"El ataque al modelo de las cajas ha sido virulento"

Antonio Jara Andréu. Presidente de Caja Granada

El ex alcalde de Granada cumplirá en febrero dos años al frente de la entidad, pilotando la transformación más profunda que ha tenido en un siglo de historia.

Antonio Jara, el pasado viernes, en su despacho de Cajagranada.
Antonio Jara, el pasado viernes, en su despacho de Cajagranada.
Magda Trillo / Granada

27 de noviembre 2011 - 05:04

Asumió la presidencia de Cajagranada cuando aún estaba vigente el espíritu del Pacto de Saray y en Andalucía se defendía políticamente la teoría de las dos torres. A los cuatro meses ya estaba en marcha la fusión y hoy, casi dos años después de su toma de posesión, la entidad que dirige Antonio Jara (Alquerías, 1946) forma parte de un gran banco y ya está en marcha una segunda ola de alianzas en la que tendrán que jugar los cuatro socios del Grupo Mare Nostrum: Cajagranada, Caja Murcia, Sa Nostra y Penedés.

-¿Cómo analizaría estos meses de intenso proceso de integración?

-No hemos tenido un solo día de tregua en este tiempo y nos hemos visto obligados a tomar decisiones importantes en plazos muy cortos. La crisis económica, lejos de remitir, se ha ido agravando. Los mercados no han cesado en sus ataques, especialmente virulentos en la Zona Euro. Hemos convivido con serias amenazas de recesión y hemos visto quebrar algunos países del entorno. El mundo financiero, y en particular las cajas de ahorros, ha sido sometido a un proceso de reestructuración y ajuste extraordinariamente duro y sin precedentes en su historia. Ha sido un tiempo muy convulso y acelerado, pero CajaGranada está viva, plenamente operativa y presente en el panorama nacional de las cajas y, aunque la tormenta no puede darse por terminada, las perspectivas de futuro son moderadamente esperanzadoras.

-¿Qué se ha ganado y qué se ha perdido por el camino?

-Hemos modificado la arquitectura financiera de la caja, pero lo hemos hecho protegiendo la marca y, lo que es más importante, preservando su naturaleza social y fundacional. Somos una caja de ahorros que opera con forma de banco. BMN tiene unos activos de 68.000 millones de euros, más de 1.500 oficinas, distribuidas en 22 provincias españolas, y que atiende a más de 3,5 millones de clientes. Venimos de colocar más de 240 millones entre inversores, en un momento precisamente poco propicio. Ahora somos una entidad más grande, más sólida, más solvente y, por tanto, más competitiva. Nadie nos ha absorbido ni nos hemos ido a ninguna parte; seguimos estando cerca y pegados a nuestro territorio. Pienso, honestamente, que hemos hecho lo que en estas circunstancias había que hacer. Esta transformación ha supuesto ajustes duros, pero ese era el precio a pagar por nuestra supervivencia.

-¿Han dejado los políticos andaluces de inmiscuirse?

-Quizá hubo momentos de confusión y no se supo ver a tiempo la dimensión y el alcance de la reestructuración. Cajagranada actuó con agilidad y autonomía, y tomó, a través de sus órganos de gobierno, las decisiones que entendía más beneficiosas para la entidad. Es cierto que, inicialmente, hubo algunas incomprensiones y malentendidos, pero el tiempo ha ido poniendo las cosas en su sitio.

-¿Realmente era una mala idea la gran caja andaluza? El hundimiento de la caja de Galicia y de varias catalanas parece apuntarlo.

-Las fusiones intracomunitarias de entidades no han resultado, en efecto, exitosas. En nuestro caso, siempre pensé que no era tan importante la concentración de lo existente cuanto dotar a Andalucía de unos servicios financieros eficientes y solventes, sin sacrificar ni desequilibrar el territorio. Para Cajagranada, los costes en términos de solapamiento y de equilibrio territorial eran inasumibles. Es evidente que algunos no pensaban lo mismo y que había otros proyectos para Cajagranada, pero a mi modo de ver eran poco respetuosos con nuestra entidad y con su territorio.

-¿Estamos aún en la pista de salida? ¿Llegará una segunda ola de fusiones?

-Pienso que ya ha llegado. El mapa financiero ha experimentado un cambio radical que, en efecto, no puede darse por cerrado. Los nuevos requerimientos de tamaño y solvencia apuntan la necesidad de nuevas operaciones. Estoy convencido que las habrá. La cuestión es el cómo y el para qué. Lamentablemente, estamos actuando a empujones y bajo los efectos compulsivos de unos mercados sin control. El ataque al modelo de las cajas ha sido especialmente virulento y no es descartable un recrudecimiento.

-¿BMN podría ennoviarse con alguno de los grupos en los que hay otras cajas andaluzas?

-No me gusta hacer pronósticos ni pronunciarme sobre conjeturas, pero la reestructuración sigue abierta y, por tanto, todas las opciones son teóricamente posibles.

-Hay dos operaciones que empiezan a sonar. Por un lado, la posibilidad de que Banca Cívica se incorpore a BMN y, por otro, una futura alianza con el grupo de Unicaja...

-La posición del grupo, como hasta ahora, es participar en el proceso de restructuración del sector. Estar atentos a los movimientos que se puedan producir. Por tanto, no hay nada decidido; todas las posibilidades abiertas y la mejor disposición para contribuir al fortalecimiento del actual proyecto ganando en dimensión, en fortaleza financiera y en eficiencia. Cualquier operación que haga BMN ha de ser que contribuya a fortalecer el sistema y a fortalecer el grupo y que el grupo sea viable económicamente. Todas las posibilidades están abiertas.

-¿Van a quedar en España seis u ocho grandes grupos financieros en el plazo de pocos años?

-No sé cuál será el número final, pero la tendencia que se aprecia es la de una creciente concentración. La cuestión del número es importante, pero es más importante preguntarse por la naturaleza y el carácter de esos grupos. Yo estoy convencido de que la pervivencia del modelo de las cajas de ahorros, con una u otra arquitectura, sería buena para el sistema financiero en su conjunto y para el desarrollo económico en nuestro país. Hay que avanzar en su profesionalización y modernizar sus estructuras de gobierno, pero los rasgos distintivos del modelo -cercanía territorial, lucha contra la exclusión financiera y reparto del dividendo social- deberían garantizarse.

-¿Estamos haciendo [las cajas] de verdad lo que hay que hacer? ¿Tendrá éxito este modelo ante el acoso de otros operadores como la banca?

-Hay que reconocer que las cajas de ahorros no siempre hicieron lo que debían y, en no pocos casos, cometieron graves errores. Pero hoy estamos haciendo lo que la situación socioeconómica aconseja, lo que los organismos reguladores exigen y lo que el nuevo marco jurídico permite. Este es un sector muy regulado y en franca reconversión, y la capacidad de tomar decisiones autónomamente, contrariamente a lo que se pueda pensar, es bastante limitada. Las cajas de ahorros son, desde hace tiempo, objeto de deseos y apetitos desordenados, por eso no me atrevo a hacer conjeturas sobre el éxito o el fracaso del modelo ante el acoso de los mercados, la banca y sus eventuales aliados. El último capítulo de esta reconversión está aún por escribir.

-¿Qué va a hacer Cajagranada para seguir teniendo vinculación con el territorio?

-Cuanto mayor sea el tamaño del grupo menor será, lógicamente, nuestro porcentaje de participación en el mismo. Pero estemos donde estemos, con quien estemos y como estemos, nuestra lealtad al territorio no estará en cuestión. Nuestra participación en un banco, sea cual sea su tamaño, siempre estará al servicio del territorio propio de la caja. Nuestro objetivo es poner a disposición de nuestros clientes el mayor potencial posible de desarrollo económico y social y los mejores servicios financieros posibles. Queremos ser mejores, más grandes y más fuertes para ser más útiles, sin dejar de estar cerca.

-A medio plazo, ¿cree que es factible hablar de apertura de sucursales, creación de empleo y expansión hacia el resto de Andalucía y ser puerta a Marruecos?

-En circunstancias normales así debería ser, pero la normalidad va a tardar en llegar. La situación que estamos viviendo es extremadamente dura, inestable y cambiante. Ahora toca reestructurar, sanear, capitalizar y hacer a las entidades financieras más viables y solventes. Hay que pensar en el crecimiento y en la creación de empleo cuanto antes, desde luego, pero hay que actuar responsablemente e interiorizar que, tras esta crisis, nada volverá ya a ser igual. El expansionismo del sector ha quedado aplazado sine die y debe ser sustituido por los objetivos de solvencia y sostenibilidad.

-La incertidumbre del sistema financiero genera una desconfianza tremenda en los ciudadanos. ¿Están seguros nuestros ahorros?

-Absolutamente seguros. Los ahorros de nuestros clientes tienen todas las garantías. La preocupación ciudadana por la marcha de la economía y, sobre todo, por el desempleo es lógica. Pero la reestructuración financiera y los planes de recapitalización bancaria han venido, precisamente, a fortalecer el sector, a darle seguridad y a garantizar la confianza de los clientes.

-En un discurso reciente usted mismo cuestionó el éxito de la recapitalización y dijo que "las tareas resultan ineficientes para atajar el deterioro de los activos inmobiliarios". ¿Qué hará BMN con las miles de viviendas que tiene?

-En repetidas ocasiones, en efecto, me he manifestado favorable a priorizar las tareas de saneamiento financiero y depuración de los balances, frente a otros objetivos a mi entender menos urgentes. En todo caso, BMN está haciendo una gestión óptima del riesgo, prueba de ello es la buena evolución que lleva la campaña de venta de viviendas, en el entorno de las 10.000 unidades en este momento. Estamos haciendo un esfuerzo muy importante por dinamizar el sector, ya que, cuanto antes consigamos hacer la digestión del stock, en mejores condiciones estaremos para superar la parte doméstica de la crisis.

-Uno de los temas que más crispación social suscita son las primas e indemnizaciones millonarias que se han llevado muchos consejeros después de que sus entidades hayan sido rescatadas...

-He dicho, y reitero, que me parece una práctica intolerable e inaceptable, por indecente, desde cualquier punto de vista que se mire. Desde una perspectiva ética, se trata de comportamientos reprobables, sin justificación ni acomodo alguno en una sociedad bien ordenada. Se ha ocasionado un daño reputacional incalculable al sector de las cajas. Los organismos reguladores y las administraciones públicas, que ejercen funciones de control y tutela, deberían actuar con la máxima contundencia y eficacia.

-Acaban de dimitir el presidente y el director de Penedés al conocerse su millonario plan de pensiones...

-El caso de Penedés es el caso de Penedés, no de BMN. Es el caso de una de las entidades integradas en el grupo que se corresponde con la gestión interna de la entidad. En cualquier caso, son comportamientos nada edificantes, todo lo contrario, y ocasionan un daño reputacional al sector indudable. Desde el grupo BMN la única valoración que puedo hacer es ésa, pero dejando muy claro que no es el grupo el que está concernido y que corresponde a comportamientos anteriores.

-¿Apoya la idea lanzada por Barroso de que haya responsabilidad penal -cárcel- en el caso de los directivos de cajas y bancas que así se considere legalmente?

-Los comportamientos delictivos o irregulares deben ser sancionados siempre, y cuando de actuaciones dolosas o culposas se trate, hay que activar el Código Penal, sin duda. No obstante, el Código Penal es el último recurso; yo soy partidario de cargar la mano en la ética de los negocios y de establecer y reforzar rigurosos mecanismos de trasparencia y control interno, propios de todo buen gobierno corporativo. Todos deberíamos llevar a cabo los mayores esfuerzos de transparencia y establecer mecanismos eficaces para deducir las responsabilidades exigibles en cada caso.

-Europa está centrada ahora en impulsar una segunda recapitalización de los bancos. ¿Hay realmente una necesidad?

-En Europa ya se produjo una recapitalización desordenada, en 2008 y 2009. Muchos países inyectaron capital en sus bancos sin reestructurar verdaderamente el sector y sin propiciar las integraciones y la reducción de capacidad y de operadores que era necesaria. En España se ha recorrido el camino a la inversa, más ordenado: primero reformar y reestructurar el sector y luego recapitalizar. Ahora, en Europa se dan cuenta de que en países como Alemania o Francia hace falta no sólo capital sino también reestructuración. En este asunto España ha hecho deberes que otros países tienen aún pendientes.

-¿Qué opina de la idea de Botín de dejar caer a los débiles?

-Tal y como bajan las aguas, aquí todo el mundo se considera con licencia para pescar. Creo que hemos encarado un proceso intenso y acelerado de reestructuración y ajuste que, aunque no puede darse por acabado, en líneas generales puede considerarse riguroso y modélico. Ahora estamos en plena tarea de fortalecimiento. En los casos fallidos, sea por inviabilidad del proyecto o por incapacidad para responder a los requerimientos de capitalización, se ha producido la intervención del Banco de España. "Dejar caer a los débiles" obligaría a identificarlos, primero, y a demostrar su debilidad, después. En todo caso, hay que tener mucho cuidado en que no sean los ciudadanos más débiles, precisamente, quienes acaben pagando las caídas provocadas por los más fuertes. El maltusianismo de algunos puede esconder proyectos de canibalismo financiero.

-Continúa el debate entre el control de déficit y la adopción de una política expansiva que permita dinamizar la economía y crear empleo. ¿Son incompatibles?

-Es evidente que no se puede crecer si todos los países aplican al unísono rígidas políticas de austeridad y contención del déficit. Pero sólo podremos coordinar las políticas fiscales y los estímulos necesarios si hay una mayor cohesión en Europa. Esta crisis, que también es política, tiene mucho que ver con la deficiente institucionalización de la UE y su falta de liderazgo político. En todo caso, sin renunciar a la reducción del déficit, parece conveniente apostar más por la productividad y la competitividad -hacer más con lo mismo- que por los recortes. Los esfuerzos inversores en I+D+i, sanidad y educación son buenos ejemplos, pero no debemos olvidar que es imprescindible activar el crédito a familias y a empresas.

-En su caso, por edad, no puede optar a un segundo mandato en la entidad. ¿Se jubilará a los 67? ¿Volverá a la universidad?

-El retorno a mi trabajo en la universidad es una posibilidad que siempre he procurado mantener abierta. La fecha coincidirá con el final de mi mandato legal en la caja. Pero debo advertir que yo, que siempre me he considerado un trabajador por cuenta ajena, no me muevo por el calendario del mandato sino por el grado de cumplimiento de los objetivos. Me explico: en el gobierno de la caja estamos trabajando para mantener a Cajagranada en el mapa financiero español en las mejores condiciones posibles de solvencia y servicio a nuestros clientes. Esa es la meta. Si quienes me encargaron esta tarea entienden que no estoy cumpliendo eficazmente, bastará con que me lo hagan saber, porque tengo muy claro lo que en tal caso debo hacer. Y si yo, personalmente, no me veo con la capacidad y la fuerza necesaria para lograrlo también sé lo que tengo que hacer. De momento, lo que toca es trabajar, trabajar y trabajar.

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