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Una pared eterna, un portero tremendo

  • El asedio del Barcelona acaba por dar frutos pese a Toño

Se dice que los números son fríos pero apabullantes. Y los de ayer lo son con el Granada CF porque no reflejan los merecimientos del equipo, que al menos mereció el empate. Se puede aludir a que las cifras hablan por sí solas, que si es por ellas el Barça era el claro vencedor del partido, pero el sufrimiento barcelonista hasta los últimos tres minutos, la falta de ideas con la que por momentos parecían no saber entrar en la defensa granadina, y la ocasión de Orellana no se ven.

Por eso, cuando un equipo llega al área 41 veces como ayer lo hizo el Barcelona, por ocho del rival, está claro que por ir tanto el cántaro a la fuente al final se rompería. La diferencia es que a los de Tito Vilanova les hizo falta llegar por trigésimo séptima vez al territorio de Toño y tirar quince veces sobre el arquero alicantino para marcar el primer gol.

Los números de Toño asustan. Intervino de forma efectiva en tres acciones del Barcelona en la primera parte pero en la segunda se ganó casi la internacionalidad. Le llegaron a sus inmediaciones 24 veces, de las cuales en la mitad tuvo que parar los disparos azulgrana. El gol de Xavi era imposible de atajar y en el segundo tampoco pudo hacer nada.

El Granada (ojo, el Granada, no el Madrid), inquietó a Valdés. Pisar el área culé trece veces y en el Camp Nou, ni el Spartak el otro día y eso que es un equipo de Champions.

Lo que le faltó al Granada es la efectividad que mostraron los moscovitas. Y hubo una clarísima de Orellana, que por ser el acercamiento número trece por eso lo erraría.

El Granada también se merecía su premio. Pese a defender de forma ordenada, sus ataques no fueron algo excepcional, si no habitual, y muchos de ellos finalizados con disparos que hicieron padecer al Camp Nou.

Otro punto a destacar en cuanto a las cifras del partido es que el Granada estuvo metido en el mismo durante todo el rato. No hubo motivos para desconectarse del mismo y en esa faceta las faltas cometidas lo ejemplifican. Con guarismos más similares en la primera parte, en la segunda se disiparon contra el Granada. El Barça tuvo que parar a los rojiblancos en siete ocasiones por diez del Granada, mientras que tras el paso por vestuarios, la orden de no dejar respirar al Barça obligó a los de Anquela a presionar más pero a cometer menos infracciones por el cansancio físico y el peligro culé.

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