Economía

El gran reto de la economía andaluza para no seguir a la cola de Europa

  • Andalucía casi ha triplicado su PIB en los últimos 25 años pero sigue siendo una de las regiones con más tasa de paro de Europa y la convergencia está cada vez más lejos

  • La crisis provocada por el coronavirus va a suponer otro paso atrás aunque se confía en remontar a partir de 2021

Un grupo numeroso de viajeros en el aeropuerto de Málaga

Un grupo numeroso de viajeros en el aeropuerto de Málaga / Javier Albiñana (Málaga)

Andalucía ha experimentado un cambio indudable en los últimos 25 años. Tiene grandes aeropuertos internacionales, trenes de alta velocidad, autovías y autopistas que permiten una mayor y mejor comunicación con el resto del mundo; ha duplicado con creces su PIB per cápita; ha aumentado de forma notable su número de empresas y éstas han sabido buscar su hueco a escala internacional disparando las exportaciones; o ha crecido el porcentaje de andaluces que tienen una formación superior gracias a la extensa red universitaria existente. Pese a esas luces, Andalucía tiene también cosas de las que avergonzarse como seguir poseyendo una de las mayores tasas de paro de Europa o estar a la cola en los índices de competitividad, haciendo que la ansiada convergencia con el resto de España y la Unión Europea sea a día de hoy todavía una utopía.

Analistas Económicos de Andalucía, el grupo de estudios de Unicaja Banco, ha realizado un análisis sobre la evolución de la economía andaluza en los últimos 25 años en el que desgrana sus aciertos y sus errores, poniendo el foco en ambos pero, lógicamente, incidiendo en todos aquellos aspectos que se pueden mejorar, una tarea que ahora resulta más difícil en plena pandemia hasta el punto de que este mismo grupo ha estimado que el PIB andaluz caerá en 2020 entre un 8,4 y un 11,5%.

Andalucía es, por sus bondades climatológicas, uno de los mejores sitios del planeta para residir y eso es un activo innegable que, por un lado, le permite captar 22.000 millones de euros por el turismo pero que, por otro, hace que concentre casi toda su actividad en la gallina de huevos de oro del sector servicios y que se descuiden o, al menos, se tenga menos fuerza en otros segmentos que puedan dar una mayor estabilidad laboral y generen una mayor productividad. Es la idiosincrasia de una economía que, pese a su empuje y su tirón internacional, se mantiene en los últimos puestos europeos.

Vista del interior de la fábrica de Dcoop en Antequera. Vista del interior de la fábrica de Dcoop en Antequera.

Vista del interior de la fábrica de Dcoop en Antequera. / Javier Albiñana (Málaga)

En estos últimos 25 años Andalucía ha ganado 1,3 millones de habitantes, debido en parte a esa privilegiada climatología porque la población extranjera ha pasado de representar el 1,4% en 1998 al 7,8% en 2019 aunque hay núcleos en zonas, por ejemplo, de la Costa del Sol donde la colonia extranjera supera el 30% por el empuje del turismo residencial, que lanzó a su vez a la construcción. Hay más esperanza de vida y menos natalidad, lo que está provocando un envejecimiento de la población y un gasto extra en pensiones que tanto esta sociedad como la europea tendrá que lidiar para sobrevivir.

A lo largo de 25 años puede pasar de todo. Andalucía ha disfrutado de uno de sus mayores periodos de auge –acercándose incluso por momentos a las medias europeas- a principios del milenio y se hundió con la crisis financiera y del ladrillo que comenzó en 2008, volviéndose a alejar. Es un tira y afloja para no ser una región pobre en Europa que, por ahora, sigue sin tener éxito como demuestra el hecho de que el PIB por habitante andaluz sea aún un 33% inferior al europeo (20.500 euros en la región andaluza frente a 30.400 en la UE28 en 2018 según los datos de Eurostat), que sea una de las diez regiones con mayor tasa de paro de la UE o que en el Índice de Competitividad Regional de 2019 elaborado por la Comisión Europea Andalucía esté en el puesto 227 de un total de 268 regiones, perdiendo incluso siete posiciones respecto al informe realizado hace tres años. Eso implica que el porcentaje de pobreza en Andalucía en 2018 se situara en el 32%, el doble que la media de la UE. Este triste récord negativo lo tienen las regiones italianas de Campania y Sicilia con un 40%.

