El 'botellazo' a Clos Gómez inició su declive

J. J. Medina / Granada

28 de marzo 2014 - 05:02

Se dice que los deportistas o artistas que despuntan en su disciplina, cuando su vida privada le aleja de su máximo nivel, son juguetes rotos. Amy Winehouse o Kurt Cobain, cantantes y músicos extremadamente talentosos, son ejemplos muy recurrentes y ambos vieron truncada su carrera por las drogas a los 27 años. Curioso, la edad que cumplirá Dani Benítez en septiembre.

El capítulo de ayer con el presunto positivo por cocaína del jugador del Granada es el último de una historia de amor-odio del balear con el club. De rojiblanco se hizo futbolista y de rojiblanco empezó a dejar de serlo. Fue uno de los héroes de la época de oro más reciente del club. Fue de los jugadores que se trajo Quique Pina, siempre cedido desde Udinese, para subir al Granada desde Segunda B hasta Primera. Su participación era fundamental, sobre todo con Fabri. Fue el que hizo la galopada para el 1-0 de Ighalo frente al Alcorcón y sirvió el córner del gol de Amaya, y un año después fue el que vio el desmarque del nigeriano en Elche que subió a los rojiblancos a los altares del balompié patrio.

Pero, desde ahí, empezó a bajar su influencia. El botellazo que le estampó a Clos Gómez tras perder contra el Real Madrid en la penúltima jornada de la Liga 2012 fue el indicativo de que algo iba mal. La RFEF le inhabilitó tres meses y ya nunca volvió a ser el mismo. En las tres temporadas del Granada en Primera sólo ha marcado un gol, cuando en Segunda B y Segunda había convertido 17. Cinco lesiones hicieron el resto para que Benítez no jugara más.

127 partidos como jugador del Granada, a un promedio de 1.999 minutos por temporada y 18 goles en total. Ese es el balance de Benítez como granadinista, una época que toca a su fin por la puerta de atrás. Ya forma parte de una lista que empieza con el nombre de Diego Armando Maradona, primer positivo por cocaína de la historia del fútbol, y que jalonan otros como René Higuita o Adrian Mutu. Triste privilegio.

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