No hay una semana tranquila en el seno del Club Baloncesto Granada esta temporada. Tras la victoria del pasado sábado ante el Fuenlabrada, cuando parecía que sólo había que centrarse en la próxima 'final' contra el Cajasol de pasado mañana (Pabellón San Pablo de Sevilla, 12:30 horas), el panorama de la entidad nazarí vuelve a enturbiarse un 'poco' más. Andre Owens ha decidido abandonar la disciplina del club. El escolta toma el camino que a principios de año cogió Robert Kurz y ha optado por marcharse ante la falta de cobro de sus emolumentos. Concretamente, se le adeuda, como al resto de la plantilla, las dos últimas mensualidades. Ayer, Owens ya no entrenó con los que hasta hace poco eran sus compañeros.

Por tanto, prácticamente horas antes de un encuentro que puede ser determinante, Curro Segura se queda sin otra de sus piezas. Aunque el estadounidense no era un jugador clave en los esquemas del técnico, sí ha sido utilizado últimamente por el preparador granadino para, en la función de base, dar descanso a Nico Gianella, además de también disponer de minutos en su puesto más natural.

Owens se incorporó al cuadro granadino a finales del pasado mes de noviembre con el objeto de ayudar en la dirección del equipo, que por entonces aún confiaba en la recuperación de Mario Fernández. Con la camiseta del CB Granada debutó precisamente ante el Manresa, equipo que acababa de abandonar. El escolta, que tiene pasaporte búlgaro, ha jugado trece partidos con el cuadro nazarí, en los que ha promediado 21 minutos sobre la cancha, en la que ha firmado 4,8 puntos, 2,3 rebotes y 1,5 asistencias.

La 'fuga' de Owens es, sin duda, un contratiempo más para Curro Segura, que ya de por sí cuenta con una plantilla corta para afrontar lo que resta de temporada. Hay que recordar que nada más hacerse cargo del equipo, el preparador granadino se encontró con la marcha de Robert Kurz, el jugador más determinante de la plantilla del CB Granada hasta ese momento.

La mala gestión que se está haciendo esta temporada continúa repercutiendo negativamente en el devenir deportivo del equipo, al que prácticamente sólo un milagro le evitará perder la categoría al final de la misma.