Un punto se llevó el Granada CF de su visita a Balaídos. "La leche" para Caparrós, lo suficiente para los números que protagonizaron sus pupilos. Los rojiblancos mejoraron su 'bagaje' ofensivo respecto a su última salida, la de Eibar, pero sus cifras en campo contrario siguen siendo pobres para optar a algo más que a las tablas. La entrada de futbolistas como Rochina o Márquez aumentó las opciones visitantes de gol pero, en conjunto, fue el Celta el que pudo merecer algo más.

La entidad presidida por Quique Pina inició el partido con sus líneas juntas y ligeramente adelantadas. Bloque que fue retrocediendo casi metro a metro con el transcurrir del crono. Los primeros instantes de suave atrevimiento, empero, no culminaron ni siquiera en llegadas que acabasen en suspiros visitantes. Ni una intervención de mérito realizó el arquero celeste Sergio Álvarez antes del asueto. El único tiro granadinista, paupérrima cifra para un conjunto que desee aspirar a algo que a 'verlas venir', fue un chut de El Arabi. La fuerza con la que disparó el marroquí fue directamente proporcional al grado de desviación del cuero respecto a portería. Y eso ocurrió con el tiempo de la primera mitad ya cumplido.

Al final de los 90 reglamentarios y los 6 de añadido, eran cinco los 'zarpazos' que intentó el Granada CF ante el arco vigués. Si las comparaciones son odiosas, más lo serán al ver los 16 con los que culminaron el duelo los hombres de Berizzo. A pesar de todo, los rojiblancos pudieron, incluso, llevarse el triunfo si Rochina hubiese calibrado bien su punto de mira. Dos ocasiones clarísimas malogró el valenciano, tres en una semana.

Únicamente en faltas vencieron los andaluces a los gallegos. Siendo un equipo, a priori, más aguerrido, sólo superó en agresividad, -bien entendida- a su rival por tres acciones. Los números dejan a las claras ciertas realidades. Las sensaciones, no obstante, fueron algo mejores que en citas previas. Sobre todo, en el tramo final.