Consecuencias del ridículo

¿Quién tiene la culpa de que el Granada parezca un equipo de categoría inferior, la tardanza de Caparrós en cambiar al equipo o la calidad de una plantilla compensada pero con muchas dudas?

Roberto, Foulquier y Sissoko reclaman al árbitro en la acción del 1-0 del Sevilla, todo un despropósito defensivo del Granada.
J. J. Medina Granada

02 de diciembre 2014 - 05:02

Cuando un entrenador está en la cuerda floja siempre surge la misma pregunta: ¿el equipo está mal por culpa del técnico o de los jugadores? Servidor recuerda lo que le dijo su padre, cuando apenas tenía 9 años y le preguntó por qué destituían, en este caso, a Bert Jacobs, un rubiasco entrenador holandés ya fallecido al que le dieron boleto en el Sporting de Gijón allá por 1993. El verbo destituir, supongo, me sonaría muy fuerte por aquel entonces. La respuesta fue que le echaban porque no podían despedir a veinticinco jugadores. Trasladado a la pura actualidad y al Granada CF, habría que calibrar la cantidad de deméritos acumulados por los jugadores y por Joaquín Caparrós.

EL TÉCNICO

A Caparrós le ha venido de escándalo que el miércoles haya Copa del Rey. De esta forma, Pina y Cordero guardan el arco y la flecha, y el utrerano gana unos cuantos días para olvidar el espantoso, patético y lamentable ridículo visto en el Pizjuán. Si vence al Córdoba habrá tregua hasta el domingo con el Valencia. Los entrenadores confían en que las rachas tengan un principio y un final, que con otros 19 equipos en la Liga alguna más de una vez dará para jugar bien y ganar. Pero a este Granada, después de no superar a un rival desde septiembre, sumar 3 puntos de 27 posibles, no marcar en casa desde agosto y fuera desde hace más de un mes, el crédito se le ha agotado ya. Caparrós empezó bien pero ha perdido un tiempo muy valioso en apuestas que no aportaban nada al equipo como Sissoko, y dejaba en el banquillo a quienes podían dar calidad al equipo. Que Rochina no hiciera pretemporada y estuviera fuera de forma suena a pretexto. Lo mismo se lesionó contra el Almería por tener pocos minutos. Vete tú a saber. Y si no era el de Sagunto, era Javi Márquez, que aunque se rompiera de inicio en Sevilla ha habido otras muchas convocatorias en las que se ha quedado fuera. Estas lesiones de los dos jugadores más demandados por la afición parecen un cruel guiño del destino a la solución de urgencia ideada por el entrenador ante la falta de resultados.

UNA PRECISIÓN

Ya van tres palizas impresionantes en Sevilla con tres técnicos distintos: Anquela, Lucas, y ahora Caparrós.

OTRO APUNTE

La sombra de Lucas es muy alargada. El gol contra el Sevilla nace en una jugada de pizarra suya (el gol de la salvación en Pucela). Además, Alcaraz ha sacado al Levante de los apuros en una racha tremenda. Lo que está haciendo Lucas con los jugadores de Caparrós el año pasado (y sin Keylor Navas), y lo que está haciendo Caparrós con los de Lucas (aunque sin Brahimi)...

CALIDAD Y JUEGO

Hay una verdad: la actual plantilla del Granada es la más compensada de los cuatro cursos que se llevan en Primera División. Hay recambios en casi todas las posiciones. Pero para una vez que eso es así, cada jornada hay más dudas sobre la calidad del equipo. ¿Juegan siempre los mejores o los que se adaptan mejor a la idea del entrenador? Más bien lo segundo, y eso se nota sobre el campo. La imagen que está dando el Granada cuando pierde es de desconfianza total, tanto entre los compañeros como en lo que quiere el entrenador. El equipo deja sensaciones de inferior categoría y ha sido goleado como a un Segunda B en Barcelona y Sevilla, y contra el Madrid. Al igual que Caparrós se repite en algunas ruedas de prensa, también insisto. Eddy estaba en el Murcia, Babin en el Alcorcón, Sissoko y Yuste en un Hércules que bajó a Segunda B, Sulayman y Success en el filial y el juvenil... A ninguno se le puede reprochar absolutamente nada porque dan todo lo que tienen pero, ¿es suficiente? Y a los buenos (Murillo, Piti, Iturra, Roberto, El Arabi...), ¿qué es lo que les hace bajar tanto su nivel?

SOLUCIONES

Hay una plantilla que aspira a jugar diferente a lo que quiere su entrenador, y eso es un fallo gordo de planificación. El fútbol da dos salidas a esta situación: o echar al entrenador o fichar en invierno. En este Granada, cualquiera de ambas opciones podría valer. Eso sí, ambas costarán mucha pasta.

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