Covirán Granada-Lleida | LEB Oro

Diez minutos para enmarcar

  • El Covirán Granada logra una victoria de muchos quilates ante el hasta ayer líder gracias a un primer cuarto brillante en defensa y en ataque

Guille Rubio tuvo una actuación espectacular ante el Lleida

Guille Rubio tuvo una actuación espectacular ante el Lleida / Carlos Gil

Dicen que los partidos de baloncesto no se deciden hasta los últimos minutos, una premisa que el Covirán hizo que saltara por los aires porque, aunque nadie lo supo en ese instante, el encuentro ante el Lleida quedó visto para sentencia a la conclusión del primer cuarto.

Quizá, el baloncesto que ofreció el equipo de Pablo Pin en los diez primeros minutos ha sido el mejor que se ha visto en muchos años en el Palacio. Fue un cuarto de un inmenso trabajo defensivo aderezado por ese equilibrio en ataque por el que tanto suspira el preparador granadino. Los ilerdenses hincaron la rodilla y el resto del choque fue un intercambio de aciertos y errores que se tradujo en parciales igualados. Lo que mandó ayer fue el 28-9 de un primer acto para enmarcar.

Despegue

La presencia de Manu Rodríguez en el quinteto inicial y el pequeño susto protagonizado por Bortolussi, que con problemas en una rodilla tuvo que ser suplido por Guille Rubio a los tres minutos, fue lo más destacado en un intenso inicio de encuentro por parte de los dos contendientes. Las alternativas en el marcador duraron poco más, hasta que apareció precisamente Manu Rodríguez que, con cinco puntos consecutivos, puso la primera diferencia significativa en los guarismos (14-7, 5’15’’).

A partir de ahí los de Pin ahogaron a los catalanes en la retaguardia y, además, pusieron de manifiesto un ataque tan equilibrado como efectivo. Un triple de Almazán obligó al técnico visitante a solicitar el primer tiempo muerto del choque (19-9, 7’). Los ilerdenses, ofuscados con el gran trabajo defensivo de los locales, no vieron más aro hasta que terminó un primer cuarto de ensueño con un Covirán demoledor: 28-9.

Equilibrio

Con valentía y presión en toda la pista por parte nazarí comenzó el segundo acto. Iriarte se sumó a la fiesta hasta que Bortolussi se recuperó de sus molestias. En el equipo ilerdense, sólo Kyei mantuvo el tipo en ataque. Los cinco primeros minutos transcurrieron con intercambio de canastas. Tres acciones sin anotar hicieron que Pin parase el partido a pesar de que los suyos mantenían las diferencias (40-21, a 4’16’’ del descanso). Al intermedio, el Covirán siguió instalado en una cómoda ventaja: 49-30.

Tras el 7-7 con el que comenzó el choque se pasó al 28-9 con el que finalizó el primer cuarto

La reanudación se antojaba clave. Aunque los dos equipos estuvieron dos minutos sin anotar, la mala noticia fue la cuarta falta personal de Sergio Olmos. Todo un contratiempo. Después de una sequía de tres minutos tuvo que ser De Cobos el que, con cinco puntos consecutivos, volviera a poner los guarismos en su sitio (54-32, 16’).

Los visitantes no supieron aprovechar que el Covirán se había metido en bonus muy pronto al fallar demasiados tiros libres. Con los ataques espesos, los puntos llegaban sin continuidad en ambos aros, lo que sin duda beneficiaba a los hombres de Pablo Pin.

Josep Pérez, en labores de dirección Josep Pérez, en labores de dirección

Josep Pérez, en labores de dirección / Carlos Gil

Impresionante Guille Rubio

Un inmenso Guille Rubio cogió el testigo de De Cobos cuando el aro rival volvió a ‘reducir’ su diámetro. Pero en los últimos minutos del tercer acto, mientras el Covirán mantuvo sus problemas ofensivos, el cuadro catalán tuvo unos instantes de lucidez que le permitieron recortar un poco hasta situarse a 16 puntos (60-44, tras un triple de Chapela), que se quedaron en 17 a falta de disputarse el cuarto definitivo.

Con 61-44 comenzó un último cuarto en el que el Covirán iba a jugar con cabeza. En otras palabras, nadó y guardó la ropa. No comenzó bien el cuadro de Pin en ataque, con fallos en sus primeras cuatro acciones ofensivas ante un rival cerrado en su ‘pintura’. El Lleida, a sabiendas de que los pívots locales tenían que lidiar también con las faltas personales, empezó a meter balones dentro para Fall. Cinco puntos consecutivos del pívot visitante comprimieron el marcador (61-49, a 8’30’’ para el final).

A raya

Sergio Olmos anotó la primera canasta local del cuarto cuando habían transcurrido dos minutos y medio. Y Guille Rubio puso más tranquilidad en el siguiente ataque. A falta de cinco minutos el Covirán mantenía a raya a un Lleida que jugaba con el reloj en su contra. Si los ilerdenses hubieran anotado algún triple cuando se pusieron 12 abajo quizá hubieran provocado algo de preocupación en un Palacio que vibraba con los suyos.

Los aficionados del Covirán vibraron con su equipo Los aficionados del Covirán vibraron con su equipo

Los aficionados del Covirán vibraron con su equipo / Carlos Gil

Cuando Guille Rubio puso la diferencia en 17 puntos a falta 4’40’’ se dio el partido por terminado de forma definitiva a pesar de que los visitantes lo intentaron a la desesperada.

Con el lógico correcalles final se puso final a un enfrentamiento en el que el Covirán rayó la perfección en el primer cuarto, en el que cimentó una victoria de muchos quilates con la que quitó el liderato al Lleida.

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