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La violencia de género avanza en las redes sociales: "El agresor siempre está ahí"

Carolina González, psicóloga e integrante del colectivo #hateblockers.

Carolina González, psicóloga e integrante del colectivo #hateblockers. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Un youtuber enciende la cámara y comienza a hablar con su comunidad. La conversación trata de temas banales hasta que, llevado por la inercia de la charla, el creador de contenidos termina hablando de un amigo suyo, abstemio, que termina por ligar con mujeres en evidente estado de embriaguez. "Un fuera de serie", lo define el youtuber. El incidente, basado en una experiencia real, ha sido replicado por el Ministerio de Igualdad en su última campaña, en la que pone el acento en la cotidianeidad de la violencia de género, que incluye por supuesto las redes sociales y el mundo 2.0.

Contra el aumento de este "discurso de odio" en redes sociales se han levantado varios colectivos y asociaciones, como #hateblockers, una de cuyas integrantes, Carolina González, pese a todo asegura que las redes son solo "una herramienta", pues no hacen más que replicar una tendencia ya existente en la sociedad, que se distribuye por un canal que, pese a todo, está activo "24 horas al día, 7 días a la semana", lo que hace que, según esta psicóloga y experta en comunicación con perspectiva de género, "la presencia del agresor siempre está ahí". 

Pese a su 'juventud', TikTok también se ha llenado de mensajes machistas

Precisamente ese “24/7” de las redes, que se han convertido en un indispensable del día a día, hacen que las actitudes machistas en este medio parezcan más inocuas y ese banalicen, “pero no debería ser así”, según explican algunas mujeres consultadas por este medio y que han sufrido en sus carnes este acoso en redes, que también consideran que el anonimato es el mejor escudo, pues "a la cara la gente se corta más, aunque no estén de acuerdo contigo, no te van a desear que mueras. En las redes, sí" 

Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de redes sociales? Según Carolina González -que ha impartido este jueves una conferencia en la Facultad de Comunicación de Granada- este mensaje está presente en todas las plataformas, pero ella pone el acento en dos: Twitter, donde la violencia de género es "más agresiva", debido en parte al anonimato que ofrece la empresa de Elon Musk, lo que ha ocasionado que, con el paso de los años, se llene de trolls; y TikTok, una red social relativamente joven que, pese a todo, también se está llenando poco a poco de mensajes misóginos y machistas. 

Esa ubicuidad del discurso de odio, unido a la novedad del mundo digital hacen que sea un problema difícil de atajar. Algo a lo que también hay que añadir la falta de datos que existen sobre este asunto, algo que ya dejó constancia en Instituto Europeo de Igualdad de Género cuando afirma que "los datos sobre ciberviolencia son escasos y, en consecuencia, se sabe muy poco sobre el porcentaje real de víctimas". 

Pese a todo, existen algunos datos que permiten esbozar la situación de la violencia de género ejercida a través de las redes sociales. Así, la macroencuesta de 2019 de la delegación del Gobierno contra la Violencia de Género, realizada a más de 10.000 mujeres, mostraba que el 7,4% de las mujeres mayores de 16 años han recibido alguna vez insinuaciones inapropiadas, mientras que el 15,2% ha experimentado acoso de forma reiterada por la misma persona. 

Contra el algoritmo y la ultraderecha

A la hora de frenar el auge de la violencia de género en las redes, el colectivo #hateblockers identifica dos rivales: el algoritmo y el auge de partidos de ultraderecha, que han generado "un debate antifeminista" que ha terminado por minar la visión más o menos hegemónica que se tenía de este asunto, según explica González. 

En el primer caso, la psicóloga se muestra firme en su postura de "regular el algoritmo desde la ética y la ley", por lo que pide que las administraciones se impliquen en el asunto y tomen partido, pues el algoritmo, como repite en varias ocasiones González, no es un ente abstracto ajeno a la realidad, sino que detrás de él hay personas e intereses. 

En este sentido, la psicóloga apuesta decididamente por la Inteligencia Artificial (cuya agencia podría recalar en Granada) para poder poner límites al algoritmo, pues según desarrolla los mensajes de odio "son más atractivos", lo que hace que a la gente les llame más la atención y generen más interacción, lo que hace que, a la hora de la verdad, "el algoritmo funcione", pero se hace necesario, apunta González, un cortafuegos que impida que un mensaje de este tipo se extienda, por mucho feedback que tenga.

Llegados a este punto, González saca a coalición el auge de partidos de extrema derecha, que "están muy bien organizados" y que, especialmente, "están más especializados en marketing digital", lo que les permite colarse por las rendijas del algoritmo y colar sus mensajes, muchas veces camuflándolos de inocuos, por ejemplo, transmitiéndolos a través de gente joven, lo que hace, explica la psicóloga, que tenga más calado entre el público también joven.

Detalle de una campaña del Ministerio de Igualdad. Detalle de una campaña del Ministerio de Igualdad.

Detalle de una campaña del Ministerio de Igualdad. / G. H.

David contra Goliat

Hablar el lenguaje de los jóvenes parece fundamental para que erradicar ese mensaje de antifeminismo. De hecho, González considera prioritario "educar antes que prohibir" el uso de la tecnología entre los más jóvenes, pues "van a acceder cuando sientan que tienen que hacerlo".

Con base a este axioma, la psicóloga ve con buenos ojos las distintas campañas que desde el área de Irene Montero se lanzan para concienciar sobre igualdad, muchas veces apoyadas en lo viral (y también en lo polémico), pero que también quedan opacados ante los mensajes de odio de grandes nombres de la red. Para ella es algo lógico, pues el ministerio tiene unos recursos y alcance limitados y poco pueden hacer frente a los "grandes números" que mueven los pesos pesados del mundo digital.

Pese a todo, desde #hateblockers siguen en su empeño de visibilizar un mensaje feminista en las redes, pues no cejan en su empeño de que estas plataformas no son más que un medio, y que todo depende de quién las use. 

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