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Distrito Norte de Granada: La luz es el final del túnel

  • Los barrios más deprimidos de la capital piden ayuda para acabar con los cortes eléctricos y ganar más seguridad

Varios vecinos conversan frente a la sede del Centro Cívico Norte, en el Polígono de Cartuja

Varios vecinos conversan frente a la sede del Centro Cívico Norte, en el Polígono de Cartuja / Carlos Gil

Vicente no da abasto tras la barra del bar Nueva Granada. Se le acaban de sentar en la terraza una treintena de alumnos de Ciencias del Deporte que, a base de medias tostadas, Aquarius, y zumos de naranja, le impiden hasta hablar. Eso no evita que una clienta encinta le cuente que ayer salía de cuentas. El Parque Nueva Granada es un remanso de paz, un principado casi amurallado, separado del resto del Norte no por un muro de hielo, si no por la antigua Inef y la Ciudad Deportiva del Granada CF. Hacia abajo, los problemas crecen.

"Yo sólo quiero que nos dejen como estamos, porque cada vez que vienen los políticos nos complican", dice Francisco, que desde hace 27 años regenta la Frutería Royal. Lo afirma desde el punto de vista del siempre latente desarrollo de las parcelas de La Azulejera, y la 'amenaza' de un gran supermercado que fagocite el pequeño comercio que pervive en el último barrio del Norte granadino.

Los cortes de luz que afectan al resto de núcleos que conforman en distrito no ha llegado al Parque, aunque con ellos comparte la falta de limpieza y una mayor presencia de las fuerzas de seguridad, sobre todo a partir de las tardes, como comenta José, un prejubilado que se estaba liando un cigarro.

Más abajo, saliendo de este reino de San Marino que es el barrio donde creció Óscar Cano, se abre por Moreno Dávila el polígono de Cartuja. Los enrejados en los pisos bajos, en los negocios (un súper, un bar y una farmacia), y en el mismo Centro Cívico Norte son su carta de presentación.

Ahmed atiende a los clientes en el Covirán que lleva el nombre de su hermano Ali Ahmed atiende a los clientes en el Covirán que lleva el nombre de su hermano Ali

Ahmed atiende a los clientes en el Covirán que lleva el nombre de su hermano Ali / Carlos Gil

Pero más allá de la delincuencia hay vida, mucha vida. Sólo al Norte se puede encontrar con normalidad un supermercado Covirán regentado por pakistaníes. Un impactante olor a cebolla recién arrebatada de su mata golpea el olfato nada más entrar al negocio, atestado de vecinos que en su mayoría charlan animados y se alegran al verse tras varios días. El stock se amontona en las góndolas y Ahmed se apresta a cobrar en caja. Ali, su hermano, habla por teléfono y no obvia el problema de la limpieza, ni tampoco el de los cortes de luz que averían los refrigeradores.

En la zona Norte, los problemas van de la mano. Si hay cortes de luz es por el cultivo de la marihuana, y si hay marihuana hay problemas de seguridad. Águeda tiene 83 años, y desde hace 47 vive en el distrito. "Antes no había ninguno de estos edificios", relata para afianzar su posición moral en el debate, con una voz más firme que la muleta con la que pelea para mantenerse erguida.

Sin miedo pese a los ojos vigilantes en al menos dos esquinas de la plaza, esta vecina sentencia: "Los cortes son culpa de la marihuana". "Estoy sola y vivo en un cuarto, y necesito el botón rojo si me pasa algo. Sin luz no puedo llamar".

Al nombrar la 'maría', Josefa y Manuel guardan silencio y miran a los lados con cierto nerviosismo. Viven en uno de los edificios cercanos y saben que determinadas expresiones son tabú, sobre todo dependiendo del momento, la hora y el contexto. "Nosotros no salimos de casa y mi marido no va a los bares. Desde el balcón hemos visto muchos robos", cuenta Josefa, quien reclama más seguridad para el barrio.

Solitaria parada del bus número 5 que finaliza su recorrido en el Parque Nueva Granada Solitaria parada del bus número 5 que finaliza su recorrido en el Parque Nueva Granada

Solitaria parada del bus número 5 que finaliza su recorrido en el Parque Nueva Granada / Carlos Gil

Cuestionados sobre qué le pedirían a un candidato a la Alcaldía, dos palabras rebrotan: seguridad y limpieza. Primero, para acabar con los cortes de luz, "que le va la vida a quien vive con una bombona de aire", cuenta Manuel. También para que la Policía Local "no pase cada 3 horas, y a veces ni eso", como dice Inma, de 56 años. Lo segundo surge por encima de cuestiones como acabar con la pobreza. "Le he pasado una queja a Inagra y no han contestado", relata esta vecina.

Un vistazo a Cartuja, La Paz o Almanjáyar basta para observar que, salvo en calles con cierto trasiego de vehículos o bus público, los locales cuelgan carteles de 'se vende' y en los soportales se acumulan bolas de polvo.

Es la zona de Granada que más necesita la actuación política y social. Plazas con todos los bancos ocupados (los que se mantienen con todos los listones de madera) de jóvenes hasta gente de mediana edad que pide una oportunidad. En Casería de Montijo, los gritos alegres de los alumnos del Colegio Santa Cristina son el asidero del futuro del distrito.

Almanjáyar atraviesa la barrera del mediodía mientras técnicos de iluminación arreglan la caja de un poste de la luz del ferial. Ahí no habrá cortes dentro de un mes.

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