Aromas y sabores

Vino y queso saben a beso... y a energía limpia

  • Científicos trabajan para extraer hidrógeno y metano del vino y del queso. ¿Y qué harán con estos gases? Magia. O mejor dicho, electricidad limpia

Recreación de una probeta con vino, a modo de lámpara, con su bombilla

Recreación de una probeta con vino, a modo de lámpara, con su bombilla / G. H.

Normalmente en las secciones como ésta de muchos periódicos y revistas encontramos únicamente recomendaciones sobre vinos y otras bebidas, reportajes sobre zonas vitivinícolas, bodegas… Por supuesto yo también dedico mi página dominical a estos temas de vez en cuando, pero no siempre. Y es que a mí me gusta abordar el vino no solo desde su parte hedonística sino desde todas sus facetas: la cultura, la historia, el arte, las religiones y las leyendas en torno a él, etc. Es decir, desde una perspectiva holística, fijándonos en el sinergismo entre las partes y no la individualidad de cada una. Por ello, hablo también de vino y ciencia y de cómo estos dos conceptos se interrelacionan y toman desde hace unas décadas una gran importancia. Tanto por los descubrimientos alcanzados sobre los beneficios del consumo moderado de vino como sobre cómo la ciencia está utilizando el vino en numerosos campos. Porque si nos gusta el vino como consumidores, también nos fascinará como personas ávidas de conocimientos.

Hoy les hablo de uno de los últimos descubrimientos de la ciencia que, además, puede hacer de nuestro planeta un lugar más sostenible. Y es que científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han logrado obtener un biocombustible gaseoso capaz de generar electricidad a partir de aprovechar los residuos de vino y queso, otro elemento gastronómico tan nuestro y de casi todas las culturas.

A partir del uso de los residuos industriales de dos de las agroindustrias más importantes del estado de Querétaro (México), el vino y el queso, los investigadores del Instituto de Ingeniería de la UNAM han obtenido hidrógeno y metano, dos biocombustibles gaseosos, útiles para producir electricidad.

Para ello, los expertos utilizan el mosto o zumo de las uvas, así como sus pieles, además del suero de la leche resultante de la industrialización del queso, para trabajar en el laboratorio y generar electricidad con el biogás, asegura Germán Buitrón Méndez, académico de la máxima institución de estudios de México: "El efluente vitivinícola lo recogemos durante la vendimia (de junio a noviembre) entre Tequisquiapan y Ezequiel Montes, zona donde están concentradas las bodegas y viñedos, mientras que el resto del año extraemos el suero de la leche".

Ya colectados, los residuos de vino y queso se llevan al laboratorio del Instituto, donde se procesan con microorganismos que incluyen bacterias y arqueas, en varios reactores y una planta piloto en una acción en serie.

El proceso de generación de electricidad a partir del biocombustible conseguido con el vino y el queso, se realiza en dos etapas.

"En la primera producimos hidrógeno en condiciones ácidas en un reactor, y ácidos grasos volátiles. El material viene también con mucho etanol, parte del cual se oxida y se forma ácido acético, propiónico y butírico, e hidrógeno. Se cosecha el hidrógeno y los ácidos grasos se pasan al reactor formador de metano, en donde la materia orgánica ya es más fácilmente asimilable", explica Buitrón Méndez.

"En la otra etapa, llamada acidogénica, generamos hidrógeno, usando bacterias que gustan de pH ácidos, que es como viene el efluente. En el reactor metanogénico están las arqueas, que también son microorganismos y les gusta el pH neutro. En el reactor podemos darles esas condiciones".

Por si esto fuera poco, los investigadores han conseguido "cerrar el círculo" de la excelencia medioambiental, ya que una vez consiguen el biocombustible lo envían de vuelta a las bodegas y queserías que suministraron los residuos con la idea de que puedan autoabastecerse. Así, los residuos industriales son aprovechados por medio de un proceso limpio y se les da valor agregado: la electricidad. Un hecho nada baladí si se tiene en cuenta que, según la Asociación de Viticultores de Querétaro, el estado es la mayor región productora de vino del bajío de México, con alrededor de 28 bodegas. Así que este esta forma de conversión de los residuos de su producción en energía limpia para seguir manteniendo la industria podría reducir en mucho la contaminación.

Si bien la propuesta es que este biogás por ahora quede en la zona, la UNAM ha automatizado los procesos. ¿Imaginan cómo sería que en un futuro pudiéramos encender las bombillas gracias a los prodigios que trae la conjunción de la ciencia y la agricultura? ¿De vino y queso?

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