Enrique Carmona: "El atletismo está en mi ADN, no puedo vivir sin él"

Atletismo | Subida al Veleta

El veterano atleta es desde el año 1986 la cabeza del grupo de la organización de la Subida al Veleta, que celebra su trigésima quinta edición y que es la carrera más esperada del verano en Granada

Enrique Carmona presentó hace unos días una nueva edición de la Subida al Veleta
Enrique Carmona presentó hace unos días una nueva edición de la Subida al Veleta / Álex Cámara
Rosa Núñez

Granada, 02 de agosto 2019 - 22:46

A sus recién cumplidos 62 años, el maracenero Enrique Carmona es un deportista cuya vida no tendría sentido sin el atletismo.

Tras descubrir la que sería su pasión hace casi 50 años, el atleta ha dedicado su vida a participar en carreras nacionales e internacionales. Además, desde 1986 ha formado parte del equipo organizador de la Subida al Veleta, cuya trigésima quinta edición se celebrará este domingo.

¿Cuáles son las características que hacen única a esta carrera?

Se trata de una prueba de 50 kilómetros de subida continua. Al salir de Granada, aunque parece llano, es un falso llano, porque hay un 1 por ciento de desnivel, que a partir del kilómetro 8, a la altura de Pinos Genil, se dispara. En total, tiene casi 2.800 metros de inclinación. Granada está por debajo de los 600 metros y llegamos prácticamente a los 4.000. No se conoce ninguna prueba con estas características en el mundo. Se sabe de pruebas parecidas en el Himalaya, pero son a 5.000 metros con un desnivel mínimo. Esto es lo que la hace única, diferente y más dura a la nuestra. Lo más duro que hay dentro del atletismo es subir. Además, se corre por la carretera más alta de Europa.

¿Se puede entonces considerar la carrera más dura del mundo?

Esa frase no la hemos dicho nosotros, sino que son comentarios en prensa de atletas que dijeron que jamás habían corrido una carrera como ésta. Ellos le dieron este calificativo.

Este año se ha registrado un nuevo récord de participantes, más de 800. ¿A qué se debe?

Ésta es la trigésimo quinta edición de la prueba y con el paso de los años ha evolucionado de manera creciente. Cada año ha habido 20 o 30 participantes más. La primera vez corrieron cuatro corredores, la segunda fueron quince, la tercera, 30... El año pasado hubo 500 atletas en línea de salida, por lo que este año la gráfica de participación ha crecido más que en otros.

Es la prueba más esperada del verano en Granada, ¿por qué?

No es casualidad. Es en verano porque en invierno no se puede subir corriendo a Sierra Nevada, por la temporada de esquí. La carrera siempre se ha organizado, por tradición, el primer domingo de agosto, que este año es la víspera de la romería de la Virgen de las Nieves, la patrona de Sierra Nevada.

¿Cree que se puede definir como una locura subir corriendo?

Muchas personas han hecho comentarios después de terminar y han dicho que si lo hubiesen pensado mejor no hubieran subido porque es una auténtica locura. Cuando llevas 30 o 40 kilómetros te falta el oxígeno, las fuerzas y todo. Se pasa mal, es una agonía continua. Algunos han llegado exhaustos, en estado de agotamiento total.

¿Cuál sería una buena preparación previa a esta carrera?

El reto es muy exigente, sobre todo si quieres afrontarlo con el ánimo de hacer una buena marca. Tienes que entrenar muy duro sobre el mismo recorrido para que el cuerpo se adapte a esas sensaciones reales. No vale entrenar en otra sierra porque son cuestas, distancias y orografías diferentes. De hecho, hablando de los dos mejores récords de la prueba, uno lo tiene el argentino Óscar Alarcón, quien en 2004 estuvo dos meses en Sierra Nevada, donde se aclimató, entrenó y se adaptó a la altitud. La sueca Martina Salomon estuvo también allí tanto tiempo que se adaptó a la altitud. Lee Grantham, un inglés afincado en Granada, batió el récord hace dos años y también estuvo dos meses entrenando en Sierra Nevada. Se alquiló un apartamento allí y entrenaba subiendo y bajando al Veleta. Eso es una gran ventaja. Hay que prepararse muy bien y sobre el terreno para tener muy buen resultado. Eso lo hacen pocos pues el objetivo de la mayoría de las personas es finalizar la carrera porque eso ya es un reto con el que se conforman.

