Una feria con sabor a rebujito y a fin de curso: la crónica del Domingo de Corpus en Granada
En el día más tranquilo para las familias, con muchas comidas en las casetas, los grupos de estudiantes se dejan notar en el Real de Almanjáyar
Fotos: así ha sido el Domingo de Corpus en la Feria de Granada
Segundo día de la Feria del Corpus. Apenas eran las seis de la tarde cuando la caseta institucional ya llenaba sus mesas. El suelo temblaba al ritmo de la música. La orquesta La Tentación lo tenía fácil. El ambiente venía servido desde una hora antes por DJ Paulo, que, a base de diferentes mezclas de canciones de lo más míticas, ya había logrado que el público se olvidara de que era domingo y el lunes aún existe.
La orquesta ya tiene experiencia en ferias. Humo, pirotecnia y fuego, con una introducción que hizo bailar a todos los que se refugiaban bajo la sombra de la caseta para dar paso a versiones de Danza Kuduro, La gata bajo la lluvia o hasta el opening de Bola de Dragón. Un espectáculo para todas las edades que presentó una entrada memorable de la cantante, descendiendo desde en una plataforma móvil.
Si el encendido marcó el inicio simbólico de las fiestas, el Real de Almanjáyar tomó ayer la forma de lo que es durante esta semana. Una ciudad paralela, con su propio ritmo y sus propios héroes anónimos, como ese abuelo con nietos a cuestas que, con gorra de visera, aguantó más cola en los columpios que los niños. Padres negociando con sus hijos si esa atracción giratoria era o no apta para su edad, otros subiendo y gritando más que ellos. Y por supuesto, no faltaron los clásicos puestos de tiro, con peluches XL. Alguno espera dueño desde 2017.
Porque el Real ya está arrancando motores. Y eso se ha notado también en los columpios. La noria girando sin descanso. Los coches de choque, que como siempre, eran campo de batalla entre chavales con camiseta de fútbol y niñas con gafas de sol. De fondo, canciones de reguetón al estilo Quevedo, Karol G o Bad Bunny (como si no sonara ya poco en el resto del recinto).
Familias y adolescentes
Entre las calles se cruzaban familias enteras, cuadrillas de adolescentes en busca de sombra, y los trajes flamencos, que vuelven a salir de paseo después del Día de la Cruz. Aún sin la solemnidad de los días grandes, el Real ya luce vivo, aunque en una tarde más familiar, más tranquila.
Casetas a medio gas por la mañana que por la tarde han ido cogiendo algo más de cuerpo y jaleo, con mesas llenas de platos de tortilla, pimientos fritos y hasta alguna paella que parecía recién salida de la cocina de la abuela. Una combinación curiosa que contrastaba con el olor de los buñuelos, los cucuruchos de helado y esas enormes bolas de algodón de azúcar que llevaban con ilusión los más pequeños.
Las risas se mezclaban con los chatos de vino y los brindis a destiempo. Hubo quien trajo su propia guitarra, y entre canto y canto, amenizó la tarde a su familia, pero también al resto. Los camareros se movían como bailarines entre tapas y copas, con más arte que nervio. Y en las casetas de ambiente joven, ya se olía a semana larga. Mucha cerveza fría, gafas de sol al caer la tarde y listas de reproducción con más temazos por minuto que un festival.
De empalme
Mientras, en otras casetas, la tarde avanzaba con más tranquilidad. En cada rincón se escuchaban reencuentros, como compañeros de instituto que no se veían desde Selectividad, o viejos amigos que no pueden faltar a su cita anual en el ferial. Aunque también hay despedidas. Clara se graduó ayer, y aunque la resaca estaba presente, ha querido empalmar fiesta y fiesta para vivir su último Corpus (de momento) con su grupo de amigos de la carrera antes de que cada uno vuelva a su ciudad. Un Corpus que como siempre, tiene sabor a rebujito y a sangría veraniega, pero también, a fin de curso.
Los más pequeños también tuvieron su momento grande en la tarde. Las casetas de La Cueva del Curro y El Tronío reunieron a decenas de niños en una fiesta infantil con juegos, música y muchas ganas de feria. Entre globos y batidos fresquitos, bailaron, rieron y disfrutaron de un ambiente pensado para ellos. Mientras tanto, en la caseta de El Salero, se celebraba un animado concurso de sevillanas que ha sacado el arte y el compás de los participantes. Una muestra más de que el Corpus es para todos.
"Hoy ya huele a feria"
“Esto sí que es Corpus. Ayer fue el encendido, muy bonito, pero hoy ya se huele la feria”, decía una mujer que paliaba el calor con un granizado. Y no le faltaba razón. Al caer el sol, los carritos de bebé se iban retirando, dejando paso a los más jóvenes, aún con energía para aprovechar el fresquito. El recinto se teñía de aún más color a las diez menos cuarto, cuando de nuevo, las luces alumbraban a los visitantes.
Porque el Real ya ha despertado, y en cada rincón se nota que Granada ha decidido, un año más, entregarse del todo. A la música, a la comida, a ese sol de las seis que no perdona, pero también a las ganas de disfrutar y a esa alegría compartida que es casi un deber.
Hay quien cuenta que “hace mucho calor, ya he tenido suficiente feria hasta el año que viene”, mientras que otros han completado la agenda hasta el cierre del próximo sábado. Pero esto es solo el domingo, lo que viene promete. Hoy, el primer día laborable con sabor a fiesta. Empiezan las carocas en el Centro, y con ellas el ingenio granadino. El martes, columpios baratos para los más pequeños (y los más ahorradores), y el miércoles, la Tarasca.
Aún queda la procesión del Corpus Christi y los trajes de chaqueta al sol. Una semana completa. Pero eso será más adelante. Granada ha dejado claro que, incluso en domingo, cuando suenan los primeros acordes y los pies pisan albero, no hay vuelta atrás. El Corpus ha empezado. Y ya no hay quien lo pare.
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