Provincia

Alcachofas para el conde

  • Cayetano Martínez de Irujo visita la cooperativa de los jornaleros · El aristócrata y los sindicalistas coinciden en la necesidad de crear industria con la agricultura.

Una concordia en pleno campo. La visita que Cayetano Martínez de Irujo realizó ayer a la cooperativa que gestiona el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) en Marinaleda sirvió para escenificar una paz entre el aristócrata y los jornaleros abanderados por el alcalde de dicho municipio, Juan Manuel Sánchez Gordillo, y el sindicalista Diego Cañamero tras las polémicas declaraciones del conde de Salvatierra en un programa de televisión, en el que criticó el régimen de subvenciones agrarias y la carencia de un espíritu emprendedor por parte de los trabajadores andaluces. El hijo de la duquesa de Alba reconoció tras el encuentro -el segundo que mantienen en menos de un mes- la necesidad de colaboración entre ambas partes y la falta de una mayor industrialización del campo andaluz, un problema que no conoce de clases sociales.

El aristócrata se hizo esperar. El encuentro en el Ayuntamiento de Marinaleda estaba previsto a las 10:00, pero no llegó hasta casi una hora después. En el acceso a la casa consistorial no faltaban banderas andaluzas con símbolos comunistas y, por supuesto, la tricolor, enseña imprescindible en todos los actos que protagoniza el SAT. El mercurio apenas superaba los siete grados cuando una docena de vecinas se arremolinaban en las escaleras del edificio municipal, en cuyo interior estaban ya reunidos Sánchez Gordillo y Cañamero. Entre ellas se encontraba Pilar Gómez, que no recordaba haber visto nunca antes a un aristócrata tan cerca. A esta vecina de Marinaleda le acompañaba su tocaya Pilar Martos, quien sí retenía en su memoria a un aristócrata: el duque del Infantado, cuyas tierras ocupó durante años con su marido y que ahora son explotadas por la cooperativa del sindicato. Todas lucían chándal y todas repetían las mismas razones para desacreditar las declaraciones del conde de Salvatierra: "Hay que repartir la riqueza. No puede haber tan pocos con tanto y tantos con tan poco". Estribillo en forma de trabalenguas con el que no se trababan estas mujeres a las que Cayetano Martínez de Irujo saludó cortesmente en cuanto se apeó de su todoterreno.

La visita del aristócrata a estas tierras provocó la atención de los magacines matinales, cuyos reporteros se mezclaban con los de los servicios informativos. La prensa del corazón y la autodenominada seria se disputaban los escasos metros cuadrados que abarca el salón donde se reunió el conde con los representantes de los jornaleros. Una foto del Che Guevara presidía la estancia. A los 10 minutos una avalancha de micrófonos recogía las declaraciones de Martínez de Irujo: "Los problemas que tiene mi empresa son los mismos que padece este sindicato. Hace falta industria, comercialización, desarrollar la agricultura". Palabras del hijo de la duquesa de Alba que se repetían luego con Cañamero, quien insistió en la necesidad de que se tome la cooperativa del SAT como ejemplo para el desarrollo del campo andaluz. "No podemos quedarnos sólo con vender la materia prima, hay que dotar a la tierra de industria. Las grandes extensiones de tierra no son productivas", añadía el sindicalista, quien en la reunión solicitó al conde de Salvatierra la venta por "precio simbólico" o mediante el pago de rentas de alguna de las fincas que la Casa de Alba posee en Sevilla y Córdoba, una petición que -según Martínez de Irujo- es "imposible de atender por ahora".

Después llegaba el tour de visitas. Primero a la envasadora, donde el trabajo lo desempeñan, sobre todo, mujeres, y luego a la finca El Humoso, en la que se recolectan al año cinco millones de kilos de aceitunas para la producción, principalmente, de uno de los aceites de mayor calidad de Andalucía. Manuel Martín ejerció de cicerone en este trayecto. Es uno de los trabajadores más antiguos de la aceitera junto con Juan Prieto, quien estuvo más de 10 años ocupando estas tierras que eran propiedad del duque del Infantado hasta que lograron su cesión para el sindicato. Actualmente sus 1.300 hectáreas proporcionan más de 300 jornales, según el SAT. Un jornalero trabaja seis horas y cuarto al día y gana por ello 47 euros. Los trabajadores aseguran que la crisis en Marinaleda apenas la perciben gracias al empleo que genera la cooperativa.

La visita terminó en un campo de alcachofas, en el que Cayetano comprobó la recogida de esta verdura, uno de los cultivos más rentables de la comarca. La comitiva formada por el conde y los sindicalistas agrarios siguió avanzando entre terruños bajo el sol de enero. Personajes antagónicos del campo andaluz en una misma escena. El tópico que no cesa.

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