Cicerones de sus cofradías

Responsables de cortejos de cientos de personas son la máxima autoridad de la hermandad mientras los pasos están en la calle

Jesús Pulido, Jose Ortega y Gonzalo Sánchez en la puerta de la Catedral, hacia la que dirigen sus cofradías en estación de penitencia.
Jesús Pulido, Jose Ortega y Gonzalo Sánchez en la puerta de la Catedral, hacia la que dirigen sus cofradías en estación de penitencia. / Carlos Gil
Luis Javier López

Granada, 11 de abril 2017 - 13:30

Son los encargados de poner la cofradía en la calle, con las dificultades que ello supone. Estos cicerones deben afrontar los más variados imprevistos que surjan a la intemperie mientras garantizan que sus cofrades hacen su estación de penitencia en las mejores condiciones. Pero ni todas las hermandades son de igual carácter ni las circunstancias de la procesión son siempre las mismas. Tienen que convivir con el público que abarrota aceras y reaccionar al capricho de las isobaras.

Para Gonzalo Sánchez, la estación de penitencia de mañana será la primera en la que desempeñe la fiscalía general de la hermandad de la Esperanza. Motivos de baja de la titular le han llevado a asumir la tarea de poner una cofradía en pleno crecimiento con cerca de 700 personas de cortejo. "Es un reto bastante complicado pero estoy convencido que la hermandad está muy concienciada de ponerse en la calle", afirma Sánchez. Además la corporación cuenta en la calle con el mayor número de niños de la ciudad en una estación de penitencia -"la media de la hermandad está por debajo de los 30 años"- y eso se traduce en "que hay que cuidarlos mucho porque son el futuro".

Fruto de esa labor de cuidado con los infantes ha sucedido este año "un hecho importante": no ha habido renuncias de los que pasan a estar con la cara cubierta y cirio en filas (obligatorio en la hermandad de la Esperanza a partir de los 12 años). Muy parecido mimo con los más pequeños se tiene en la cofradía más joven de la Semana Santa granadina, la de Jesús Despojado, conscientes de que son los más vulnerables -a la vez que resistentes- en la rigurosa estación de penitencia del Domingo de Ramos.

Rigor en las filas

Ayer se pudo ver cómo en esta hermandad silente "los hermanos tienen asumido su carácter y saben lo que tienen que hacer", como apunta su diputado mayor de gobierno, Jesús Pulido. "Es muy difícil que infrinjan las normas o preceptos de nuestro reglamento", apunta este joven de 28 años que tiene a su cargo la cofradía en la calle. Apoyado de un equipo de casi veinte personas, Pulido asegura que "se busca la atención rápida, la discreción y el bien de los hermanos sobre todo". "Los nazarenos siempre están pendientes de continuar el ritmo de la cofradía y creo que es más fácil que en hermandades que no tienen esta severidad", aludiendo a que el carácter silente de Jesús Despojado predispone ya a los participantes de este cortejo.

Una vez en la calle, "por suerte cualquier incidente se puede solventar con facilidad", explica Jesús, cuyo "temor es la incertidumbre ante la climatología". "Tomar una decisión que sea difícil de aceptar por los hermanos", me preocupa. Algo que comparten todos estos conductores de los cortejos nazarenos, siempre obligados a tener en el bolsillo el llamado protocolo de lluvia. No menos importante es tener un parte fiable de la meteorología del día cuyas fuentes van desde la clásica llamada al aeropuerto, a la estación de Sierra Nevada o las ya imprescindibles webs climatológicas.

Recorrido complejo

Una de las cofradías que más difícil tiene la evacuación de hermanos es la de la Aurora, claro está, por el entorno albaicinero en el que discurre la tarde noche del Jueves Santo no estando exenta de "puntos débiles". Su diputado mayor, José Ortega, asegura que Plaza Nueva a la vuelta y los Grifos de San José son los tramos en "los que más sufren los hermanos". Por ello, "salimos con adelanto de hora de la Catedral" evitando además cruzarse con el Silencio en una Plaza Nueva atestada de público y con "bastante frío".

Después la hermandad sube "con más rapidez que a la bajada. Los cuerpos pesan a los costaleros y tiran de los pasos para arriba", asegura este experimentado diputado -9 años en el cargo- que asume que la hermandad todos los años emplea 20 minutos en el transitar de cada paso por la angostura de los Grifos. "Los hermanos sufren un doble parón" que, sin embargo, no influye en la masiva respuesta de los cofrades de la Aurora. "Pretendo que la estación de penitencia no suponga un desgaste para ningún hermano", expone.

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