El Fiscal

El campanazo del Cachorro en Roma

El Cachorro.

El Cachorro. / M. G. (Sevilla)

El proyecto es embrionario, sí. Pero se está fraguando en los despachos de la curia romana. En fase inicial, sí. Pero se negocia en los términos avanzados el viernes en la edición digital de este periódico. ¿Es complejo? Claro que lo es. Pero no imposible si la Santa Sede se empeña, sobre todo por las posibilidades técnicas de un mundo como el actual. Como siempre, será cuestión de acuerdos y buenas voluntades.

Se puede considerar una oportunidad que dentro del Jubileo de la Iglesia durante el año 2025 las cofradías tengan un protagonismo propio. Reverdece con tal motivo el viejo sueño de algunos pregoneros. ¡Una procesión en Roma con pasos! monseñor Fisichella, un perfil fuerte en la curia, se ha puesto al frente de la comisión organizadora.  

El peso de la Semana Santa andaluza es muy valorado en Roma, de ahí que en primer lugar fue nombrada para la comisión organizadora la profesora Paloma Saborido, de la Universidad de Málaga, muy próxima a Monseñor Fisichella y cuyo ámbito de actuación ha abarcado hasta ahora a las dos principales ciudades cofradieras: Sevilla y Málaga. En la comisión se han integrado ya los sevillanos Francisco Vélez y José Roda, los más altos mandos del Consejo y sobrados expertos en la materia y con una interlocución fluidísima con monseñor Saiz. Se han encontrado con esta iniciativa cuando precisamente preparan el gran congreso sevillano de 2024, el conocido como Purpuralia, pues debe servir (además) para proyectar la figura del arzobispo de Sevilla en Roma de cara al consistorio de cardenales. 

El Cachorro en su paso. El Cachorro en su paso.

El Cachorro en su paso. / M. G. (Sevilla)

A partir de ahí comienza la ilusión por trasladar tanto imágenes procesionales como por organizar una procesión que culmine los actos del jubileo. La oportunidad parece propicia en este pontificado del Papa Francisco, con un acento especial por lo popular y las manifestaciones religiosas arraigadas en las tradiciones de siglos. Una opción sería llevar un paso de la Semana Santa de Sevilla y un trono de la Málaga como síntesis de las formas fundamentales de expresión artística de nuestra tierra.

El precedente de la JMJ de Madrid

La Esperanza de Málaga en su impresionante trono ha sido una opción acogida con fuerza. En Málaga han estado muy rápidos, mientras en Sevilla se prefiere ser mucho más prudentes, quizás porque no se quiere repetir el episodio de la JMJ de Madrid, cuando el cabildo de la Esperanza de Triana dio nones a la invitación. Monseñor Asenjo se enojó y denunció “falta de eclesialidad”. Obviamente también puede existir algún recelo porque Málaga se ha anticipado y mucho al tomar la iniciativa. Y lo ha hecho con visión global.

Porque en Málaga tienen claro que Sevilla debe estar representada y con fuerza. Hace falta una devoción (crístífera en este caso) que tenga proyección universal, cuya relevancia artística sea innegable y que transmita igualmente una devoción teológica a quienes contemplen la procesión, que para muchos sería la primera vez que vea un cortejo de estas características.

La universalidad del Cachorro

El Cachorro cumple sobradamente esas tres condiciones. Su dimensión es universal y ampliamente conocida en el orbe católico, hay reproducciones suyas desde Perú (donde lo llevo el padre Martín Clemens) y México (donde lo llevó monseñor Tapia Méndez) pasando por Filipinas. Sus estampas se encuentran repartidas en los cinco continentes. Ningún profesor de Historia del Arte dudaría de que es una obra cumbre del barroco español y europeo que refleja la dimensión desgarradora del tránsito de la vida a la muerte, con una expresividad fuera de toda duda. Pero, sobre todo, es importante su dimensión teológica. Su transcendencia. Es un crucificado que en el sufrimiento de la Tierra mira hacia lo Alto, que refleja el último hálito de un hombre aparentemente derrotado pero cuya victoria solo puede conseguir muriendo con ese esfuerzo supremo reflejado por los versos de Aquilino Duque.  Lo más importante es que anticipa la resurrección, la anuncia con su expresión de voluntad de elevarse (Rexurrexit Nuntiamus, que reza un guión de la Hermandad) . Eso es clave para el mensaje eclesial y que en Sevilla algunas veces pasamos de puntillas con la resaca del Domingo de Resurreción (“Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe”, dice San Pablo). Y eso es lo que se pretende que contemplen los miles de fieles que estarán en la Plaza de San Pedro ese día. Quizás incluso en clave únicamente hispalense (con perspectiva desde el tramo de ciudad que alcanza desde la calle San Gregorio al Palacio Arzobispal…) o con los recuerdos de la experiencia de 2011 en Madrid , que no tuvo la brillantez deseable, pudieran discutirse otras opciones en mente de todos pero, desde una perspectivca universal, es innegable que la propuesta está más que fundamentada.

Luego estarán los problemas de siempre: logística, transporte, dinero… Pero todo eso forma parte del día a día y siempre se superan con imaginación y buena voluntad, que se darán por buenos en el momento en que las imágenes participen en un acontecimiento para la historia.

La hermandad, con José Luis Aldea al frente, será soberana en su decisión. En eso le lleva Sevilla siglos de ventaja a otras democracias, pero es cierto que tendrá la oportunidad única de someter a la consideración de su cabildo una invitación nada menos que de la Santa Sede.