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'Locos por vivir' un día brillante

  • El buen tiempo acompaña en una mañana cargada de anécdotas, disfraces y chascarrillos que se prolongan un buen rato después de cruzarse la meta con el denominador común del ejercicio

Si todos los que practican deporte consideran que su club es como su familia, la del Padre Marcelino seguro que tiene descuentos por numerosa. Los jóvenes que integran el deporte base de las distintas secciones del CP Agustinos se cuentan por centenares. Pero es que son miles los que, directa o indirectamente, se benefician de las actividades promovidas por el Colegio Santo Tomás de Villanueva. Una lucha incesante contra los malos hábitos y el sedentarismo que ayer reunió en el entorno de la calle Arabial a 4.000 corredores dispuestos a aprovechar una mañana de domingo que si Miguel Ángel la ve la pinta, que diría el gran Víctor Hugo Morales. Aquel hombre marcó a una generación con su "ta, ta, ta" en el relato del gol de Maradona a Inglaterra. El Padre Marcelino ha marcado a toda una ciudad. Una ciudad que puede presumir de cantera, que debe valorar más el deporte base y que, con aún mucho terreno por explorar, tiene altavoz para seguir extendiendo la idea de que tan bien puede acabar un sábado de 'cerveceo' en una bocadillería cualquiera de Pedro Antonio, como un domingo puede comenzar entre zapatillas, ropa de compresión y felpa.

A decir verdad, el día se prestaba al postureo muy tranquilamente. Madrugón, zumo de naranja para coger fuerzas, 'fotito' en la línea de salida, a correr y luego a las tapas "que es lo verdaderamente importante", como comentaba algún que otro atleta durante el trayecto. Y finalmente, cómo no, un post en Facebook con el recorrido y la marca personal… ¡Ah! Y otra 'fotito', esta vez con refresco y bocadillo de carne en salsa en la mano. A poder ser acompañada de la etiqueta '#AquíPasándoloMal'. Pues la verdad es que mola, oye. Sano, barato, divertido y fabuloso para recuperar seguidores y 'me gusta' en la red social de la vida, que últimamente anda mermada de suscripciones.

Aunque el tópico de que 'en abril aguas mil' se está cumpliendo a rajatabla al menos en esta primera quincena, el temporal parece haber dado una tregua de momento. Todo el mundo sabe que la primavera comienza oficialmente cuando sale a la calle el primer paso de Semana Santa. A partir de entonces hay carta blanca para darle la vuelta al armario. Y basta que asome tibiamente el sol para darse cuenta de ello. Las pruebas populares, que tanto tienen de festivas y generadoras de serotonina -la hormona de la felicidad-, son territorio vedado para antifaces, máscaras, disfraces y artilugios con todo tipo de extravagancias. Desde tiburones hasta carromatos.

Pero la carrera, que este año ha cumplido su duodécima edición, también tiene su contrapunto más sobrio. Y en ese capítulo tres palabras sobresalen por encima del resto: desinterés, inclusión y solidaridad. El desinterés de los cientos de voluntarios que no sólo ayudan con el agua o el avituallamiento, sino que animan desde el primer hasta el último corredor con el denuedo y el cariño propios de a quien le nace espontáneamente. La inclusión de todos los que están "locos por vivir, por hablar, por salvarse y con ganas de todo al mismo tiempo", como escribía Jack Kerouac en su célebre novela En el camino. Gente que no se pone barreras, que no se victimiza ni dice "yo no puedo" cuando todo está perdido. Y la solidaridad que en sí misma encarna la prueba; cita ya ineludible en el calendario que este año ha colaborado con la ONG agustiniana Haren Alde ('De su lado' en euskera) con el fin de conseguir agua potable para una pequeña aldea brasileña. Porque tras una 'Noche en Blanco' nada mejor que una mañana radiante. A todos, gracias.

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