que este lunes estaba que no les llegaba la camisa al cuerpo. Porque los aires nuevos del partido, tan necesarios, con ese idealismo de Sánchez en su coche haciéndose los pueblos, eso no creo que lo soporten después de décadas mirándonos desde arriba. No es para ellos este tiempo nuevo de humildad y de volver a soñar con un mundo más justo, que es para lo que están, y para lo que les han elegido, con acierto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios