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Una medicina a la defensiva, pautas para evitar el colapso

Una investigadora en un hospital de Andalucía.

Una investigadora en un hospital de Andalucía. / Juan Carlos Vázquez

El escenario se mantiene. Sigue sin haber certezas de la pandemia, pero a estas alturas hay una cosa medio clara: el apaciguamiento del coronavirus está costando en España unos 20.000 muertos --según el recuento oficial, que irá creciendo más moderamente-- y toda una cuarentena que va camino de la literalidad del día cuarenta.

Quién sabe qué viene después. Habrá que ver si será necesario que la cuarentena siga hasta finales de mayo, por ejemplo. O que un rebrote obligue a retomarla en junio. En otoño quizá. O en invierno. El ensayo y el error serán la guía para evitar el temido colapso sanitario.

"El virus me ha enseñado a no hacer muchas predicciones sino, mas bien, a prepararnos para todos los escenarios posibles", dice a este periódico Jesús Rodríguez Baño, presidente de la Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas.

Sin posibilidad aún de datos precisos ni resultados concluyentes, la ciencia se ha agarrado al repertorio del conocimiento acumulado y a las escasas nuevas pistas de las que dispone para acudir a lo urgente. Salvar vidas, prever la saturación hospitalaria y observar, seguir estudiando la estrategia defensiva. "El virus nos enseña una lección cada día", subraya Rodríguez Baño, quien, como jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Macarena de Sevilla, combina el pisado de la planta con la matemática de matrices y la farmacología de matraces.

Menos camas ocupadas y menos pacientes en la UCI

La táctica consiste en sacar la pelota fuera. Cuanto más lejos, mejor. Y al patadón si hace falta, ya habrá tiempo para la filigrana. Por eso, por ahora, de poco sirve detenerse en hipótesis sin contrastar o en ensayos sin revisar, que es lo que abunda hoy en el catálogo de publicaciones especializadas. La incerteza aconseja confinamiento y tratamiento clínico; ensayo, error, otra vez, y vuelta a empezar.

El primer logro es haber logrado que la saturación del sistema sanitario no haya llegado al colapso total. Así ha sido en los hospitales andaluces. Ha habido previsión, desalojo de alas, provisión de camas adicionales, creación de circuitos para el acceso de los pacientes... En Andalucía no dejan de disminuir las camas ocupadas (444 menos desde el 9 al 15 de abril) y los pacientes en la UCI (de 406 a 343 en el mismo periodo).

"El confinamiento está siendo clave –afirma Rodríguez Baño–. También tenemos la impresión de que los tratamientos que aplicamos están siendo capaces de reducir los ingresos en la UCI, pero hasta que no tengamos datos fiables esto es solo una suposición. Habrá que estar atentos a qué ocurre ahora que se reanuda la parte de la actividad no esencial", advierte.

El dilema clínico de los médicos

"Los médicos nos vemos en una situación muy compleja", apunta el especialista. "No existe evidencia científica para recomendar ningún tratamiento, pero existe una evidente necesidad médica de intentar curar. Intentamos hacer los tratamientos en ensayos clínicos cuando es posible y, cuando no, ofrecer los tratamientos a los pacientes basándonos en datos muy preliminares y advirtiéndoles de que no hay evidencia clara sobre su eficacia y tolerancia".

Para médicos como Rodríguez Baño, en la vanguardia de la experimentación clínica, hay "muchísimos" elementos del virus aún desconocidos, "algunos cruciales": "Los factores que predicen que un paciente que inicialmente tiene una infección leve pueda complicarse, cuál es el mejor tratamiento en cada fase de la infección, cuándo deja un paciente de ser contagioso..."

El grado de la inmunidad y su duración

Tampoco hay certezas en lo demás. No la hay en la inmunidad adquirida después de haber sido contagiado. ¿Y si todo el mundo enfermara y así los organismos crearían sus recursos inmunes? Hay dos problemas", avisa el médico, "uno es que, aunque sea una minoría la que desarrolla una infección grave, las consecuencias cuando la transmisión es masiva son muchos fallecimientos y el colapso. El segundo problema es que no sabemos bien qué grado de inmunidad se adquiere y si ésta es duradera". Por ahora, por tanto, sigue siendo prioritario "evitar todos los contagios posibles".

Atentos a los cambios tras la relajación del confinamiento

La superación de la crisis sanitaria dependerá de la existencia de rebrotes, de los nuevos picos, que nadie descarta pese al posible refuerzo del general Verano en el tablero de operaciones. "Hay que avisar que puede haber rebrotes y que eso podrá requerir nuevas medias o reimplantar algunas que se quitaron", dice de entrada Rodríguez Baño. "Habrá que estar muy atentos a lo que ocurra alrededor de 2-3 semanas después de cada cambio en las medidas", que espera que no ocurran los rebrotes.

Sobre si, en efecto, el verano dé una tregua, el especialista señala que "hay opiniones de expertos para todos los gustos". "Los virus estacionales suelen transmitirse más en invierno y se piensa que este virus podría hacerse estacional. No lo sabemos. Tampoco sabemos si el calor le sentará mal a su transmisibilidad. No nos queda más remedio que esperar", asume antes de añadir que "ojalá que la situación en verano nos permita a todos volver, aunque sea en parte, a una cierta normalidad", pero insiste en que de este coronavirus ha aprendido a seguir actuando a la defensiva: "No hacer predicciones" sino "prepararnos para todos los escenarios".

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