Más de 400 personas participaron ayer en Granada en el IV Encuentro nacional de encaje de bolillos, organizado por la Asociación La Sabika y que cada dos años se celebra en la ciudad.

Un encuentro que sirve para "difundir el encaje de bolillo, que nos suena a nuestras abuelas y que hay que transmitir a las demás generaciones para que no se pierda", explica Paqui Martos. Porque el encaje de bolillo sólo se hace manual y no hay academias o centros donde se aprenda. Sólo las asociaciones que existen en distintas provincias y localidades hacen esta labor pedagógica de enseñar a hacer este tipo de encaje. "Enseñamos a jóvenes y hasta a hombres. De hecho, tenemos un socio con 81 años que también hace", apunta Martos.

El bolillo es complejo y de forma paulatina se aprenden los distintos puntos con los que hacer las más delicadas piezas. Y, según la imaginación, se puede hacer de todo. Para los bebés se pueden hacer desde patucos hasta trajes y gorritos; para las mujeres, abanicos, pañuelos, bolsos, guantes y distintos complementos; y para la casa, cuadros, sábanas, toallas, tapetes, cortinas, ...

Lo indispensable: los picados (plantillas con los dibujos), los alfileres (se utilizan miles para una composición), el bastidor y los palillos o bolillos. Según la pieza, se utilizan más o menos. "Ahora voy a hacer unos estores para el armario y necesitaré 300 bolillos". Además, el precio de los productos no es muy alto. "Nosotros no vendemos directamente al público. En las ferias sí hay piezas a la venta pero las bolilleras normalmente las regalamos, aunque lleva muchas horas de trabajo", aseguró.

La sede de la Asociación La Sabika está en el Centro Cívico del Zaidín y está abierta los martes y jueves por la mañana y los viernes por la tarde.