Ayer y hoy
  • Fueron felices años veinte. Granada pasó a la modernidad con el Renacimiento y la Universidad de Carlos V

  • Encaramos ahora nueva década recordando el centenario del Concurso del Cante Jondo

La década prodigiosa en Granada

Real Chancillería de Granada Real Chancillería de Granada

Real Chancillería de Granada

Escrito por

José Luis Delgado

El escritor y periodista pontanés Rodolfo Gil en su obra El País de los Sueños (1901) dedicó a Granada estas palabras "[…] los que en las glorias del pasado buscáis consuelo: ¡Venid a Granada!... ¡Quedaos en Granada!".

En todo el mundo cristiano repicaron las campanas en 1492. Aquello de la Toma supuso la casi unidad de los reinos de España y el fruto de la granada aparecerá como una firma en el escudo nacional. Granada se pone de moda. Suerte tuvieron los tatarabuelos que pudieron ver aquella impresionante transformación sobre todo a raíz de la llegada de Carlos V en 1526. Se pasó de una Granada medieval y musulmana a otra moderna y cristiana, aunque supo mantener, con luces y sombras (la cuestión morisca), los últimos brillos de la rica herencia nazarí.

La década de los años 20 del siglo XVI puede ser calificada de "prodigiosa". Yo que nací frente a la Capilla Real podría haber visto bajo mis balcones al mismísimo emperador interesándose por la última morada de sus padres y abuelos. Y hubiera visto pasar a su guapa esposa Isabel. Por mi calle anduvo el fundador de nuestra Universidad, iniciada nada menos que con cinco facultades (1531); pasaron Boscán, Garcilaso, Lucio Marineo Sículo, el cronista siciliano que se admiró de Granada: "Es abrazada por dos collados…uno se llama Alhambra y otro Albaicín, separados por el rio Darro…". Pasó el embajador veneciano Andrea Navagiero en mayo de 1525 y en su Viaje por España, al visitar el Generalife escribió esto: "[…] la hermosura de sus jardines y de sus aguas es lo mejor que he visto en España".

Carlos V y la Universidad. Carlos V y la Universidad.

Carlos V y la Universidad.

Pasaron los más ilustres arquitectos, escultores y pintores al calor de los grandes monumentos granadinos: Hospital Real, San Jerónimo, La Lonja de Mercaderes, la Catedral, el Palacio de Carlos V… ¿Cuánta mano de obra necesitamos? Pudimos ver a Enrique Egas trabajar en la Capilla Real y la Catedral; a Bigarny, a Diego de Siloe, Pedro Machuca, Bartolomé Ordoñez, Alonso Berruguete; aquellas "águilas del Renacimiento" como los calificó Gómez-Moreno (1941). Esta primera mitad del siglo XVI fue prodigiosa; imaginamos las necesidades de abastecimiento; no debía haber ni un solo parado; y si había pobres, o eran vagos o enfermos. Aquellos que recogían el Hospital Real y San Juan de Dios unos años después. Hospitales para enfermos de bubas, locos, peregrinos… atendidos en su mayoría por las órdenes religiosas que llenaron Granada de iglesias y conventos reconvirtiendo mezquitas; docenas de palacios y casas nobiliarias, con la consiguiente oferta de cientos de puestos de trabajadores a los que había que alimentar.

Es esa nueva Granada del Renacimiento, calificada como "la tercera Corte de España", a la que vinieron los hijos de Nebrija (Sancho y Sebastián, 1520) para dar más brillo a la imprenta; aparece el barrio aristocrático en torno a la Carrera del Darro simbolizado por la Casa de Castril con su preciosa portada plateresca realizada por el nieto del secretario de los Reyes Católicos Hernando de Zafra (1539) y que unos años después quedaría reflejada en la plataforma de Ambrosio de Vico donde ya aparece la nueva Chancillería después de que Carlos V mandara comprar unas casas al Patriarca de las Indias Antonio de Rojas.

Caricatura del Concurso del Cante Jondo, de López Sancho. Caricatura del Concurso del Cante Jondo, de López Sancho.

Caricatura del Concurso del Cante Jondo, de López Sancho.

La nueva Granada ensanchaba sus calles y ampliaba sus espacios. Plaza Nueva, Bibarrambla y el Campo del Príncipe; embovedado el primer tramo del Darro, casi intactas las murallas con sus numerosas puertas, colegios, palacetes, iglesias y conventos que salpican toda la ciudad.

500 años después abrimos nueva década celebrando otro acontecimiento y de otra variedad. El centenario del Concurso de Cante Jondo de 1922 que pone de feliz actualidad a Granada. Lo que no sé es cuánto nos costarán los fastos ni cuántos puestos de trabajo nos reportará. Y aunque la Cultura no se mide en euros, conviene que cuadren las cuentas para que Granada encare la nueva década que ojalá sea tan prodigiosa como aquella que se soñaba en El País de los Sueños.

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