“La cirugía mínimamente invasiva ha cambiado la vida de nuestros pacientes”
Contenido ofrecido por Vithas Granada
El doctor Ángel Horcajadas, con más de una década en el Hospital Vithas Granada, explica cómo la tecnología ha revolucionado la neurocirugía moderna

Con más de 30 años de experiencia en quirófano y 11 como coordinador del Servicio de Neurocirugía de Vithas Granada, el doctor Ángel Horcajadas es una de las referencias de nuestro país en su campo. Su carrera abarca desde complejas cirugías craneales hasta procedimientos de columna vertebral, todo apoyado por una tecnología puntera que mejora la precisión, la seguridad y la recuperación del paciente. En esta entrevista con este medio, el Dr. Horcajadas nos ofrece una mirada clara y cercana a una especialidad médica tan fascinante como decisiva.
Pregunta.–Desde su experiencia ¿Cómo definiría a la neurocirugía?
Respuesta.–La neurocirugía es una especialidad médica y quirúrgica que se encarga del tratamiento de las enfermedades del sistema nervioso mediante cirugía. Abarca tanto el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal) como el periférico, es decir, raíces y nervios periféricos. También tiene un papel importante en el tratamiento del dolor. Es, por decirlo así, lo que el cirujano digestivo es al aparato digestivo; nosotros lo somos al sistema nervioso.
P.–¿Cuáles son las patologías más comunes que trata usted y su equipo?
R.–Lo más frecuente que tratamos es la patología de la columna vertebral. Es la que ocupa más de la mitad de nuestra actividad, tanto en la sanidad pública como en la privada. A nivel craneal, los tumores del sistema nervioso son los más habituales. Pero en la columna, las hernias discales, tanto cervicales como lumbares, son lo que más vemos. Estos discos pueden romperse y presionar un nervio, causando dolores como ciática o dolor en el brazo. También tratamos estenosis de canal, que es una compresión de todas las raíces nerviosas, y tumores que comprimen la médula o raíces nerviosas.
P.–¿Qué síntomas deben alertar a una persona para consultar con un especialista?
R.–En el caso de la columna, por ejemplo, un dolor lumbar constante durante meses, que impide dormir y aparece en alguien que nunca ha tenido ese dolor, es motivo de alarma. Lo mismo si hay pérdida de fuerza en algún miembro o alteración del control de esfínteres. Son signos que exigen una evaluación urgente. Eso sí, no todo dolor lumbar es grave; más del 80% de la población lo tendrá alguna vez en su vida y suele deberse a procesos benignos. Por eso hay que saber identificar las llamadas ‘banderas rojas’.
P.–¿Qué tecnología tienen disponible en el Hospital Vithas Granada para poder realizar estas cirugías?
R.–Disponemos de tecnología puntera. Tenemos un arco 3D intraoperatorio, que es como un TAC en quirófano. Nos permite navegar durante la cirugía con imágenes en 3D del paciente, lo que hace nuestras intervenciones más precisas y menos invasivas. También contamos con monitorización neurofisiológica intraoperatoria, que nos ayuda a saber en tiempo real si una raíz o la médula están en riesgo. En cirugía craneal tenemos un microscopio quirúrgico de última generación con herramientas infrarrojas y ultravioleta para tumores o cirugía vascular. Trabajamos en quirófanos de última generación.

P.–¿Cómo se prepara una cirugía con todo ese equipamiento?
R.–Gracias a la imagen previa (como escáner y resonancia) y a la tecnología intraoperatoria, podemos planificar cada paso antes de entrar al quirófano. Durante la operación, esa misma tecnología nos guía con precisión. Así se reducen enormemente los riesgos. Aun así, siempre hay un margen de incertidumbre, como en cualquier intervención médica. Pero las zonas ‘ciegas’ son cada vez menores.
P.–¿La evolución tecnológica ha permitido tratar casos que antes no lo eran?
–Más que antes fueran intratables, diría que eran peor tratados. Hoy podemos intervenir tumores en áreas muy delicadas, que afectan por ejemplo al lenguaje, con la persona despierta. El paciente está consciente y nos habla durante la intervención, así podemos garantizar que no dañamos funciones esenciales. Eso antes era impensable.
P.–¿Qué diferencias clave encuentra entre la cirugía tradicional y la mínimamente invasiva?
