Cesc Fábregas optó por la discreción y dio un paso al costado invitando a Barcelona y Arsenal a negociar para que decidan su futuro. El centrocampista español protagoniza un año más uno de los culebrones clásicos de cada pretemporada. De nuevo, el Barcelona lo quiere y el Arsenal se resiste a venderlo.

Aunque esta vez Cesc cambió su estrategia. Si el año pasado se declaró casi en rebeldía para exigir su traspaso, esta vez fue mucho más prudente y dejó su futuro en manos de una negociación.

"Si alguna vez tengo que moverme del Arsenal lo diré el día que pase, sin faltar al respeto al club que tanto me ha dado, pero ahora mismo soy jugador del Arsenal y estoy muy contento allí", dijo ayer en un acto publicitario celebrado en Madrid.

Muy diferente a lo ocurrido hace un año en otro evento promocional, cuando le preguntaron si ficharía por el Barcelona. "Seguramente sí", dijo entonces. En la celebración del Mundial con España, sus amigos del Barcelona le pusieron la camiseta azulgrana.

Aquello sentó mal en Inglaterra, y más concretamente entre la hinchada del Arsenal, que se sintió en cierto modo traicionada por su gran ídolo.

A partir de entonces, el Arsenal se mostró inflexible y renunció a cualquier negociación con el Barcelona.

Ahora, el conflicto, si lo hay, parece más suave. Aunque la principal novedad es que el jugador no ha expresado claramente su deseo de marcharse, por más que el Barcelona siga siendo su destino deseado.

"No hay decisiones, no todo depende siempre del jugador", añadió el internacional español, campeón de Europa y del mundo.

De alguna forma, Fábregas puso la pelota en el campo de los clubes, invitándoles a que sean ellos quienes decidan su futuro. Y más concretamente el mensaje pareció dirigido al Barcelona, que todavía no declaró oficialmente que desea negociar con el Arsenal.

El jugador español se distanció notablemente del conflicto abierto hace unas semanas por el argentino Agüero, quien manifestó abiertamente su deseo de abandonar inmediatamente el Atlético de Madrid.

A ello se refirió Cesc. "El Kun habrá decidido qué es lo mejor para él. Yo no lo voy a hacer. Estoy en una posición muy complicada. No soy de los que va a hablar para que se arregle un fichaje. El año pasado creo que me equivoqué porque luego pasó lo que pasó y de los errores se aprende", insistió.

De nuevo, el principal obstáculo de la negociación parece el dinero, puesto que Cesc mantiene una cotización no inferior a los 45 millones de euros. Esa cifra coincide exactamente con lo que el Barcelona tiene previsto gastar en contrataciones para la próxima temporada.

Pero según publicó la prensa de Barcelona, el jugador es un deseo explícito de Josep Guardiola, el técnico azulgrana. ¿Y quién se atreve a negarle algo al entrenador más exitoso del momento?