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De los 'nundinae' a la feria

  • evolución. Desde los mercados medievales hasta las exposiciones universales actuales, las ferias han compartido su significado oscilando entre el carácter económico y el festivo

Los encuentros inicialmente comerciales llamados 'nundinae' o ferias de cada nueve días tienen sus antecedentes más remotos en aquellas reuniones caravaneras de mercaderes sirios, palestinos y egipcios que 2.000 años antes de Cristo acudían con sus productos, coincidiendo con determinadas fiestas religiosas. La práctica fue luego seguida por griegos y romanos, hasta que en la Edad Media alcanza su diseño más concreto.

La feria estaba íntimamente vinculada a operaciones de compraventa; de modo que sinónimos de feria son zoco, lonja, zacatín, muestra, salón, exposición... Pero dada su coincidencia en el calendario con las fiestas, 'feria' viene a significar también fiesta y diversión.

Uno de los más profundos historiadores de la Edad Media, H. Pirenne, resalta el papel importante que las ferias jugaron en la vida económica hasta finales del siglo XIII. Eran consideradas como encuentros internacionales basados en el comercio errante, antes de que se sedentarizaran los mercados en el medievo. Se asemejarían más bien a lo que hoy son los mercadillos de pueblo o de barrio. Pero las ferias eran algo más; tenían otra envergadura. Eran reuniones periódicas, coincidentes con determinadas fiestas anuales, dedicadas al intercambio al por mayor, protagonizadas por mercaderes profesionales, dotadas de un peculiar y respetado protocolo y decisivas en el nacimiento de prácticas mercantiles precapitalistas.

Además de la venta directa de las mercancías, las ferias evolucionan hacia intercambios más sofisticados: nacen determinados sistemas de operaciones bancarias con pagos a largo plazo de compras realizadas en ferias anteriores; compras sin dinero sonante que, ante los peligros de asaltos, naufragios y robos, se realizan mediante documentos firmados por comprador y vendedor. Empiezan a resultar familiares las letras de cambio, el préstamo, los plazos y los cambistas, los cuales se ubicaban en las plazas con una mesa o 'tábula' de donde vendría luego la palabra 'banco'.

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