Covirán Granada-Coruña | Crónica y resultado

El Covirán Granada sufre la impotencia de verse inferior al Coruña

  • El equipo de Pablo Pin evidencia aún más su crisis al sufrir su carta derrota consecutiva en un encuentro en el que es superado de principio a fin

Alo Marín fue el jugador que más empeño puso en las filas del Covirán.

Alo Marín fue el jugador que más empeño puso en las filas del Covirán. / Carlos Gil (Granada)

No se puede negar que los jugadores intentan dar lo mejor de sí, pero Covirán Granada es, a la conclusión de la primera vuelta, una nave a la deriva.

El conjunto que dirige Pablo Pin sumó ante el Coruña su cuarta derrota consecutiva en un encuentro en el que en ningún momento vio la manera de imponer sus criterios, si es que los tiene. Las ganas y el coraje, que lo hubo, ayudan pero no bastan por sí solos para ganar partidos.

Guille Rubio intenta lanzar a canasta ante la oposición de un rival. Guille Rubio intenta lanzar a canasta ante la oposición de un rival.

Guille Rubio intenta lanzar a canasta ante la oposición de un rival. / Carlos Gil (Granada)

En pocas palabras se puede describir lo que se vivió en el Palacio: un equipo impotente por verse inferior cayó ante un conjunto que sabe lo que hace. Y la derrota no fue más dolorosa porque los profesionales de la pista intentaron solventar con casta las manifiestas carencias de un Covirán que, visto lo visto tras cruzar el ecuador de la temporada, tiene que cambiar el chip y pensar que la tierra prometida a la conclusión de la campaña tiene un nuevo nombre: permanencia.

El conjunto nazarí sólo mantuvo la igualdad durante los tres primeros minutos

El Coruña fue mejor de cabo a rabo, durante los 40 minutos del encuentro y en todas las facetas del juego. El Covirán naufragó y demostró que necesita un golpe de timón ya sea en su juego, su actitud o en sus protagonistas.

Sólo al principio

De salida, Pin intentó poner kilos y altura en la zona con la presencia de Iriarte y Olmos en el quinteto titular con el propósito de frenar el poderío que el Coruña tiene en su juego interior. Tras el salto inicial, fueron los gallegos los que tomaron la iniciativa (0-5), pero los locales reaccionaron rápidamente. Tras fallar los dos primeros ataques con lanzamientos lejanos, los nazaríes empezaron a dejarse ver por la ‘pintura’ visitante.

Pero tras el empate a 7, los locales se vieron superados en el rebote y ametrallados desde más allá de la línea de 6,75, con un Green infalible desde la esquina. Tres triples consecutivos hicieron sonar la primera alarma en el Palacio, que el técnico local intentó parar con su primer tiempo muerto (7-18, 5’20’’).

Sin acierto

En la vuelta a pista se vio a un Covirán que imprimió más intensidad en defensa, pero que siguió con el punto de mira desviado a la hora de tirar a canasta. En los últimos minutos del primer acto ya no quedaba ni un jugador del quinteto inicial y Rubio se encargó de evitar que el equipo se desmoronara.

David Iriarte entra a canasta. David Iriarte entra a canasta.

David Iriarte entra a canasta. / Carlos Gil

El marcador se movió al ralentí hasta que en el último minuto y medio los locales aprovecharon unos momentos de inspiración con balones interiores para endosar un parcial de 5-0 que les dejó metidos en el partido a la conclusión del primer acto: 16-21.

Solventada la primera crisis, los jugadores del Covirán volvieron a la pista dispuestos a meter una marcha más a su juego ante un rival que ya había dejado claro que iba a ser un hueso muy duro de roer. De la mano de Manu Rodríguez, Alo Marín y Earl Watson, que se encargó de rebañar todo lo que despedía el aro visitante, el cuadro granadino se puso a tres puntos y obligó a Sergio García a pedir tiempo muerto (25-28, a 6’24 para el descanso).

Pero el Coruña, cuando no es por fuera te la hace por dentro. Serenado su juego tras las instrucciones del técnico, rápidamente endosó un parcial de 0-5 con el que volvió a poner a raya al conjunto anfitrión.

El Covirán volvió a tener problemas en ataque, donde no sabía sacar rédito a algunas buenas acciones en la retaguardia. Así, poco a poco la escuadra gallega, con un Kamba con el que no podía Kapelan, hizo lo justo para recuperar una renta de diez puntos (27-37, 17’), que se incrementó tras una antideportiva a Iriarte (poco antes le había tocado a Manu Rodríguez recibir el mismo castigo).

A fuerza de acciones individuales, como algunas de Iriarte, el Covirán al menos impidió que pasara lo que le ha pasado en no pocos encuentros: que lo sacaran del partido a las primeras de cambio. El 32-41 con el que se llegó al descanso se puede considerar como un resultado menos malo de lo que podría haber sido, pero a la par puso de manifiesto la incapacidad con la que el equipo había afrontado el primer tiempo al verse superado en todos los rincones de la pista.

Sin opciones

En la reanudación puso Pin en pista a jugadores con carácter, de esos que están dispuesto a morir matando. Pero también hace falta calidad y acierto. Los primeros dos minutos y medio fueron para vivir un intercambio de canastas entre Alo Marín y el Coruña para que todo siguiera igual.

Pablo Pin no encontró soluciones ante la superioridad del Coruña. Pablo Pin no encontró soluciones ante la superioridad del Coruña.

Pablo Pin no encontró soluciones ante la superioridad del Coruña. / Carlos Gil (Granada)

Cuando se apagó el fogonazo de salida el panorama volvió a ponerse tan oscuro como estaba antes del paso por los vestuarios. El cuadro coruñés, con más recursos en su juego y en sus piezas, volvió a estirar la cuerda.

Un triple de Djuran puso a los de Sergio García 15 arriba cuando aún quedaban más de 15 minutos por jugarse (38-53). El tiempo muerto de Pin no se hizo esperar. Y un dato para los que gustan de las curiosidades: en el minuto 27 llegó la primera y única canasta de Kapelan, el máximo anotador del Covirán en la primera vuelta, y fue en una acción en la que el balón no pasó por el aro pues los colegiados dieron los dos puntos porque un jugador del Coruña tocó el tablero.

Los visitantes controlan

Con los visitantes dedicados a mantener una ventaja de diez puntos, un triple de De Cobos calentó el ambiente del Palacio (48-55). Pero no hubo continuidad y un santiamén los gritos de ánimo empezaron a convertirse en lamentos. En un pispás los locales recibieron un 0-5 que dejó el marcador en 48-60 a falta de unos diez minutos que no invitaban a nada.

Carlos Corts intenta superar a un rival. Carlos Corts intenta superar a un rival.

Carlos Corts intenta superar a un rival. / Carlos Gil (Granada)

La afición intentó tirar de su equipo en el cuarto final. Baste decir que el acto comenzó con un triple visitante (48-63) frente a dos lanzamientos errados y una pérdida de balón de los locales. Si el milagro tenía que producirse se quedó en la trastienda para mejor ocasión.

Dos puntos más de Ferreiro sirvieron para decretar que los últimos siete minutos iban a ser de la basura. El balón fue de un lado de otro sin más sentido que esperar a que sonara un bocinazo final que debería ser el principio de un examen de conciencia que se hace necesario en el conjunto nazarí.

Los gritos de "¡Josep Pérez, dónde está!" en la grfada pusieron colofón a un encuentro que lo mejor que le puede pasar es que pase pronto al olvido.

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