Un informe de la UE sitúa a Andalucía en el puesto 227 de un total de 268 regiones

Andalucía no está bien posicionada desde el punto de vista económico en Europa, pero eso no quiere decir que su transformación en los últimos 25 años no haya sido vertiginosa, gracias en parte a las ayudas europeas. Andalucía es la tercera región que más aporta al PIB nacional y la tasa de crecimiento medio anual entre 1995 y 2019 ha sido del 2,2% frente al 2,1% de España, por lo que sus gráficas van completamente acompasadas. El PIB andaluz ha estado cerca de triplicarse, pasando de 62.166 millones de euros en 1995 a los 165.438 millones en 2019. Al incrementarse la población con una velocidad menor, el PIB per cápita ha crecido en la misma proporción desde los 8.716 euros en 1995 a los 19.586 euros en 2019 según los datos del Instituto Nacional de Estadística.

El sector servicios ha ganado cada vez más peso durante estos años, llegando incluso a representar el 75% del PIB regional en 2018 y las exportaciones han permitido no solo ganar autoestima sino también dinero e imagen. El dato es claro. Andalucía ingresó 6.103 millones de euros por la venta al exterior de mercancías y en 2019 fueron casi 32.000 millones de euros. Su peso en el PIB ha pasado del 10 al 20% con un ritmo de crecimiento mayor que la media nacional.

El desempleo es una de las grandes heridas de Andalucía, sobre todo entre los jóvenes y las mujeres. Pero, como en cualquier informe económico, se puede ser más o menos optimista. Esta comunidad casi ha duplicado su número de ocupados en 25 años, hasta los 3,1 millones de personas, y cerró el año pasado con una tasa de paro del 20,8%. Es un volumen ingente y muy alejado de la media española y europea, pero también es justo recordar que en 1995 la tasa de paro sobre la población activa existente era del 34% y que en 2013, en plena tormenta, se llegó a alcanzar incluso el 36%.

Varias personas por la calle Sierpes en Sevilla Varias personas por la calle Sierpes en Sevilla

Varias personas por la calle Sierpes en Sevilla / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

Andalucía vive del turismo. En estos últimos 25 años se ha pasado de recibir 18 millones de viajeros a 32,5 millones, triplicando los clientes en hoteles y duplicando ampliamente las pernoctaciones. También se han construido miles de viviendas y se ha elevado su precio medio, llegando a superar los 2.000 euros por metro cuadrado en varias localidades de la región.

Hay muchas asignaturas aprobadas y entre ellas está la de la creación de empresas, al amparo del turismo o de otros sectores como el agroalimentario, el tecnológico o el industrial. En 1995 había 330.000 empresas y en 2019 se consiguió rebasar al fin el ansiado medio millón, haciendo que la densidad empresarial, es decir, el número de empresas por cada 1.000 habitantes creciera desde las 45,1 hasta las 62,2. El empuje es tan indudable como insuficiente y así lo reconoce la propia Confederación de Empresarios de Andalucía por activa y por pasiva. Las empresas son muy pequeñas –más de la mitad no tienen asalariados- y la densidad es diez puntos inferior a la media española.

Esta región invierte en I+D menos de la mitad que la media europea y así se va a remolque de los demás

Ese es uno de los grandes retos. El otro es la innovación. En 25 años ha aumentado el gasto en Investigación y Desarrollo tres décimas, desde el 0,62 al 0,92% del PIB, pero se sigue lejos del 1,24% del PIB nacional y del 2,08% europeo. Sin innovación se va siempre a remolque de lo que inventan otros y se es menos competitivo.

La situación este 2020 va a ser radicalmente distinta. Todo va a empeorar por la crisis del Covid 19, aunque se confía en remontar la situación a partir de 2021. Ojalá dentro de una década la debacle de 2020 por el coronavirus sea solo un pico hundido en una gráfica que luego crece con el paso de los años, pero el futuro no está escrito y Andalucía tiene mucho que hacer para no seguir en los últimos puestos otros 25 años más.

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