Carmona, junto al alcalde de Granada, Luis Salvador, en la presentación de la 35 Subida al Veleta
Carmona, junto al alcalde de Granada, Luis Salvador, en la presentación de la 35 Subida al Veleta / Álex Cámara

¿Cómo es la sensación al llegar arriba después de tantas horas?

Yo he corrido 20 ediciones consecutivas y para mí es la carrera de mi vida. Cuando llegas arriba no se puede describir lo que se siente. Quizá es por esto, porque es una carrera diferente, en la que sufres más y es la más agónica. Cuanto más esfuerzo, más satisfacción te da cuando llegas arriba.

Vienen participantes de todo el mundo.

La prueba ya es conocida a nivel internacional y vienen corredores de muchos países. Es como, por ejemplo, la Maratón des Sables o la Maratón du Mont-Blanc. Tienen mucha fama porque son muy diferentes y la gente aquí quiere afrontar este reto y conseguir vencer al Veleta.

¿Cuál fue la motivación que llevó a crear la Subida al Veleta?

Hubo una época en la que esta carrera iba a desaparecer y la gente me llamó por haber fundado el Club de Atletismo de Maracena y porque yo he sido participante desde siempre. En la quinta edición, el club Ciudad de Granada, que era el organizador, anunció que la prueba no se realizaba por falta de recursos y se iba a perder. En esa época se había perdido también la Maratón de Granada y una carrera de fondo, que era la de Granada-Motril, también de 76 kilómetros. Así que me animé y me convencí. En aquel tiempo corríamos unas 50 personas y el objetivo principal era salvar la prueba y llegar arriba, darnos un abrazo, felicitarnos y punto, con eso nos conformábamos. La prueba se salvó y desde entonces nuestro objetivo siempre ha sido que se celebre a cualquier precio. Con el paso de las ediciones se han ido mejorando algunos de los aspectos.

¿Cómo surgió donar dinero a causas altruistas?

Por la filosofía del club nunca hemos tenido ningún ánimo de lucro. En aquella época, incluso, había déficit y yo tuve que poner de mis ahorros para salvar la prueba. Ahora ya se autofinancia gracias a la cuota de los mismos participantes, por lo que cada año sobran 3.000 o 4.000 euros que se destinan, normalmente, a la Cruz Roja y a la asociación Ponte en marcha, que lucha contra el cáncer de leucemia.

Tras todos estos años, ¿cómo cree que han evolucionado la carrera y usted?

Yo cuando empecé a correr esta prueba tenía 28 años y ahora ya voy camino de los 63 (risas). El tiempo pasa, pero mis ilusiones son siempre las mismas, sólo cambia la edad y la experiencia. Inexplicablemente, cada año tenemos más dificultades porque los organismos públicos exigen más compromisos, seguros, médicos, ambulancias... Al haber más participación, las medidas de seguridad se han tenido que reforzar. La prueba ya no se organiza gracias a mí. Yo soy el motor que mueve la carrera, pero tengo un equipo de gente con muchísimas funciones específicas y que está involucrado en la organización. Yo sólo soy incapaz de hacer tantísimas tareas. Ha evolucionado mucho porque se ha incrementado mucho la participación.

¿Por qué se crearon otras modalidades además de la carrera completa?

Llevamos trece ediciones organizando la Mini Subida. Las personas que no estaban capacitadas para correr 50 kilómetros nos propusieron una carrera menor y decidimos que fuera en la parte final, que es la más bonita. También ha evolucionado y a la gente le encanta porque disfruta también de Sierra Nevada en la carretera. La Mini se consolidó y ahora hace ya dos ediciones que se organizó la carrera por relevos. Es por parejas y cada relevista hace la mitad del recorrido, uno del kilómetro 0 al 25 y el otro, la segunda mitad, que es la más dura. Llevamos tres años y es una carrera en la que también se va incrementando la participación. Es curiosa y es otra forma de hacer la Subida al Veleta para la gente que no está capacitada para hacer 50 kilómetros del tirón.

¿El atletismo es básico en su vida?

