Dejar el mundo atrás | Estreno en Netflix

El Apocalipsis nos pillará sin Wi-Fi

Ali, Myha'la, Roberts y Hawke en el reparto estelar de 'Dejar el mundo atrás'.

Ali, Myha'la, Roberts y Hawke en el reparto estelar de 'Dejar el mundo atrás'.

Con los Obama y la propia Julia Roberts en los créditos ejecutivos, Dejar el mundo atrás adapta la novela de Rumaan Alam coqueteando con esa jugosa idea del fin del mundo a mitad de camino entre una premisa de Shyamalan y otra de Peele, a saber, poniendo a la familia blanca de clase acomodada en el epicentro de una debacle tecnológica que es también la de todo el viejo orden de poder en, dónde si no, los mismísimos Estados Unidos.

Shyamalan, Peele, pero sobre todo Netflix, no se olvide, donde los ecos de aquella No mires arriba o las autocitas a otras cintas de género (A ciegas) diseñadas con el algoritmo en la mano se dejan sentir en esta historia que arranca como placentero fin de semana familiar lejos del mundanal ruido para acabar a las puertas de una nueva guerra civil tras un cataclismo de los satélites y las comunicaciones posiblemente instigado por los poderosos que controlan el mundo en la sombra.

Conocido por series como Mr. Robot o Homecoming, Sam Esmail juega a los alardes de cámara y perspectiva buscando ensanchar caprichosamente el campo de visión de un encierro en casa de lujo donde el encuentro entre arrendatarios y arrendadores dispara el recelo y los prejuicios en un duelo dramático que se expande por los alrededores mientras los aviones caen en picado y los petroleros encallan en las playas. El filme se abre así también a las propias tensiones matrimoniales, raciales o de clase y a las distintas velocidades generacionales mientras el juego de la revelación, la protección del clan, la conspiranoia y la supervivencia se dirige en las maneras hithcockianas del suspense, el extrañamiento y las fricciones donde Roberts parece cómoda en el papel de la madre-esposa desagradable junto a un reblandecido Hawke y donde Mahershala Ali intenta levantar el estereotipo del negro refinado y conocedor de secretos que guía y anticipa los acontecimientos.

A la postre, entre escenas de cierto impacto digital (los coches Tesla chocándose en cadena) y bajones dramáticos entre cuatro paredes, al filme le falta siempre ese humor negro o ese vuelo satírico capaz de elevar sus parábolas más allá del aviso para navegantes y el mensaje de precaución (recuerden, son los Obama) sobre la deriva del planeta y la humanidad en tiempos de Inteligencia Artificial. Que el Apocalipsis te pille en un búnker viendo en DVD el último episodio de Friends, precisamente ahora que ha muerto Matthew Perry, termina siendo un chiste reescrito por el destino.