R.–Es como comparar la antigua cirugía de vesícula, con una gran incisión, con la laparoscopia de hoy. Antes, para operar la columna, había que hacer incisiones grandes y separar mucha musculatura. Ahora lo hacemos con pequeñas incisiones, gracias al microscopio y la navegación. Se pierde menos sangre, hay menor riesgo de infección y el paciente se recupera más rápido. A veces incluso se va a casa al día siguiente, aunque se le hayan puesto tornillos.
P.–Desde su experiencia, ¿diría que ahora hay más casos de éxito?
R.–Sí. Aunque a largo plazo los resultados puedan ser parecidos entre técnicas, la cirugía mínimamente invasiva ofrece menos complicaciones y mejor postoperatorio. Como cirujano que ha hecho ambas, puedo decir que es mucho más ventajosa. Me siento más cómodo indicándola, porque el balance riesgo-beneficio es más favorable para el paciente.
P.–La cirugía de espalda tiene en ocasiones mala fama. Muchos pacientes dicen: “No te operes, porque todo el mundo queda mal”. ¿Qué les diría?
R.–Es cierto que existe ese miedo. Muchos pacientes me lo dicen: “Doctor, todo el mundo me dice que no me opere, que me voy a quedar peor”. Pero eso no es verdad. Es cierto que una cirugía de espalda mal indicada y mal hecha va mal, 100%. Por eso es tan importante saber a quién hay que operar y qué hay que operar. Hay un síndrome que se llama el “síndrome de espalda fallida”, y la principal causa de fracaso es haber operado algo que no tenía que haberse operado. Si alguien tiene un dolor en la pierna y detectamos que está causado por una raíz nerviosa comprimida, entonces hacemos una descompresión y el paciente mejora. El problema es operar una espalda cuando la causa real del dolor es otra, como una cadera o una articulación sacroilíaca. Ahí es cuando falla la cirugía.
P.–Entonces, ¿cuál es la clave del éxito en estos casos?
R.–La clave está en la indicación. Si la cirugía está bien indicada y bien hecha, el porcentaje de mejoría es altísimo. Yo siempre les digo a mis pacientes: si fuera cierto que los pacientes fueran mal, yo no operaría. Nadie quiere hacerle daño a alguien. Ante la duda, es mejor no operar, pero cuando lo tienes claro, el resultado suele ser muy bueno.
P.–También ha mencionado que el posoperatorio ha cambiado mucho...
R.–Muchísimo. Antes, una persona que se hacía una artrodesis, con tornillos e instrumentación, estaba en el hospital mínimo cinco o seis días y salía bastante tocado. Hoy en día, a las 48 horas están en casa. El mismo día de la operación están levantados y al siguiente se van. Eso también da mucha tranquilidad a los pacientes.
P.–Con tantos años de experiencia, ¿hay algún caso que recuerde especialmente?
R.–Son muchos. Pero me vienen a la cabeza sobre todo casos complejos de neurocirugía craneal, como el de una paciente a la que le extirpamos un tumor cerebral de 6 cm el año pasado, en una operación de 9 horas. Recuerdo también uno especial: el hijo de un amigo con un tumor medular. Tenía 7 años. Fue un caso durísimo, de los que te quitan el sueño. Me pidieron que lo operara yo. Era un tumor intramedular, con alto riesgo de paraplejia. Afortunadamente, salió todo muy bien. Hoy ese niño tiene 19 años y juega al fútbol. Son cosas que te dejan huella.
P.–El agradecimiento de los pacientes debe ser un gran motor.
R.–Sin duda. Nunca es suficiente. Te reconforta mucho. Siempre es lo que más nos llena, ver que un paciente mejora, que recupera su vida y que te lo agradece. Esa es la razón por la que seguimos operando todos los días.

P.–Hablemos de su equipo. ¿Cómo está estructurado?
R.–Somos tres neurocirujanos trabajando juntos desde hace muchos años, la doctora Ana María Román Cutillas y la doctora Ana Jorques Infante. Siempre que hay una cirugía, estamos dos. Cuatro ojos ven más que dos, y eso da más seguridad. Las dos compañeras que están conmigo son excelentes. Y lo bueno es que gracias a esta estructura podemos ofrecer una atención 24 horas. Siempre hay alguien disponible. Además, contamos con un equipo multidisciplinar alrededor: neurólogos, radiólogos, especialistas en neurofisiología, anestesistas, psiquiatras... Todos trabajando en el marco del Instituto de Neurociencias Vithas. Eso hace que el paciente esté en el centro y reciba una atención integral.
