Corpus

Una 'Audrey Hepburn' entre helados, globos y cabezudos

  • Azahara Sánchez fue la diseñadora responsable del vestido que lució ayer la Tarasca que estaba inspirado en la famosa actriz y que simbolizaba los colores de Granada y las nieves de Sierra NevadaLa feria llega a su ecuador dispuesta a encarrar la jornada más diurna con muchas degustaciones y espectáculos rocieros · Esta mañana el Corpus recorrerá Granada a partir de las 11:00 horas

El secreto mejor guardado del día grande de la Feria del Corpus de Granada quedó ayer al fin al descubierto: la Tarasca, como una novia el día de su boda cuando baja del coche, salió por la puerta del Ayuntamiento luciendo modelo -para sorpresa de algunos, espanto de otros, pero sin dejar indiferente a nadie-. Parece su sino. Su irrupción en el abarrotado escenario de la Plaza del Carmen siempre desata una ola de comentarios y el vestido corto, de tonos cálidos, con rayas, flores y gran lazada fucsia también que había creado para la ocasión Azahara Sánchez no fue un excepción.

La diseñadora granadina encargada este año de vestir a la Pública dijo ayer que se había inspirado para esta creación en Audrey Hepburn, a quien considera "un icono de la moda de todos los tiempos". Viendo la maniquí uno puede preguntarse cuántas películas de la actriz habrá visto la creadora, pero Sánchez explicó que el vestido bebía también de las influencias del new look de los años 50 con el que los modistos querían reflejar "la prosperidad y la esperanza", que es lo que la diseñadora desea este año para Granada.

Todo en el modelo que exhibía ayer el maniquí sobre el dragón, que simboliza el triunfo de la belleza sobre lo monstruoso, simbolizaba a su vez algo: los tonos verde, rojo, naranja y dorado de los cuadros del vestido homenajea los colores de la ciudad de Granada; mientras que los cristales de Swarovski del fajín, evocaban la nieve de Sierra Nevada.

La Pública fue maquillada con tonos suaves y fondos marcados, que contrastaban con el tono rosa suave de los labios. El pelo (una peluca), lo lució recogido en un moño como el que llevaba Hepburn en Desayuno con Diamantes. Y para completar el equipo, también se le colocó un tocado rosa fucsia con redecilla.

La diseñadora dijo el día previo al desfile de la Tarasca que había acogido el encargo "con mucha ilusión y mucho agradecimiento", pero que tenía clara conciencia de que la realización de este modelo comportaba también asumir las críticas. "No se puede hacer un vestido que le guste a todo el mundo".

Y la clarividente afirmación se hizo realidad horas después, pues hubo comentarios para todos los gustos. Por ejemplo, a Antonia Escobedo, una ama de casa de 58 años, le encantó el vestido. "Este año va muy moderna. Me ha gustado más que ninguno, porque los otros no han representado la moda que nos ponemos los granadinos. Nosotros somos más finos".

La escala iba pasando por el "moderna pero rara" que recogían algunos cronistas de agencia o el "regularcillo" porque resultaba "un poco de señora mayor" de Victoria Sánchez, de 38 años, que había acudido con sus hijas a ver el espectáculo.

Pero también siguió descendiendo hasta el "regular tirando para mal, sobre todo por el cinturón," de Vanesa Sierra, una estudiante de 14 años que había acudido con un grupo de amigas del colegio Inmaculada Niña. E incluso, se llegó al "un ejemplo de lo que no hay que ponerse" de Juanjo Montijano, un profesor de Literatura de 31 años que había acudido con su sobrina, Mariam Moustaquín, a la que le parecía simplemente "hortera".

Sea como sea, la Tarasca desfiló orgullosa y alegre por las atestadas calles de Granada durante más de una hora. Al ritmo de la canción de El Símbolo, esa de "levantado las manos/ llegando bien arriba/ moviendo la cintura/ así me gustan sigan/ con movimiento sexy..." desfiló repartiendo alegría por el centro de la ciudad escoltada por dos bandas de música, los gigantes de los Reyes Católicos o los nazaríes y 18 cabezudos .

Bueno, repartiendo alegría y cachiporrazos, porque hubo cabezudos que hicieron su agosto dando vejigazos de cerdo. Algunos, como el Torero, volvía incluso sobre sus pasos para rematar la faena.

Y tras es el desfile, los miles de niños que se dieron ayer cita con sus padres para ver el desfile se iban dispersando en busca de un refrigerio. Porque ayer, el bullicio que abandonaba a su paso la Pública dejó las calles de Granada sembradas de globos, helados y algunos niños llorando del susto de los cabezudos.

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