Corpus

Fandi a hombros, Ponce maestro

  • Tarde con altibajos en la tercera de abono con un Talavante, del que se esperaba más, algo frío

GANADERÍA: Se lidiaron toros de Domingo Hernández, el primero con el hierro de Garcigrande, del mismo encaste y casa ganadera, bien presentados, flojos y de juego desigual. Los mejores, segundo y cuarto; aunque ambos acabarían 'rajándose'; tercero y sexto, sin transmisión; y primero y quinto, mansos y broncos. TOREROS: Enrique Ponce, (grana y oro) tres pinchazos, media tendida y dos descabellos (silencio); y dos pinchazos y estocada (oreja tras aviso). David Fandila 'El Fandi', (Azul marino y oro) pinchazo hondo y estocada (oreja); y estocada (oreja). Alejandro Talavante, (corinto y oro) estocada y descabello (oreja); y cinco pinchazos y dos descabellos (silencio tras aviso). Incidencias: La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde soleada y calurosa.

Para ser justos, hay que decir que el encierro de ayer de Garcigrande-Domingo Hernández estuvo bien presentado para una plaza de segunda, algunos toros tuvieron hondura, y aunque de fuerza y casta no anduvieron muy sobrados, alguno permitió ver al menos algún detalle, sobre todo el cuarto, que no se cansó de embestir, hasta que se hartó de las 'diabluras' que le había hecho Enrique Ponce, y se refugió en tablas, acobardado ante tanta técnica y sabedor de que perdida la pelea ante un torero que acababa de reivindicarse como maestro, ya casi de época, avalado por sus veinte años de alternativa.

La faena del maestro de Chivas fue un portento, conocimiento del toro y de una forma de medir las fuerzas y tiempos casi perfecta. Pero todo no iba a salir bien, para eso estaba el acero, y sus dos pinchazos antes de hundir la espada le impidieron que su triunfo fuera rotundo, porque el público estaba absolutamente entregado ante la borrachera de toreo que acababa de presenciar.

Blandeó el cuarto en el capote, aunque alguna verónica fue larga. Toque muy suave y cambio de manos artístico para comenzar la faena tras un quite por navarras rematado con media verónica a pies juntos. Da tiempo al toro, se centra y tira de él con suavidad, aunque sin someter en exceso. Las tandas tenían cadencia, temple y una técnica perfecta. Trincherilla y naturales larguísimos tras ser desarmado. El de pecho de remate, interminable. Molinete y otra tanda por el pitón derecho ante un público entregado, cambio de manos y de nuevo un toreo fundamental, largo y hondo. Ponce reivindica su sitio y no se cansa, pero cuando lo intenta en redondo el toro se da por vencido y huye a tablas. Ahí pide paciencia Enrique y remata con un circular, rodilla genuflexa, que levanta unos olés con sabor a emoción.

No había sido lo mismo ante el manso y distraído primero. Ponce y el toro no estaban en la misma pelea. Se vio obligado a rectificar en numerosas ocasiones y nunca se sintió a gusto. Hizo lo que pudo, pero fue bastante poco.

El triunfador en trofeos fue de nuevo El Fandi, con una nueva puerta grande tras cortar un apéndice a cada uno de sus astados. Pero no fue ni de lejos una de las tardes más redondas del granadino. Su primer toro se rajó pese a que las prometía con más emoción y el quinto, flojito, cambió la embestida por una brusquedad incómoda. Pese a todo, David no deja jamás escapar una ocasión, y estuvo todo lo profesional que pudo, no dejándose ni un ápice de voluntad para mejor ocasión. Lo de las banderillas, pese a tenernos acostumbrados, no deja de sorprender con su pasmosa facilidad y tremendo poderío. De poder a poder y violín en sus dos toros, aparte de una moviola increíble en el quinto.

La faena al segundo resultó vibrante y ligada ante un toro que salió con gas, al que recibió con una larga cambiada y poderoso capote. Dio distancia con la muleta y toreó con cadencia y ligazón. Dos molinetes y la muleta a la mano izquierda, uno a uno se va centrando y dando largura a los pases. Se siente a gusto y lo exprime al natural, hasta que el toro se queda y acaba por rajarse al sentirse dominado, una pena que no lo dejara rematar.

Comenzó de rodillas, con ligazón y temple, en el último tercio del quinto, pero al toro le costaba pasar y se tornó bronco y molesto, lo que obligó a David a tener que rectificar a menudo. Lo intenta por ambos pitones pero el animal no entraba en la faena. Dos molinetes rodilla en tierra y más intentos casi vanos de subir el tono de la faena. La voluntad y tesón de El Fandi no tuvieron el resultado esperado. Lo mejor, la fulminante estocada.

Alejandro Talavante pasó por Granada con más pena que gloria, se le esperaba con ilusión pero estuvo sólo aseadito en sus dos toros y, a decir verdad, algo frío y distante.

Muy discreto en el tercero, un toro soso al que toreó muy despacio, pero sin excesos de ajuste en las tantas y poca convicción en su toreo. También estuvo algo frío y sin meterse en faena en el que cerró plaza, un toro sin transmisión ante el que lució escasos argumentos. Sólo las manoletinas de remate llegaron algo al tendido, y algún trincherazo puede ser digno de mención, pero poco más.

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