Valentino | Crítica

Natalia Ginzburg, aguda sátira contra la misoginia

La escritora Natalia Ginzburg

La escritora Natalia Ginzburg

Lo dijo hace unas semanas Felipe Benítez Reyes en su cuenta de Instagram: “Esa capacidad peculiarísima de N.G. [Natalia Ginzburg] para presentar lo conmovedor y lo terrible, la alegría y la tristeza, lo cotidiano y lo excepcional, en un tono "neutro", con el distanciamiento emocional de quien redacta un informe”. La reseña de la novela –o el relato- Valentino, publicado en Acantilado, con traducción de Andrés Barba, podría resumirse en esas palabras del escritor gaditano.

Natalia Ginzburg nos cuenta en esta historia dos relatos: uno evidente pero accesorio; otro algo más oculto pero fundamental. En el primer plano observamos una familia más bien desfavorecida que confía en uno de sus hijos –en Valentino- para que los saque de esa situación precaria en la que viven; en el segundo plano –aunque el primero-, Natalia Ginzburg construye una sátira, con su confortable punto de humor agrio, que señala la mentalidad misógina y torpe de un padre –entre autoritario y egoísta- que cree en su hijo, vago y vividor, como solución para todos los males de la casa. Todo esto edificado sobre una narración que presenta los hechos sin incurrir en un tono de queja o de malestar. La escritora italiana no parece –aunque claro que lo pretende- enjuiciar unos hechos. Lo que le da a la novela una credibilidad realmente conseguida.

En este relato vamos descubriendo la vida de Valentino y también la de sus hermanas, las cuales se limitan a advertir, prudentes y sin elevar el tono –ellas son educadas, discretas-, que el hermano no será el médico que el padre desea. Valentino no será un hombre, entiéndase aquí la palabra, respetado. No tendrá un oficio que se considere, entiéndase de nuevo la palabra, importante. Por supuesto nadie quiere percatarse de esta realidad. Una realidad que para el padre permanece en un segundo plano, como el núcleo de esta novela. ¿Cómo va a ser mi hijo, el varón de la familia, un niñato que no sabe hacer la o con un canuto?

Valentino, frívolo, ingenuo y flojo, tiene suerte. A él, único hombre entre las hermanas, la vida siempre le es favorable. Conoce a Maddalena, una mujer mayor que él y rica. Con sus tierras, criados, ropa cara. Es sobresaliente la manera que tiene Natalia Ginzburg de definirnos las escenas que viven Maddalena y la familia de Valentino. La historia se envuelve, como decía Felipe Benítez Reyes, en algo cotidiano y excepcional. Donde la trama pareciera insustancial o anodina; sin embargo la lectura de los hechos contiene una amplia carga de mordacidad, de crítica social. Ese equilibrio, técnicamente tan complejo, se presenta aquí natural, sin imposturas, sin que todo esto fuese un artificio. Eso es contar. Eso es hacer literatura.

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