Superado en todas las líneas y en todas las facetas del juego. El Covirán Granada no pudo con el Melilla, que volvió a ser la bestia negra de una escuadra nazarí que sigue sin ganar a los norteafricanos en la LEB Oro (63-70).
El encuentro, con más intensidad que calidad, se decantó para los de Alejandro Alcoba, que fueron los que ofrecieron un juego más equilibrado y un saber hacer durante los 40 minutos del choque.
Los granadinos sólo mandaron en el primer cuarto, pero fueron sacados de la zona para dejar de dominar el rebote. Por ahí hicieron agua, pues con escasa presencia en la ‘pintura’ (sólo Sergio Olmos dio señales de vida), y sin acierto desde la media y larga distancia, se quedaron a oscuras (mediado el último cuarto el Covirán sólo había anotado 50 puntos).
Antes del descanso el Melilla puso tierra de por medio y a partir de ahí supo nadar y guardar la ropa con un juego mucho más sólido y una concentración envidiable.
Igualdad inicial
No obstante, con intensidad comenzó el choque, como la que a nivel particular protagonizaron de inicio los hombres más altos de los dos contendientes: Olmos y Hartwich. Tras dos canastas iniciales, los ataques sin premio se sucedieron en ambas pistas, con las defensas haciéndose valer.
Agada rompió una sequía de dos minutos (3-4) y desató las hostilidades en forma de intercambio de canastas. En el cuadro granadino, el propio Olmos y Kapelan llevaron el peso ofensivo del equipo, mientras que en las zonas la lucha por los rebotes fue encarnizada.
Durante más de cuatro minutos los dos contendientes se alternaron en el mando marcador, con los melillenses viviendo gracias a los tiros libres desde la línea de personales. Un triple de Kapelan puso en el marcador una ventaja superior a un punto (14-12, 7’30’’) a la par que fue un acicate para los locales en los últimos compases del primer acto.
Otra canasta de tres de Pardina obligó a Alcoba a parar el partido (19-13). Una canasta de Fede Uclés cerró un primer cuarto igualado: 19-15.
Sin ideas
A pesar de los lógicos cambios de protagonistas, poco cambió el decorado de inicio en la vuelta a la pista. Dos minutos y medio tardaron los norteafricanos en ponerse a rebufo de los anfitriones gracias a una mayor concentración (21-20).
Esta vez le tocó a Pin pedir tiempo muerto. A su conclusión Pardina dio una de cal y otra de arena al anotar un triple y cometer, a continuación, la segunda personal.
Los granadinos se espesaron en ataque y los melillenses aprovecharon los despistes defensivos para ponerse por delante (26-27, a 3’49’’ para el descanso).
Diecisiete minutos y medio fue lo que tardó en Covirán en lanzar sus primeros tiros libres, que no fueron aprovechados por Olmos. Los visitantes, más incisivos en la ‘pintura’, sacaron no pocas personales para sumar fácil desde la línea de personal.
Pin movió el banquillo, pero no dio con la tecla, y su equipo, con más pérdidas de las deseadas, sin cerrar bien el rebote y carente de ideas en ataque –sólo cinco puntos en los últimos cinco minutos y medio–, estuvo a merced de su rival los últimos instantes del primer tiempo. Al descanso había motivos para la preocupación: 31-40.
Matulionis
El paso por los vestuarios requería cambiar el chip, pero dos triples de Matulionis tras la reanudación puso la situación más cuesta arriba para los locales (35-46, 21’20’’). Y muy pronto empezaron las prisas en un Covirán que no supo vestirse despacio. Poco después, un 2+1 de Sibidé y otro triple de Matulionis obligó a Pin a intentar poner orden en sus huestes, que empezaban a dar síntomas de desesperación (35-52).
Mientras el Melilla hacía daño por dentro y por fuera, los locales siguieron expulsados de la zona visitante. Mediado el tercer acto, con 17 puntos desventaja, ya había poco que perder. El Melilla, instalado en una cómoda ventaja, veía como en la escuadra nazarí sólo Pardina ofrecía regularidad y consistencia. El público se percató y se añadió a los cinco que estaban en pista.
Un 2+1 de Olmos abrió un resquicio a la esperanza (42-54, 26,30’’), pero no hubo continuidad en ataque. Y para colmo, el rebote era de los norteafricanos y se lesionó Pardina, que ya no jugó más. Así, se llegó al final del tercer cuarto sin que el Covirán supiera como hincar el diente a un Melilla que en todo momento daba la sensación se saber lo que hacía.
Intento de reacción
Con trece puntos de desventaja comenzó el cuarto definitivo (43-56). En los primeros compases, los de Pin desaprovecharon varios ataques para poner la desventaja por debajo de los diez puntos. Esto ocurrió poco después y en un santiamén. Dos triples consecutivos de Manu Rodríguez y de Alo Marín metieron el miedo en los visitantes (51-58, 33’).
Tras el obligado tiempo muerto, el Covirán salió dispuesto a morir matando. Pero las ganas iban por un lado y las piernas y l as muñecas, por otro. Y eso que a Melilla se le empequeñeció el aro nazarí ante la defensa zonal de los locales.
Un 2+1 de Ageda a falta de menos de tres minutos puso a los visitantes diez arriba y a los locales, conscientes de que su misión ya era imposible a pesar de que se intentó hasta el final.
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