Cuidar la piel cuando el tiempo deja de ser un enemigo

Contenido ofrecido por Hammam Al Ándalus

El ácido maslínico, un ingrediente antioxidante que cambia la forma de entender el cuidado de la piel

El Jardín de Hammam, la cosmética botánica sensorial de Hammam Al Ándalus.
El Jardín de Hammam, la cosmética botánica sensorial de Hammam Al Ándalus. / Granada Hoy
R.G.

22 de diciembre 2025 - 05:00

Durante años, el cuidado de la piel se ha contado en términos de corrección: borrar, frenar, revertir. Con el tiempo, ese discurso ha ido perdiendo fuerza y ha dejado paso a otra mirada, más conectada con el bienestar, la salud y con la forma en que vivimos hoy. Una forma de entender el cuidado menos pendiente del resultado inmediato y más consciente de proteger la piel del desgaste cotidiano, sin forzarla.

La piel deja así de entenderse únicamente como un escaparate para convertirse en un sistema vivo, sensible a todo lo que ocurre alrededor: el estrés, la falta de descanso, la exposición constante a estímulos externos. Parte de esa conversación pasa por revisar ingredientes conocidos desde hace años y mirarlos con otras preguntas.

Uno de esos ingredientes es el ácido maslínico, una molécula presente en la piel de la aceituna que desde hace años despierta el interés de la comunidad científica por su capacidad antioxidante. No es un activo nuevo ni responde a una tendencia pasajera; precisamente ahí reside su valor. Pertenece a ese tipo de ingredientes que actúan sin hacer ruido, sin prometer cambios espectaculares de un día para otro, pero que acompañan a la piel con constancia, ayudándola a protegerse y a regenerarse con el paso del tiempo

Diversos estudios, entre ellos uno desarrollado por la Universidad de Granada, han confirmado la capacidad de las moléculas de ácido maslínico procedentes de la piel de la aceituna para favorecer la regeneración de células dañadas. A partir de este conocimiento, Hammam Al Ándalus, a través de El Jardín de Hammam, su línea de cosmética botánica sensorial, y desde su vínculo histórico con la cultura del bienestar y el cuidado integral, decidió impulsar una línea de investigación aplicada al cuidado de la piel.

Tras más de un año de trabajo junto al centro de innovación cosmética AITEX, este proceso dio lugar a una fórmula pensada desde la longevidad, en la que el ácido maslínico se combina con otros activos y extractos botánicos para acompañar a la piel de forma respetuosa y sostenida, uniendo botánica y biotecnología sin forzar los procesos naturales.

La oxidación es uno de los factores que más influyen en el envejecimiento cutáneo”, explica la Dra. Leonor Revelles, dermatóloga. “No hablamos solo de arrugas, sino de una pérdida progresiva de la capacidad de la piel para autorregularse. Cuando los procesos oxidativos se intensifican, la piel se vuelve más frágil, menos flexible y más reactiva”.

Aljibe de su tienda experiencial en Carrera del Darro 13.
Aljibe de su tienda experiencial en Carrera del Darro 13. / Granada Hoy

Desde ese punto de vista, la protección antioxidante adquiere otro sentido. “Hay activos que no buscan un efecto rápido, sino preservar la estructura de la piel”, señala la dermatóloga. “El ácido maslínico actúa como un escudo frente al desgaste diario. Ayuda a mantener la piel más estable, con mejor textura y mayor resistencia con el uso continuado”.

Este enfoque encaja con una cosmética que renuncia a la acumulación de productos y apuesta por rutinas sencillas, sostenibles en el tiempo. Menos estímulos, más constancia. “La piel responde mejor cuando no se la somete a cambios constantes”, añade la Dra. Revelles. “Cuando se refuerza la barrera cutánea y se favorece la regeneración de forma progresiva, los resultados son más coherentes y duraderos”.

Esa manera de entender el cuidado, más cercana al acompañamiento que a la corrección, empieza a reflejarse también en cómo algunas marcas formulan y se posicionan. Un ejemplo de ello es Ánima Oliva, la nueva línea facial de El Jardín de Hammam, que incorpora el ácido maslínico en una rutina sencilla pensada no para transformar la piel, sino para sostenerla. Sérum y crema funcionan aquí como gestos cotidianos, no como promesas.

Esa filosofía se percibe también en el lugar donde la línea puede encontrarse: La tienda experiencial de El Jardín de Hammam en la Carrera del Darro, en Granada, un espacio que traslada al cuidado de la piel la misma idea de tiempo lento y atención que define la experiencia Hammam. Un entorno donde el producto no se impone, sino que se descubre.

Pero más allá de un producto concreto, lo que resulta significativo es el contexto cultural que lo rodea. Hablar de longevidad, de protección antioxidante y de rutinas sencillas conecta con una forma de vivir más amplia, en la que el cuidado personal deja de ser una exigencia para convertirse en una práctica de atención. “La piel también responde a cómo vivimos”, recuerda la dermatóloga. “Al descanso, al estrés, a la regularidad. Cuidarla no es un acto aislado, es parte de un equilibrio”.

Tal vez por eso este tipo de propuestas encuentran hoy su lugar. Porque no hablan de detener el tiempo, sino de convivir con él. De asumir que la piel cambia, pero también que puede hacerlo con armonía si se la acompaña con inteligencia, ciencia y calma. En ese gesto, aparentemente pequeño, se esconde una forma más amable, y quizá más realista, de entender la belleza.

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