Aromas y sabores

Petrus Pomerol, el vino extraterrestre

  • La empresa francesa Space Cargo Unlimited pone a la venta por 830.000 euros cada una de las doce botellas que forman parte de este curioso experimento

La botella de Petrus junto a la cápsula en la que envejeció en la estación espacial

La botella de Petrus junto a la cápsula en la que envejeció en la estación espacial / G. H.

Petrus es algo más que una leyenda en el mundo del vino. La marca de Pomerol, una pequeña localidad al este de Burdeos, está entre los mejores, los más valorados y los más exclusivos de Francia, que es lo mismo que decir del mundo entero. El viñedo de Château Petrus cuenta con apenas 11.4 hectáreas sembradas y el proceso de recolección se hace de manera artesanal. Su calidad y exclusividad (ya que se producen pocas botellas al año), hacen que este vino tinto tenga gran valor.

El Château Petrus, con una producción muy limitada, se compra más por inversión que por hedonismo. Quien quiera hacerse, por ejemplo, con una botella de la cosecha de 2000, una gran añada en Burdeos, deberá pagar por ella un mínimo de 5.000 euros, en el improbable caso de que alguien esté dispuesto a desprenderse de ella, ya que la mayoría de la producción anual está vendida antes de salir al mercado, y por cupos, a sus mejores y más antiguos clientes.

Pomerol es una de las principales regiones dentro del viñedo de Burdeos Pomerol es una de las principales regiones dentro del viñedo de Burdeos

Pomerol es una de las principales regiones dentro del viñedo de Burdeos / G. H.

Petrus ha dado ahora una vuelta de tuerca al mercado al poner a la venta una botella de esa misma añada por un precio aproximado de 830.000 euros, o lo que es lo mismo, alrededor de un millón de dólares. Si se vende así, batiría con holgura el récord del vino más caro, marcado en una subasta en 2018 por un Romanée-Conti de 1945: 558.000 dólares, unos 465.000 euros.

Se trata de una de las doce botellas que forman parte de un experimento promovido por la empresa francesa Space Cargo Unlimited para estudiar el comportamiento de materiales orgánicos en el espacio. Los doce vinos viajaron en noviembre de 2019 a la Estación Espacial Internacional (ISS), en cuyo laboratorio permanecieron catorce meses a una temperatura estable de 18 grados, cerradas con sus correspondientes corchos y protegidos por un cilindro de acero. Y así han estado 438 días y 19 horas, a una altitud de 400 km e incluso durante un tiempo en gravedad cero.

El viaje total registró un estimado de 300 millones de kilómetros -algo así como 300 viajes entre la Tierra y la Luna. Cumplido el plazo, las 12 botellas de Petrus 2000 regresaron a nuestro planeta el pasado 14 de enero a bordo de una cápsula Dragon de SpaceX. Transportar el vino no era una tarea sencilla: cuidadosamente empaquetado, cada botella iba ubicada dentro de un cilindro de acero para evitar que se rompiera.

De las 12 solamente se pondrá una a la venta, ya que ocho de ellas se guardarán para seguir investigando y tres han sido ya abiertas para su degustación. La empresa encargada de su venta es la casa de subastas Christie's, que entre marzo y abril del año pasado recaudó más de mil millones de euros en una subasta digital celebrada desde Nueva York. Justamente, el lote más cotizado fue una caja de 12 botellas de Petrus 1990 que se vendió por más de 36.500 euros.

Pero ¿cómo surge esta idea? Space Cargo Unlimited, la startup de Luxemburgo que está detrás de los experimentos, piensa en el futuro. "Nuestro objetivo es abordar la solución de cómo vamos a tener una agricultura mañana que sea orgánica y saludable y capaz de alimentar a la humanidad, y creemos que el espacio tiene la clave", afirmaba Nicolas Gaume, CEO y cofundador de la empresa.

Pero… ¿A qué sabe el vino extraterrestre? Un grupo de expertos cató una de las botellas. con el objetivo de buscar cambios en su composición. Hicieron una cata a ciegas en la que compararon el Petrus 2000 de la EEI con botellas terrestres -corrientes y molientes-. Se observaron "diferencias reales tanto en apariencia como en sabor", señaló Emmanuel Etcheparre, cofundador de Space Cargo Unlimited y coordinador de la investigación sobre el 'vino espacial'. 

La primera conclusión a la que se llegó es que el tiempo pasado en el espacio alteró el color del vino: "diferencia de color, el vino espacial tiene un color ladrillo claro”, "tonos rubí con reflejos de ladrillo". En cuanto al color de los bordes, hay matices de ladrillo, un poco más rosado a lo largo del disco", decían las notas. Los catadores no se han atrevido a dictaminar cuál de los dos es mejor: "Ambos son grandes vinos con cualidades sensoriales excepcionales". Vamos, que no se mojaron mucho…

También las cepas

Junto a los vinos viajaron tres centenares de cepas de Merlot y Cabernet Sauvignon, dos de las variedades más frecuentes en la zona de   Burdeos. Las vides permanecieron en el espacio menos tiempo que las botellas -diez meses-, pero pudieron completar un ciclo vegetal. Ahora se plantarán y se comprobará cómo evolucionan en el campo. Recuerdo un meme que se hizo viral hace más de diez años entre los profesionales del vino que rezaba: "Cuidemos la Tierra. Es el único planeta en el que se puede hacer vino". Pues parece ser que está por ver…

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