Jorge Volpi | Escritor

“Los grandes grupos editoriales dificultan la circulación de autores entre España y América Latina”

El escritor Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968).

El escritor Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968). / Efe

A la cabeza de la creación literaria contemporánea en lengua española, Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) es dueño de una obra visionaria y rigurosa, principalmente en la novela pero también en el ensayo y el cuento, reconocida con galardones como el Premio Alfaguara que obtuvo en 2018 por Una novela criminal. Como director del Centro Estudios Mexicanos en Madrid, dependiente de la Universidad Autónoma de México, Volpi es organizador junto a Fernando Iwasaki de Verdial, la Fiesta de las Letras y la Cultura Iberoamericana que esta semana reúne en la provincia de Málaga a más de setenta narradores, poetas, dramaturgos, periodistas y cineastas de España y América Latina. Su última obra publicada en España es libro de cuentos Enrabiados (Páginas de Espuma).

-¿Quedaban vínculos pendientes para la literatura de España y América Latina?

-Lo que nos parecía a Fernando Iwasaki, a mí y a todos los implicados en la organización del festival, que hemos tenido muchas idas y venidas entre España y América Latina, es que efectivamente hacían falta nuevos vínculos, sobre todo después de la pandemia. En este tiempo, muchos de los vínculos que ya existían quedaron rotos, o al menos debilitados, mientras, al mismo tiempo, llegaba a España una masa crítica de creadores latinoamericanos, ya no sólo escritores, también por ejemplo cineastas, dispuestos a hacer su trabajo aquí. Y Andalucía, particularmente Málaga, nos parecía el lugar perfecto para empezar a construir esos vínculos.

-Verdial juega a lo multidisciplinar. ¿Los géneros literarios son cosa del pasado?

-Sí, habitualmente los festivales literarios se quedan en la narrativa, pero nosotros queríamos explorar otros ámbitos. Por eso contamos con poetas, dramaturgos y cineastas, que nos permitirán mantener un diálogo más amplio. Los géneros literarios han ido perdiendo sus fronteras, ahora tienden a recombinarse, y queríamos mostrar justamente eso, sin olvidar otras disciplinas como la escritura infantil y juvenil. Nos interesa la literatura como medio de enfrentarse a la realidad, ya sea a través de la ficción o sin ella.

-¿Se conocen hoy mejor la literatura latinoamericana y la española que hace veinte o treinta años?

-Hay una paradoja relativa a la globalización: a las corrientes centrales les resulta cada vez más fácil llegar a todas partes, pero es cada vez más difícil que las periferias se comuniquen entre sí. Hablamos de la literatura española y la latinoamericana como dos realidades separadas, y en el ámbito hispanoamericano lo cierto es que a menudo se mira a cada país como distinto del resto. Por un lado, conocemos los efectos más naturales de la globalización, sobre todo lo que tiene que ver con la música pop y el cine comercial, pero cuesta mucho trabajo que circulen determinadas obras literarias y artísticas entre los distintos países de América Latina y de ahí a España.

-¿Echa de menos entonces mejores canales de distribución?

-Sí, es un momento interesante, en el que se dan circunstancias especiales y a veces paradójicas. Por un lado están los grandes grupos editoriales, sobre todo Penguin y Planeta, que tienen una fuerte implantación en España y América Latina. Sin embargo, esa presencia no siempre se traduce en que los libros que publican circulen a uno y otro lado. Más bien, lo que suele suceder es lo contrario: muy pocos títulos de sus catálogos circulan en todos los países. Y por otro lado tenemos a nuevas editoriales independientes mucho más abiertas, flexibles y éticas que están estableciendo alianzas muy interesantes para sortear las dificultades del mercado. De manera general, sin embargo, y salvo en entornos muy especializados, los lectores de cada país tienen dificultades para leer a los autores de otros países salvo que sean muy, muy reconocidos.

"Después de la pandemia hacían falta nuevos vínculos en el ámbito literario hispanoamericano"

-¿Qué podemos esperar de la inteligencia artificial en materia literaria?

-Es muy interesante lo que está pasando. En realidad, el debate lleva muchos años abierto, tanto en el campo de la ciencia como en el de la ciencia-ficción. Lo que pasa ahora es que los chats han popularizado lo que hasta hace poco quedaba en exclusiva en manos científicas. El desafío es enorme, en la medida en que no sabemos lo que va pasar. Por una parte, en lo que tiene que ver con la creación literaria, parece que no estamos aún en el momento en que una inteligencia artificial pueda sustituir a un escritor de carne y hueso, aunque por otra parte parece que estamos muy cerca de que esto pueda ocurrir. En otros ámbitos como el de la música y el diseño, la inteligencia artificial trabaja ya a un nivel en el que podría pasar con holgura el test de Turing. El ámbito lingüístico es más complejo, pero puede ser que estemos cerca, lo que tendrá seguro consecuencias a nivel de derechos de autor y de la definición de la autoría misma.

-¿Se está dando la incorporación de las mujeres escritoras al canon contemporáneo a igual velocidad en España y América Latina?

-Esta es una de las características centrales de lo que está pasando hoy en el ámbito literario en todas partes, una presencia más clara y natural de escritoras, no sólo contemporáneas, también autoras de otras épocas que en su momento fueron silenciadas y ahora son rescatadas. Es una condición natural de nuestro tiempo que las mujeres escritoras tengan al menos la misma presencia que los escritores hombres.

-Volviendo a la globalización, ¿la apuesta por Málaga para su festival es una reivindicación del papel de la comunidad local en el desarrollo literario internacional?

-En el caso de Málaga, teníamos claro que lo que ya pasa con el arte y los museos puede pasar también con la literatura. Pero, más allá de esto, este tipo de encuentros no sólo permiten a los escritores ampliar sus redes, sino volver a prestar atención a lo que tenemos más cerca. El título de Verdial hace referencia tanto a la música tradicional malagueña como a un deseo de reverdecer, de plantar semillas en un contexto determinado.

-¿Qué disfruta más como autor, el cuento o la novela?

-Yo siempre he disfrutado más los géneros largos, sea novela o ensayo. Es también lo que más he hecho. Pero el cuento otorga una posibilidad de experimentación y una libertad fascinantes. De alguna forma funciona como un campo de pruebas de determinadas ideas y también de hallazgos formales, algo que por diversas razones no se puede hacer en un texto largo. Yo empecé leyendo cuentos, así que me gusta volver a ellos de vez en cuando.

-¿Sátira o barbarie?

-La sátira es un termómetro fiable de nuestra vida social. Que la sátira se burle de cualquier cosa, especialmente de los discursos establecidos, siempre resulta saludable. Ante un déficit de humor sólo podemos concluir que estamos en una situación preocupante. Lo vemos en nuestra literatura, muy a pesar de su origen humorístico: después del Quijote y el Lazarillo, parece que nos volvimos decididamente serios. Ahora vivimos una época marcada por la rabia. Mis columnas periodísticas suscitan no ya críticas, sino insultos. Aunque no te ocultaré que hay algo de satisfacción en eso.

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