Mostra de Venecia

Andrei Konchalovsky: una tragedia soviética en Venecia

  • El cineasta ruso recrea la masacre que provocó el Ejército soviético al reprimir en 1962 una huelga en la ciudad de Novocherkassk

  • Dice el director que ha procurado no entrar en "trincheras ideológicas", sino abordar aquellos hechos "como una tragedia griega"

El director ruso Andrei Konchalovsky junto a su esposa, la actriz Julia Vysotskaya, ayer en Venecia.

El director ruso Andrei Konchalovsky junto a su esposa, la actriz Julia Vysotskaya, ayer en Venecia. / Ettore Ferrari (Efe)

El cineasta ruso Andrei Konchalovsky regresó este lunes a la Mostra de Venecia para estrenar Dear comrades, una "tragedia" desde una visión femenina y con ambición de documental histórico con el que compite por el León de Oro. "Me importaba representar una tragedia con carácter femenino", resumió en rueda de prensa el realizador, Gran Premio del Jurado de Venecia por La casa de los engaños en 2002 y mejor director por El cartero de las noches blancas (2004) y Paradise (2016).

Dear comrades aborda en blanco y negro la masacre de la ciudad soviética de Novocherkassk, en el Cáucaso, en el año 1962, cuando el ejército reprimió a disparos una huelga de trabajadores de una de las principales compañías de locomotoras del país comunista. Unos trágicos acontecimientos en tiempos de Nikita Jruschov que supusieron un hito, ya que el ejército tenía prohibido abrir fuego contra el pueblo, y por los que nadie ha pagado.

Lo hace desde los ojos de Lyudmila (Julia Vysotskaya), miembro del comité local y militante convencida que deberá buscar a su hija entre los vivos y los muertos de aquella refriega, y que empezará a cuestionarse sus planteamientos políticos. Konchalovsy aseguró que su intención fue plasmar la guerra pero sin entrar en trincheras ideológicas, como ya hiciera en Odisea (1997), una película sobre la caída de Troya. "Mi relación con cualquier guerra es siempre la misma, ya sea de la Antigüedad o las actuales. He hecho esta película [en referencia a Dear comrades] como una tragedia griega en la que los eventos políticos influyen en el ser humano".

Por eso se ha pasado años recreando aquellos tiempos, porque sólo con la reflexión se puede desentrañar la historia, tal y como lo demostró su trabajo de una década para El pecado, la película que estrenó el pasado año sobre Miguel Ángel Buonarroti

En esta sexta jornada de Mostra también se presentó la cinta Never gonna snow again, de la directora polaca Malgorzata Szumowska y su pareja Michal Englert, también en la carrera por el León de Oro y rodada en gran parte en ruso. De tintes oníricos, narra la historia de un misterioso masajista ucraniano (Alec Utgoff) nacido en las inmediaciones de Chernobyl y que se gana la vida ofreciendo sus servicios a los excéntricos vecinos de un barrio pudiente. Sus manos parecen tener cualidades curativas y sobrenaturales; y con sus ojos, el masajista logra entrar en el interior de sus clientes que, bajo su aspecto físico, acumulan indecibles traumas.

Szumowska explicó en rueda de prensa que con esta película, ciertamente críptica, ha tratado de seguir explorando la relación entre el alma y el cuerpo como ya hiciera en otros de sus títulos anteriores, como Body (2015) y Mug (2018). Pero ahora aspira a ir más allá para retratar a una sociedad moderna y su clase media-alta, cuyos sujetos aparentemente están bien pero espiritualmente se encuentran vacíos.

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