En los últimos días prácticamente solo se habla de las oportunidades que pueden ofrecer los parques eólicos marinos, tras conocerse que el Consejo de Ministros ha dado luz verde al primer Plan de Ordenamiento del Espacio Marítimo (POEM) que permitirá, entre otras cuestiones, delimitar las zonas en las que podrá desarrollarse eólica marina que, en su conjunto, suman 5.000 kilómetros cuadrados, o lo que es lo mismo, el 0,46% de las aguas nacionales. Pero, ¿qué es realmente un parque eólico marino?

Se trata de unas instalaciones ubicadas mar adentro que permiten a las empresas que las explotan obtener una fuente limpia y renovable de energía proveniente de la fuerza del viento. Es decir, es prácticamente lo mismo que los molinos de viento que estamos acostumbrados a ver en altas montañas, solo que estas consiguen una mayor potencia energética al estar en una zona acotada sin barreras que la rodeen, por consiguiente alcanzando mayor velocidad.

Por norma general se instalan lejos de la zona de costa, así como intentando no interferir en las rutas de tráfico marítimo del lugar o en los espacios naturales protegidos. Además, buscan no ubicarse en lugares asiduos de los pesqueros.

Su función es similar a los aerogeneradores instalados en tierra, cuentan con una turbina que transforma la fuerza del viento en electricidad gracias al movimiento de las palas del molino. Esta energía pasa a un generador que funciona con una turbina de imanes y que, finalmente se transforma en electricidad.

Esta energía presenta una serie de ventajas frente a otras, al ser limpia, de bajo impacto ambiental e ilimitada, aunque si instala en sitios alejados de la población al poder provocar un impacto visual y generar bastante ruido.

Una de las principales ventajas de estos nuevos parques eólicos marinos es que, además de no molestar a la población, pueden generar una mayor cantidad de energía al aprovechar la fuerza del viento, que en el caso de la alta mar, suele alcanzar mayores velocidades.