Vivir Corpus
El Corpus Christi inunda Granada de fe y devoción
Vivir el Corpus
Granada/No hay feria sin regalo estrella y este año ha sido el sombrero de cowboy –en sus diferentes colores, tamaños y estilos– el souvenir que ha triunfado en el Corpus.
Ya sea por las modas televisivas o por la presencia constante de vendedores ambulantes de estos americanos sombreros, lo cierto es que muchas casetas se asemejaban más a cantinas que a puestos de feria y los cordones de cuero superan en número a los volantes de los vestidos.
No obstante, el sombrero de cowboy tiene, en la feria de Granada, un duro competidor: la pelota gigante. “Fueron la novedad el pasado año, pero este también se están vendiendo mucho”, asegura Asunción López, la propietaria de un puesto de artículos de regalo, frutos secos y golosinas.
Y aunque en un primer momento pudiera parecer un juguete para niños, son muchos los jóvenes –y no tan jóvenes– que adquieren por 10 euros estos estridentes balones para echar un partido de algún nuevo deporte sobre el albero, con el consecuente peligro para aquellos que pasean por el recinto.
“Por la tarde suelen comprarlos los pequeños y durante la noche los chavales más mayores”, explica Carmen Cabrera, otra de las vendedoras del ferial.
Otro de los regalos más vendidos en el Corpus, y el único que no desentona del folklore de la fiesta, es el capote, el último grito en atrezzo festivo. Muchos han sido los visitantes que se han marcado un pase de pecho emulando al torero José Tomás, aunque el pequeño tamaño de los capotes ridiculizaba la estampa. “Son la novedad y la verdad es que se están vendiendo mucho”, comenta Asunción.
Menos cómicos y más molestos son los megáfonos de juguete que reproducen –con demasiado volumen– sirenas, pitidos e, incomprensiblemente, la banda sonora de Titanic. Eso sí, son muy útiles para llamar a los miembros despistados de un grupo entre el gentío.
El fracaso, por contra, de esta edición han sido las caretas del luchador de Pressing Catch Rey Misterio. “Están de moda pero no se están vendiendo”, se lamenta la vendedora, pese a que cuestan la mitad que los otros regalos. Demasiado calor, quizá, para cubrirse el rostro con un pasamontañas de plástico.
Y como regalo tradicional, el Corpus se llena de peluches. “Suelen comprarse más por capricho de una niña o entre las parejas”, alega Carmen Cabrera, quien afirma que lo habitual es que el novio conquiste a su compañera con un corazón rojo.
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