Desde pequeño, cuando entré en el instituto con catorce años, como era delgadito y no se me daba bien el baloncesto ni el fútbol, el profesor me clasificó en el atletismo porque se me daba bien correr. Desde esa época me inculcaron el deporte y yo me adaptaba muy bien porque me gustaba. El atletismo es una cosa que está dentro de mi ADN, no puedo vivir sin él. Me encanta y es mi forma de vida. A finales de 1987 fundé el Club de Atletismo de Maracena y un año antes, la Escuela Municipal de Atletismo de Maracena, que fue muy sonada en aquella época.

Es sorprendente que con 62 años siga compitiendo.

De hecho, el año pasado realicé la mejor temporada de mi vida deportiva. Conseguí un Grand Slam de atletismo porque participé en todas las pruebas desde 1.500, 3.000, 5.000, 10.000 metros, media maratón, maratón completa y cien kilómetros. Fui el único atleta de Andalucía que culminó este reto organizado en Cantabria.

El año pasado dijo que si se cortara una pierna seguiría corriendo con una prótesis.

Fue un periodista que me hizo una pregunta (risas): que si me pasara algo en la pierna yo sería capaz de amputármela si no me sirviera y ponerme una ortopédica para poder seguir practicando atletismo. Como ves, no sabría vivir sin él. Ahora llevo lesionado desde febrero y aun así sigo participando, aunque vaya más lento. No puedo estar parado, entreno un día sí y un día no. No puedo dejarlo más de dos días, me da pena, tristeza, estrés, ansiedad. Es algo que llevo dentro ya.

La Subida al Veleta, una de las pruebas más duras del mundo
La Subida al Veleta, una de las pruebas más duras del mundo / Alba Puga

Ya que su mujer también es atleta, ¿es más fácil seguir con los entrenamientos?

Sí, pero ella no nació corredora. Cuando se casó conmigo venía a las carreras en las que yo participaba y estaba un par de horas esperando a que llegara a la meta. Ahí empezó a hacer deporte y no corría rápido. Pero, poco a poco perdió peso, cogió forma, fue adaptándose y ahora ha sido campeona de España en varias modalidades. En atletismo de fondo lleva cinco años consecutivos siendo la primera y en 2016 ganó la Subida al Veleta en la categoría femenina.

En un principio se decidió que la nueva pista de atletismo de Maracena llevase su nombre. ¿Por qué al final no se llevó a cabo esta propuesta?

Sinceramente creo que fue un tema político porque fue una propuesta que hizo un grupo de la oposición y mi sensación es que por llevarle la contraria a los que gobernaban le pusieron el nombre de Pilar Moleón, que también tiene sus méritos. Fue polémico porque en las redes sociales se volcaron mucho. A mí me sensibilizó, pero me alegré por Pilar, que es una mujer mayor y que también es muy valioso lo que hace.

¿Recuerda alguna anécdota curiosa de la carrera en todos estos años?

Recuerdo una edición en la que, llegando a la meta, que entonces era en la misma cima del pico del Veleta, comenzó a granizar y nos cayó una tormenta en la que los granizos eran como canicas. Fue impresionante porque en media hora se cerró el cielo, después de pasar por Borreguiles, donde el tiempo era bueno. Cuando llegamos a la meta vimos caer los rayos a cien metros de nosotros. Pasamos miedo. Teníamos un bus y nos cobijamos. Protección Civil nos dio una manta, que no era para el frío, que era terrible también, sino porque nos hacían daño los granizos. Íbamos a paso ligero porque no se podía correr. Esa es la anécdota más impresionante que recuerdo, a pesar de que hay muchas. Otra fue cuando el atleta Antonio Bravo se puso fatal tras ganar la carrera. Llegamos a pasar miedo porque lo tuvieron que coger los servicios médicos y con los ojos cerrados, respiraba a trompicones. Tras recuperarse, le echó la cruz a la carrera porque dijo que se sintió morir. Estuvo una hora semiinconsciente, con la mascarilla de oxígeno. Es divertido también que hay corredores que han llegado arriba y bajaban de nuevo hasta Pradollano para la entrega de premios. También hay gente que ha venido desde Córdoba corriendo de madrugada y ha enlazado las dos carreras, estando más de 24 horas seguidas.

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