P.–¿El Instituto de Neurociencias Vithas es clave en este enfoque transversal?
R.–Absolutamente. Lo que hemos creado es un entorno donde distintas especialidades colaboran para abordar problemas neurológicos desde varios ángulos. A veces los límites entre lo quirúrgico y lo neurológico no están tan claros, y poder consultar entre colegas, discutir casos, mejora el diagnóstico y el tratamiento.
P.–¿La neurocirugía es la medicina del futuro?
–Más que del futuro, es del presente con mucho futuro. Todavía hay muchas enfermedades neurológicas sin tratamiento curativo. El Alzheimer, por ejemplo, o ciertos tumores cerebrales malignos. Hay avances, como la inmunoterapia en oncología, que han cambiado el panorama en otros campos. En neurociencia, esos cambios también van a llegar. Estamos en ese camino.

P.–Con la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial, ¿cree que un día podría operar una máquina?
R.–La tecnología ayuda mucho, sobre todo en diagnóstico y planificación. Pero la cirugía sigue teniendo una parte manual que es insustituible. La robótica podrá ayudar a eliminar el temblor o a afinar la precisión, pero tomar decisiones como “dónde cortar” y “hasta dónde llegar” es algo que requiere experiencia y juicio clínico. El Da Vinci, por ejemplo, es un robot quirúrgico, pero lo dirige un cirujano. La robótica aún está lejos de sustituirnos. A lo mejor ejecuta, pero no piensa. La neurocirugía sigue siendo, en gran parte, un arte humano.
P.–¿Cuántos pacientes ha operado en su carrera?
R.–Empecé mi residencia en 1993, así que son más de 30 años. Solo el año pasado hice más de 200 cirugías. En total, serán miles. Es relevante, porque cuando alguien se plantea operarse, no es lo mismo ponerse en manos de alguien que ha visto todos los escenarios posibles. Con la experiencia aprendes a anticipar los problemas y a evitarlos antes de que aparezcan.
P.–¿Cómo se aprende a operar? ¿Es como tocar el piano o conducir?
R.–Tiene un poco de las dos cosas. Como conducir, necesitas unos automatismos, una seguridad básica. Y como tocar el piano, necesitas sensibilidad, destreza y repetición constante. Operar es un arte técnico. Al principio piensas cada paso, luego las manos se adelantan al pensamiento. Se convierte en una extensión de ti mismo.
P.–¿Cuánto tiempo se tarda en ser buen cirujano?
R.–Unos diez años, por lo menos. Cinco de residencia te dan la base, pero luego necesitas enfrentarte a la realidad, asumir decisiones, desarrollar criterio propio. Es entonces cuando empiezas de verdad a crecer. Cada caso enseña algo nuevo. La neurocirugía es como la aviación: cada error cuesta mucho, por eso es vital el entrenamiento constante.
P.–¿Y se puede enseñar a operar? ¿Confiaría en un residente para una cirugía?
R.–Nadie empieza operando solo. Se empieza observando, luego ayudando, después haciendo partes bajo supervisión. Yo muchas veces le digo a un residente: “Haz tú esta parte, yo estoy aquí”. Si hay algún riesgo, intervengo al momento. Es la mejor manera de aprender. Saben que pueden practicar sin poner en peligro al paciente. Y sí, he dejado que me opere un residente en casos menores. Confío en cómo los formamos.
P.–Para terminar, ¿qué valores guían su práctica?
R.–El primero, el que decía Hipócrates: “No hacer daño”. Ese es siempre el objetivo: que el paciente salga del quirófano, como mínimo, igual que entró. Y a partir de ahí, mejor. Con responsabilidad, con rigor, con humanidad. Y sabiendo que cada paciente que mejora nos devuelve el sentido de todo lo que hacemos.
El 26 de junio a las 17h el doctor Horcajadas ofrecerá una charla gratuita para hablar sobre la prevención del dolor de espalda en el hospital Vithas Granada. Se puede confirmar asistencia en el hospital o a través del correo comunicaciongranada@vithas.es
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