aromas y sabores

La vitivinicultura tras el Imperio Romano

  • Francia sigue siendo considerado el país vitivinícola por excelencia, pero el vino ha ido evolucionando en otros países a lo largo de los siglos como es el caso de España

Mosaico romano sobre el vino en Mérida.

Mosaico romano sobre el vino en Mérida. / M. L.

Como sabemos, el Imperio Romano se llegó a extender por prácticamente todo el territorio que hoy constituye Europa. Otros pueblos como los fenicios o los griegos ya habían llegado antes a algunos de estos territorios, pero su objetivo era establecer relaciones comerciales con ellos y no conquistarlos y asentarse en los mismos.Los romanos conquistaban y se apropiaban de sus tierras, construían ciudades, calzadas y obras de ingeniería. Y en muchos casos continuaban desarrollando las actividades económicas que ya existían en esos lares, incluidas las labores agrícolas que eran, por supuesto esenciales.

Pero si ponemos el foco en la vitivinicultura, esta se desarrolló mucho más en territorios conquistados que en la propia península itálica. Empezando por Francia, donde tras la caída del Imperio Romano visigodos, burgundios y francos ocuparon el país creando una situación estable y encontraron magníficos viñedos, la mayoría plantados por los romanos, por todo el país vecino.

El viñedo de Cote d-Or en Borgoña El viñedo de Cote d-Or en Borgoña

El viñedo de Cote d-Or en Borgoña / M. L.

Los merovingios y los carolingios, sobre todo Carlomagno, impulsaron la vitivinicultura, principalmente en la región de Borgoña, donde todavía existe uno de los viñedos más famosos del mundo, el Grand Cru Corton Charlemagne, que lleva el nombre del monarca.

En la región de Borgoña, el papel más importante en el desarrollo de la viticultura fue desempeñado por los conventos del Medievo. En el año 1112, Bernhard de Fontaine llegó al monasterio de Cîteaux, cerca de Nuit-Saint-Georges, donde se dedicó a predicar su nuevo estilo de vida ascético y contrapuesto al lujo reinante en la abadía Cluny. Sus cada día más numerosos partidarios, tanto en círculos religiosos como en medios políticos, permitieron a Bernhard, que con el tiempo se había convertido en abad de Clairvaux, adquirir tierras y plantar cepas. Sus sucesores hicieron florecer la viticultura en Chablis y Côte d’Or, eligieron la Chardonnay y la Pinot Noir como las variedades de uva más adecuadas y sentaron las bases de una clasificación jerárquica de las parcelas vitícolas del territorio que todavía tiene validez en la actualidad.

En la Península Ibérica, el desarrollo de un sector vinícola independiente del tradicionalmente dominado por Roma empezó algo más tarde que en Francia e incluso que en Alemania. Aunque durante los siglos de la dominación musulmana el consumo de vino estaba prohibido, su producción y exportación resultó en todo momento una fuente de ingresos siempre bienvenida. De esta manera, no resulta nada extraño que, con la reconquista cristiana y la admisión de proveedores españoles en el mercado de Londres, hacia finales del siglo XV las exportaciones a Inglaterra tuvieran un gran peso económico para el país. Era un hecho apenas conocido en aquel tiempo que en la zona de los actuales Toro, La Rioja y Navarra a lo largo del siglo XIII se habían obtenido cosechas excepcionales; la razón es que se habían dedicado al consumo interior en lugar de ser exportadas a otros países.

La Península Ibérica también se benefició del desarrollo de otras zonas de Europa. Con el establecimiento del monopolio ejercido por Venecia sobre el vino dulce y el final del dominio inglés en Burdeos se produjo una nueva demanda en varios sectores del mercado. Andalucía, por ejemplo, pudo atraer la atención de los comerciantes ingleses por medio de la exención de impuestos y toda clase de privilegios, una situación que perduró en lo esencial, incluso durante los años de grandes conflictos bélicos. Aunque los vinos de Málaga y Jerez no eran considerados los mejores de Europa, sí que eran apreciados para mezclarlos con vinos menos fuertes.

Hoy en día, y hablando de forma general, los vinos franceses presumen de ser los mejores del mundo, y tras lo expuesto, no carece del todo de fundamento. En Francia se comenzó por primera vez a aplicar técnicas más modernas de viticultura y, a la par, la vinicultura, es decir, la elaboración de vino, también evolucionó a lo largo de los siglos más rápidamente que en otros países. Y para terminar, el orgullo y la defensa de los franceses por los vinos patrios hizo el resto para elevarlos a la excelencia.

Actualmente, Italia y España son los otros dos países punteros en Europa y en el mundo en lo que a la elaboración de vinos de calidad se refiere. Los vinos españoles están cada vez mejor posicionados y valorados y hoy, prevalece la satisfacción del hedonismo sobre tópicos y orígenes.

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