OLIMPISMO XXV ANIVERSARIO JUEGOS OLÍMPICOS BARCELONA 1992 (Y II)

"Me vi con la antorcha en el Mare Nostrum"

  • Justino Cebeira, profesor en Ciencias del Deporte, revive su relevo

En la Facultad de Ciencias del Deporte de Granada se respira olimpismo por cada rincón. Tiene una plaza dedicada a ello, con la bandera de los cinco aros ondeando y un mural que recuerda las últimas citas del magno evento. Pero sin duda, el más especial está en la entrada de la biblioteca. Los estudiantes se encuentran allí con tres antorchas olímpicas, dos de Barcelona 92 y una de Múnich 72. Una de ellas pertenece al profesor Justino Cebeira, del departamento de Educación Física y Deportiva amante de las actividades en la naturaleza y soñador olímpico. Él fue de los primeros relevistas en la provincia hace 25 años.

A Cebeira le regalaron la antorcha, a diferencia de otros relevistas, ya que los voluntarios se la quedaban. A los años la cedió a la facultad para que fuera expuesta. Apuntó en ella el punto kilométrico de la vieja N-340 donde tomó el relevo y el lugar exacto en donde lo entregó. Es más, Cebeira recuerda "perfectamente dónde cogí y dónde solté el fuego cada vez que paso por ahí". Su momento fue en las inmediaciones de Almuñécar: "Era una subida y hacía muy buen día. Me recuerdo mirando el Mediterráneo, el Mare Nostrum, que es el mar de los Juegos Olímpicos, el mar de Grecia. Esa fue mi impresión. Decir: estoy viendo el mar que montó todo este tinglado de los Juegos".

Un momento mágico que cualquier apasionado del Movimiento Olímpico desearía vivir, y que Justino Cebeira gozó durante medio kilómetro. Su sonrisa al rememorarlo mezclaba cierto pudor y felicidad. Al tiempo volvió al lugar de los hechos para fotografiarse con la antorcha porque, como le sucede a casi todos los relevistas, él tampoco guarda fotos de aquel día.

El profesor que, por cierto, fue relevista casi por casualidad: "Dos meses antes, entró un compañero al departamento y le dijo a Miguel Ángel Delgado (también profesor) que iba a llevar la antorcha. Entonces Miguel Ángel levantó el teléfono, llamó a Madrid, supongo que a un contacto gordo, y al poco pregunta que quiénes queríamos llevar la antorcha. Los cinco que estábamos le dijimos que sí". Así de fácil le fue a Cebeira ser parte activa de Barcelona 92. "Nos preguntaron nuestra relación con el deporte y después nos dijeron tal día, a tal hora y en tal sitio", añadió.

Cebeira se sabe de cabo a rabo el proceso que siguió el día del relevo: "Nos trasladaron en un autobús a Almuñécar, y de ahí una furgoneta nos llevaba al punto de recogida. Nos dieron una camiseta, unas zapatillas y un pantalón". Luego les explicaron el funcionamiento: "Era como un camping-gas que se cargaba por abajo. En el lateral tenía un botón rojo con un precinto que tenías que quitar. Le dabas hacia abajo y ya oías que salía gas. Entonces veías al que traía el fuego de la antorcha, la ponía a tu lado, la encendías y cuando ya lo estaba, el otro la apagaba. Y así lo hice con el siguiente. Cuando terminamos nos dijeron que dejásemos el interruptor abierto para que se fuera todo el gas".

Medio kilómetro, tres minutos, y un recuerdo eterno. La metáfora de lo que fue Barcelona 92.

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